Están sentados siempre en la misma esquina del bar, a la una de la tarde. Son dos sesentones avanzados y probablemente jubilados, él grande y barbado, ella delgada y fina.
Comparten una mesa sobre la que tienen extendido un periódico abierto cuyas hojas van pasando, entre los dos, lentamente. Mientras él bebe poco a poco una cerveza rubia y espumada y ella apura lo que parece ser un vino blanco , van leyendo el diario de cabo a rabo, señalando de vez en cuando alguna noticia y haciéndose entre sí numerosos comentarios y alguna que otra broma.
Cuando terminan la lectura, doblan el ejemplar cuidadosamente, se levantan, llevan el periódico y sus vasos hasta la barra, pagan y se marchan. Luego se les ve desaparecer entre el bullicio del mediodía unidos de la mano.
Más allá de lo sorprendente de poder contemplar algo así en un mundo de intercambio permanente de whatsapps y tik-toks, es inevitable aceptar que se trata de un rito desarrollado y perfeccionado a lo largo de muchos años. Un rito muy propio de gentes que han aprendido acaso, con el paso del tiempo, nuevas formas de amor, más allá de las tópicas y convencionales. Por ejemplo, la de leer un periódico juntos…
(c) by Vicente Huici Urmeneta