Diario de K empalma directamente con la tradición diarística de mayor excelencia en la que se pueden inscribir a Jules Renard o a Josep Pla que fueron capaces de hacer una épica sutil del devenir de la vida cotidiana.
Desde hace muchos años sigo la obra de dos escritores afincados en Gipuzkoa : Ramón Eder y Karmelo C. Iribarren.
A Eder ( Lumbier, 1952) lo conocí en un grupo de lletraferits que se reunía en la Pamplona tardofranquista de los años setenta y del que formaban parte, entre otros, Jesús Ferrero y Santiago Echandi, y en 1985 compartimos colección de poesía en la editorial Pamiela. Más tarde su escritura se dirigió hacia el aforismo, habiendo sido tan reconocido como premiado.
A Iribarren (San Sebastián, 1959) no he tenido el gusto de conocerlo personalmente, pero desde su primer libro me pareció un poeta sugerente, limpio y directo y así ha sido también reconocido y premiado. Su obra poética se ha ido compartiendo con el Diario de K ,una recopilación de prosas breves sobre asuntos varios que ha experimentado sucesivas reediciones y ampliaciones.
Y supongo que es quizás en esta confluencia, entre los aforismos de Eder y los textos breves de Iribarren sobre la que se articula mi interés, ya que desde que comencé a escribir he percibido que en ese tenor estaba mi camino y que debía alimentarlo convenientemente.
Ampliando esta breve reflexión yo me atrevería a decir que Diario de K, en la medida en que es un obra permanente construcción – y que se puede incluso seguir casi día a día, al menos en Facebook- empalma directamente con la tradición diarística de mayor excelencia en la que se pueden inscribir a Jules Renard o a Josep Pla que fueron capaces de hacer una épica sutil del devenir de la vida cotidiana.
Y para muestra un botón de hoy mismo:
«Agosto empieza a despedirse. Y con él la avalancha de turistas. Pronto sólo quedaremos los de siempre. Las calles volverán a ser nuestras. Será más fácil encontrarse con alguno de esos dos o tres con los que todavía se puede hablar de algo»…
(c) by Vicente Huici Urmeneta