El documental La fábrica de mi padre debería ser de obligada visión y activo comentario en colegios ,escuelas y universidades, para dar cuenta de la vida cotidiana del mundo obrero, de sus reivindicaciones y de sus luchas, en un pasado no tan lejano pero acaso ya olvidado.
Me acerqué ayer por la tarde al Palacio Euskalduna Jauregia de Bilbao donde se presentaba el documental La fábrica de mi padre, tras haber recibido la invitación de Mikel Toral (ex-camarada sensu stricto), coguionista y codirector del film junto a Txutxi Paredes.
La sala estaba llena de supervivientes del mundo obrero y progresista del tardo-franquismo y de los primeros años de la Democracia, y el acto fue presidido por la Diputada Foral Teresa Laespada.
Esta doble condición volvió la convocatoria muy significativa a fuer de emotiva pues , por un lado ,se pudo asistir al relato puntual y sucesivo de los testimonios de trabajadores y trabajadoras de las grandes fábricas vizcaínas de aquellos años, como Luis Alejos , Marijose González o Txato Etxaniz, así como del abogado laboralista Perico Ibarra, y por otra parte se sumó el reconocimiento institucional, plasmado en la ayuda prestada para producción del film.
Un reconocimiento en forma de memoria articulada ya que , como destacó Imanol Zubero, sin memoria no hay perspectiva de futuro, avanzando la conclusión de que los derechos conquistados , y entre ellos los laborales, no lo son de una vez para siempre y que es a través de la organización y de la lucha como se deben mantener, siendo este último el mensaje del mínimo común multiplicador que se puede transmitir a las nuevas generaciones.
Así, La fábrica de mi padre debería ser de obligada visión y activo comentario en colegios ,escuelas y universidades, para dar cuenta de la vida cotidiana del mundo obrero, de sus reivindicaciones y de sus luchas, en un pasado no tan lejano pero acaso ya olvidado…
(c) by Vicente Huici Urmeneta