Me gusta y mucho nadar en el mar, en cualquier mar, si el tiempo no lo impide y la autoridad lo permite. Lo hago siempre en paralelo a la linea de costa desde que una corriente muy fría me llevó hace unos años hacia el interior del Tirreno y lo pasé muy mal para volver a hacer pie.
Suelo nadar sin aletas, ni gafas, a braza, lentamente, metiendo la cabeza en el agua con los ojos muy abiertos y tomando y echando el aire rítmicamente ,tal y como me recomendó en su momento mi tío Julio Manegat.
Pues Julio, tío iure uxoris , fue una guía permanente desde mi adolescencia. Él me enseñó, como he dicho, a nadar en mar abierto, me inculcó el amor un tanto platónico por la navegación, y sobre todo, alimentó mi imaginario de escritor inundando de libros la casa paterna, invitándome a pasar temporadas en Barcelona en las que conocí el mundillo literario que le rodeaba, y leyendo hasta la última linea de todo lo que yo torpemente iba escribiendo. Y lo hizo hasta su muerte, en el verano de 2011.
En 1970, en pleno éxito de su carrera literaria – había obtenido el premio «Ciudad de Barcelona» por La feria vacía – me dedicó su Spanish Show, finalista del Premio Planeta, con estas palabras: «A mi querido sobrino Vicente Huici, de quien tanto espero».
Julio me esperaba novelista, pero yo le salí ensayista menor y poeta mínimo , quizá porque su insistencia en que leyera a Josep Pla me apartó de la ruta prevista, encaminándome hacia Jules Renard, hacia Rousseau y hasta Montaigne.
Poco le pude devolver de todo lo que me dio, pero no pude menos que dedicarle mi última recopilación de haikus – Breve ensayo de cartografía– : «Per a Julio Manegat, que sempre ha estat darrere de tot això, en la seva última navegació cap al misteri».
Pero, aún así, cada vez que me adentro en el mar, en cualquier mar, y comienzo a nadar con los ojos muy abiertos, siento que los dos avanzamos lenta y rítmicamente hacia las islas Formigues…
(c) by Vicente Huici Urmeneta