Lo que yo más recuerdo es mi propia impertinencia, esa impertinencia sorda propia de un teenager que necesitaba una alternativa social en aquellos tiempos oscuros del tardofranquismo.
Flanêur impenitente, como todos los días por la mañana mi deambuleo cotidiano ha pasado por delante de la sede del COAVN y he recordado que hace ya muchos años ,en su salón de actos,tuve una viva discusión con Fernando Mirantes acerca de la función social del arte.
Por lo que recuerdo, la discusión fue muy agria en algunos momentos y me colocó del lado esquinado del realismo socialista ,desechando cualquier otra opción como producto del arte burgués, siendo en este aspecto tan radical como lo era en aquella época mi viejo amigo Jon Juaristi que defendía con su particular ironía que todo lo posterior al impresionismo le parecía un gran embeleco.
Pero , claro, transcurría 1973 , yo tenía tenía 18 años y para entonces ya había sucumbido a los encantos de C. I., y distribuía con fervor Mundo Obrero en los pasillos de la Universidad de Deusto a la que había llegado en octubre del año anterior para cursar Filosofía y Letras.
Es cierto que recientemente algunos estudios han demostrado la intervención de grandes a fuer de internacionales poderes políticos en la supuesta circulación libre del arte, como lo ha demostrado Frances Stonor Saunders en su libro La CIA y la guerra fría cultural ,mencionando entre otros aspectos la promoción que hicieron los servicios secretos estadounidenses del expresionismo abstracto… Pero aun así lo que yo más recuerdo es mi propia impertinencia, esa impertinencia sorda propia de un teenager que necesitaba una alternativa social en aquellos tiempos oscuros del tardofranquismo.
Quizá por eso soy ahora tan comprensivo con los teens de la nuestros días por mucho que a algunos y a algunas se los tache de idealistas cuando no de radicales, demasiado bebedores (?) o adictos a la pornografía (!), o simplemente ,de incultos, y hasta casi me dan las ganas de aplaudirles cuando con su furor impertinente me ayudan no solo a recordar el mío propio sino también a activar mis neuronas desde el actual otium cum dignitate que me corresponde como sociólogo-en-excedencia.
Por cierto que , al poco de acabar aquel acto infausto, el propio Fernando Mirantes , quizás adelántandose a este mi piadoso sentimiento de hogaño, me hizo una cariñosa dedicatoria del libro TRICS- TICS que en aquella ocasión se presentaba…
(c) by Vicente Huici Urmeneta