Sobre la necesidad de una educación musical – ¿y acaso también artística en general?- paralela a la formación técnica y, en ocasiones, meramente tecnocrática, hoy en día tan frecuente en los centros de estudio.
He recibido la bella edición de INDAGACIONES SONORAS (Diálogos entre la música y el pensamiento en tres movimientos), del profesor peruano Ricardo L. Falla Carrillo , de quien ya dí cuenta y razón de otro libro titulado La trama invisible de lo útil ( Reflexiones sobre conocimiento, poder y educación).
En esta ocasión, no me parece procedente más glosa que la reproducción de la Presentación que yo mismo he aportado a la nueva obra, confiando en favorecer el flujo de intercambio intelectual transocéanico:
«La reflexión sobre la música ha sido casi siempre ocasional fuera de su ámbito propio, pero se ha manifestado puntualmente a lo largo de la historia del pensamiento desde Pitágoras o Platón hasta Juan David García Bacca, pasando por Agustín de Hipona, Boecio, Descartes, Kant, Hegel, Nietzsche, Kierkegaard o Adorno.
Indagaciones Sonoras. Diálogos entre la música y el pensamiento en tres movimientos ,del profesor Falla Carrillo presenta tres interesantes aportaciones al respecto estructuradas en dos partes y tres movimientos. La primera parte comprende el movimiento titulado “Ideas sobre la música en el recorrido intelectual de Karl Popper”. La segunda parte abarca los movimientos segundo – “Apuntes biográficos e intelectuales de Bernardo Alcedo”- y tercero – “Música que piensa y cree. La “Resurrección” de Gustav Mahler en la perspectiva de Eugenio Trías”.
La obra, en su conjunto, está atravesada por dos cuestiones de gran relevancia. La primera de ellas es el intento de dilucidación de si, en efecto, “la música es pensamiento”; y la segunda, consecuente con la respuesta a la primera, de si, por lo tanto, se trata de un arte que debe enseñarse y fomentarse.
Respecto de si la música es pensamiento – un logos sonoro, al decir del filósofo español Eugenio Trías- emerge una coincidencia entre los autores estudiados. Pues tanto los dos pensadores estudiados – el mentado Trías y Karl Popper, a pesar de sus diferencias metodológicas- como el músico letrado José Bernardo Alcedo estiman que los fenómenos musicales se ubican en un tercer ámbito – o tercer mundo – en el que de la fusión de lo emocional con lo simbólico surge una expresión que dinamiza estructuralmente el pensamiento: “Sostengo que el pensamiento tiene en la música una forma de exponerse. O que no queda confinado en exclusiva, como tantas veces se afirma, al dominio del lenguaje verbal, o a la palabra” (Trías).
En cuanto a la necesidad consecuente de su enseñanza y fomento, también los tres se suman, desde diferentes perspectivas a una única causa.
Así, el austríaco Karl Popper aboga por profundizar en la tradición clásica y barroca, que denomina “música objetiva” desechando el romanticismo y el expresionismo que, fiel a su concepción general del mundo, la naturaleza y el ser humano, considera decadente – “música subjetiva”- por acentuar el protagonismo de quien la compone, defendiendo una “música objetiva no como auto-expresión ni como hetero-finalista”.
José Bernardo Alcedo, el músico peruano compositor del Himno Nacional del Perú, intentó crear una infraestructura de establecimientos musicales en su país apelando a la nueva era que se abría con la fase republicana de construcción del Estado-nación peruano tras la Guerra de Liberación de los años veinte del siglo XIX. Pero, además, y en relación al tema que nos ocupa, dejó publicada una Filosofía elemental de la Música ,aportando una ordenada guía sobre diversos aspectos formales del arte musical, escritos de manera didáctica, para su estudio y difusión.
Por su parte, el español Eugenio Trías dedicó varias de sus obras y un gran número de artículos y ensayos a insistir, también desde su concepción simbólico-religiosa del quehacer humano, en la necesidad de aunar los estudios musicales y los filosóficos, tomando como una de sus líneas de investigación la obra de Gustav Mahler, en la que apreció “una inteligencia reflexiva y fabuladora de primera magnitud, muy dotada para la evocación literaria y para reflexión filosófica y teológica”.
Todo lo anterior nos dispone a reflexionar sobre este tema tan apasionante desde varias perspectivas.
La primera se refiere a profundizar en la dimensión simbólica del ser humano y a la consideración del logos – palabra valorativa del zoon politikón que decía Aristóteles en tanto que zoon ejón logón – como una expresión más, no única del pensamiento racional.
La segunda se inclina a cuestionar, por lo tanto, la necesidad de una educación musical – ¿y acaso también artística en general? – paralela a la transmisión convencional y discursiva del pensamiento, en el contexto de unos Estudios Generales de Humanidades tan escasamente valorados frente a la formación técnica y, en ocasiones, meramente tecnocrática hoy en día tan frecuente en universidades y centros de estudio.
Por fin, la tercera apunta a no dejar de lado cualquier iniciativa intelectual, profesional e institucional – ¿política, sería necesario añadir?- que contribuya mediante la investigación a matizar más y mejor sobre las cuestiones señaladas.
Y en consonancia con este último punto, como se ha señalado al principio, este ilustrativo libro del profesor Ricardo L. Falla Carrillo supone una aportación global a tener muy en cuenta para desarrollos y derivas posteriores».
Et tenebrae eam non comprehenderunt.