La semana que viene me toca hablar de La última vuelta del camino, la larga autobiografía entreverada de Pío Baroja, en el curso sobre Memorias y Autobiografías que vengo desarrollando en las aulas de ACAEX-EGIKE de la UPV.
Revolviendo papeles y fichas – de papel, de las de antes- he encontrado un apunte que dice: «En la segunda parte de La ciudad de la niebla ( 1909), Pío Baroja sorprende a sus lectoras y lectores con unas reflexiones acerca del libro que están leyendo, para terminar anunciando que ha decidido “tomar la pluma de su heroína” y convertir lo que era un relato en primera persona en otro, escrito desde la tercera persona. Parece así que Baroja se hiciera eco de las teorías del formalista ruso Viktor Schkolovsky, quien pretendía que, con técnicas similares, se conseguía el efecto de extrañamiento ( ostranenie), una de las claves para la supuesta renovación de la literatura contemporánea. La cronología desmiente esta posible influencia , pues las teorías de Schkolovsky son una década posteriores a la redacción de la novela mencionada, pero, en cualquier caso, con el ejemplo apuntado, queda un tanto en entredicho el cacareado carácter decimonónico de la narrativa barojiana».
Creo que ya usé esta reflexión en un artículo anterior hace una veintena de años, pero, una vez más, y más allá de sus derivas anti-todo (antisemitas, antiparlamentarias, antidemocráticas o anticomunistas) fruto probablemente un pesimismo histórico bien fundado en Nietzsche y Schopenhauer, su figura continúa pasando desapercibida , salvo para algunos atentos lectores como es el caso de Miguel Sánchez-Ostiz que no hace mucho nos regaló Pío Baroja, a escena: Una biografía a contrapelo , en la que se recogen los fundamentos del colosal fresco barojiano dando cuenta, además, de la potencia de su escritura.
Una potencia que le hizo hacer lo que después inspiró a otros ( por ejemplo, a Hemingway) y que se cimentaba en comenzar a escribir por donde le viniera en gana, terminar de la misma manera , cambiar sin previo aviso el punto de vista, e incluir, ad libitum, diálogos intensos o descripciones varias de paisajes y paisanajes.
Algunos han visto en este hacer una indolencia y desaliño que le impidió llegar a ser un Proust o un Joyce , pero, todavía hoy, en tantos ámbitos en los que la escritura se mantiene ligada a las normas rígidas de la literatura sancionada por parte de la crítica y el profesorado , resulta para algunos irritante la obra de este vasco-madrileño que quiso ser un escritor sin veleidades literarias.
Quizá por eso, casi nadie se acuerda de él , y menos aún quienes “ a fuerza de leer y no vivir, han perdido la noción de la realidad” ( La vida es ansí, 1912) y desean hacer de la vida literaria la vida misma, a pesar de que, en el fondo de sus corazones, no le perdonan al primer solterón de Itzea que , en su momento, vendiera más ejemplares que quienes hoy encabezan esas famosas listas de los libros «más vendidos»….
(c) by Vicente Huici Urmeneta