Ante la avalancha electrónica que ya homologa lo virtual con lo empírico, ha surgido un deseo profundo de verdad del tipo que sea, pues hacerse con una verdad no solo genera identidad sino también y sobre todo seguridad.
No son estas fechas caniculares muy propicias para reflexiones de gran calado a no ser que, como ya comenté en su momento, se tomen en un sentido homeopático.
Algo así, homeop`´atico, me ha ocurrido al volver a leer un nuevo artículo que intenta inscribir en el espacio literario (Bourdieu) eso que se ha dado en llamar edulcoradamente no-ficción.
Pues para comenzar, la tal expresión – que proviene del mundo anglosajón- no deja de ser un a modo de clasificación comercial que diferencia un tanto torpemente esos rankings de ventas de libros que se acogen a lo de «los más leídos».
Por si esto fuera poco, que ya es bastante sospechoso aunque probablemente justo y necesario, el núcleo de la caracterización de la no-ficción que antes se circunscribía al «ensayo» ahora se extiende a esa mixtura tan de moda apalabrada como auto-ficción – que ya ha sido consagrada con una Premio Nobel.
Hasta aquí , nada nuevo bajo el sol. Pero no (me ) deja de resultar irritante (¿neuronalmente?) que se le conceda a esta nueva expansión terminológica un contenido de «verdad más verdadosa», confundiendo ( ¿por ignorancia, por incultura general básica?) otra vez «La Realidad» con «La Verdad».
¿O acaso ficcionarse a sí mismo ( o a sí misma of course) otorga más garantía de verdad? Hasta ahora al menos no había sido así, por mucho que en sus anteriores manifestaciones ( memorias, autobiografías, dietarios…) intentara mediar un pudibundo y moralizante «pacto autobiográfico» ( Lejeune).
Más bien es posible que , ante la avalancha electrónica que ya homologa lo virtual con lo empiríco, haya surgido un deseo profundo de verdad del tipo que sea, pues hacerse con una verdad no solo genera identidad sino también y sobre todo seguridad.
Pero que este deseo se manifieste tan ciego que no tenga en cuenta todo lo que se ha meditado y escrito sobre este asunto, no ya desde Aristóteles, sino a lo largo de los últimos años, entra ya en el ámbito del oportunismo que, como casi siempre es un oportunismo dirigido por unos determinados intereses tan legítimos como discutibles.
Pues, por no ir muy lejos y por ejemplo, El cuaderno gris, de Josep Pla, una obra que hoy podría adjetivarse de auto-ficción por no-ficción, ya fue y ha sido convenientemente ubicada con precisión y sin esas pretensiones tan descaradamente verdadosas…
(c) by Vicente Huici Urmeneta