
Pintan bastos y se extiende, como un humo oscuro y desasosegante, la sensación de la imposibilidad de La Política. Al menos de la política en el sentido gran-político o macro-político, ese sentido que , al cabo , ha terminado por ser una amalgama de neo-profetismo y cálculo estadístico del reparto de la muerte y los impuestos.
Decía el filósofo Michel Foucault en su ya casi olvidado El poder y la norma que «ni el control, ni la destrucción del Aparato del Estado resultan suficientes para la desaparición o transformación de un determinado tipo de poder», y de ello ya ha habido suficientes pruebas al calor de los últimos acontecimientos del tardo-capitalismo iliberal
Pues La Política, en el sentido antes expuesto y en el que se entiende habitualmente , continúa pretendiendo controlar el Aparato del Estado ( ¿ para mejorarlo? ) , o destruirlo ( ¿ para construir otro menos destruible? ) . Y gran parte de la sociedad civil asiste estupefacta a este espectáculo en el que únicamente puede participar cada cuatro o cinco años y según un régimen de codificadas acciones que mayormente y por desgracia, se legitiman en sí y a sí mismas.
Observar atentamente este proceso-espectáculo por lo demás ya tan profesionalizado – y aun suponiendo la buena fe de algunos y algunas de sus protagonistas- hace derivar después la mirada hacia esa sociedad civil abotargada, cansada y , muchas veces , harta.
Y el trabajo, si es que hay algún trabajo que hacer , parece que debería iniciarse desde ella misma y acaso en las antípodas de toda dimensión macro-política. Quizás haya que comenzar por hablar y reconocerse, acordando el sentido de las palabras. Y luego volver a reconocerse en la confluencia explícita de valores. Y después rescatar en la vida cotidiana esos valores multiplicando las referencias más allá de lo interpersonal, a través de la literatura, el cine y el arte. Y acaso, comenzar a vivir de otra manera.
Solo así, quizás, tenga algún día sentido volver a hablar de política , y de aquel zoon politikón que ,según Aristóteles, como ser social no es ni un gran dios omnipotente ni un mero animal instintivo…
(c) by Vicente Huici Urmeneta
Eres un optimista, huici…
Ya, optimista de vocación..