La columnilla de ayer – sobre los bestsellers– ha desatado comentarios varios, algunos de los cuales he reproducido evitando , como siempre, los anónimos rusientes.
Ya sé, y desde hace mucho tiempo, que este tema de la creación y su rentabilidad – dice ahora la juventud directamente «me renta» y/o «no me renta» – altera y mucho los ánimos sobre todo en comunidades pequeñas, como suele ser la literaria.
Por ello, he vuelto a recuperar de mi biblioteca Un arte de vivir de André Maurois, publicado en la hoy lejana editorial mexicana Anaya.
Dice Maurois en el capítulo titulado «El trabajo del artista» que la vida de quien desea dedicarse a la creación debe tener al menos tres partes. Una – humana la llama él – carnal y sentimental que le permita conocer a los seres humanos y sus circunstancias; otra de meditación y ensueño solitario, donde rumiar lo vivido y transformarlo en materia artística; y una última, en fin, en la que, por medio del estudio de los grandes maestros ( y maestras, habría que añadir hoy en día) y con la ejecución de pacientes ejercicios, se pueda obtener la suficiencia técnica que todo arte precisa.
Por si fuera poco, Maurois se adelanta a algunas de las preguntas más comunes respecto de los temperamentos artísticos y , por ejemplo, afirma que «el retiro total del mundo es malsano en la mayor parte de los artistas», añadiendo , con Goethe, que «la soledad es cosa bella cuando se está en paz consigo mismo y se tiene una labor definida» .
Doy cuenta de todo esto, por si sirve de guía y consuelo a quienes comienzan y puede reforzar a aquellos y aquellas que llevan ya un tiempo en este destemplado camino y ,en general, para dar un toque acerca de esos mundos interiores, tan alejados de la presencia social, en el que suelen vivir quienes se dedican a la creación artística de cualquiere índole…
(c) by Vicente Huici Urmeneta