El sol del futuro constituye un vibrante y audaz recordatorio de la esperanza de un futuro más justo e igualitario, siempre autorreflexivo y consecuentemente autocrítico en lo personal y en lo colectivo.
Soy un fan clandestino de Nanni Moretti desde que tuve la ocasión de ver Caro diario (1993), un film singularísimo que en tres episodios documentaba narrativa y expléndidamente algunos aspectos de la vida cotidiana italiana de aquellos años , en pleno ascenso político de Silvio Berlusconi.
Y he dicho clandestino porque la mera mención del autor y su obra provoca, según he podido comprobar, reacciones muy contrapuestas, desde la adhesión incondicional hasta la repulsa inmediata.
Moretti , que cuenta con una larga trayectoria como director y como actor, y que ha sido galardonado tanto en el Festival de Cine de Cannes como en el de Venecia, por películas como la ya citada o por La habitación del hijo (2001) o bien por Mia madre (2015), me ha resultado siempre sugerente por dos razones.
En primer lugar , por la irreductibilidad de sus films a cualquier otro tipo de formato artístico, pues sus obras son imposibles de resumir ,generando una peculiar dimensión cinematográfica no vicaria de ningún otro registro creativo.
Y en segundo lugar por la carga subjetiva que evidencia en todos sus films que , sin renunciar a colocar delante las cuestiones de su tiempo, no se esconde en alambicados subterfugios narrativos sino que siempre da la cara o, mejor, todas las caras, crudamente, con sus verdades y sus mentiras.
Recientemente, ya con setenta años, Moretti ha estrenado El sol del futuro, su última película, y en ella se llevan al extremo las características señaladas, viniendo a ser un digno colofón a la deriva iniciada en la treintena cuando rodó Palombella rossa.
El sol del futuro constituye un vibrante recordatorio de la esperanza de un futuro más justo e igualitario que alumbró la actividad de los comunistas italianos durante la posguerra a pesar de su dependencia de la URSS, un recordatorio audaz, resiliente ,no exento de humor y con algún que otro toque melancólico, pero siempre autorreflexivo y consecuentemente autocrítico en lo personal y en lo colectivo.
Por todo lo anterior, quien todavía acepte el cine como entidad propia, y aspire a disfrutarlo en toda su plenitud, no debería dejar pasar esta oportunidad que, sin duda, le llevará más allá del panorama cinematográfico contemporáneo…
(c) by Vicente Huici Urmeneta
Llevo un tiempo completamente apartado del cine, no sé por qué pero es algo que no «me entra». Allá por mi juventud me gustaba el cine de Vittorio Gassman y en general el cine de aquella época. Intento buscar en You Tube la de «Caro diario» y solo me sale un coloquio sobre el film en TVE2 dirigido por Garci