APOLOGÍA (ÉXTIMA) DEL PROFESORADO

Hace unos días, y coincidiendo con mi septuagésimo aniversario, recibí este mensaje:

Cómo estás, profesor? Querría aprovechar para decirte que me acuerdo mucho de tus clases, tus ánimos para escribir un artículo sobre las TIC, o de hacer un doctorado (que nunca realice por desgracia o fortuna); entre otras. Marcaste, no sólo en mí, sino en muchos y muchas compañeras de mi curso, y otros años, un aprendizaje y unas ganas de seguir formándonos los próximos 3 años en aquella pequeña universidad. Gracias, de corazón, y espero verte pronto para tomar un café algún día! Seguiré tratando de ser, cómo decía el gran Aristóteles, o como decía Peli, un «Zoon Politikon». Espero que tu hija y los tuyos estén muy bien. Saludos, y un fuerte abrazo; querido Vicente «Peli».

Ni qué decir tiene que estas palabras me han llegado hasta el tuétano emocional porque confirman, al menos en un caso, que pude realizar por completo mi vocación como docente, algo que tuve claro desde la adolescencia. Algo que defendí contra los vientos tecnocráticos propiciados por la perversa utilización de los denominados «planes de Bolonia» y las mareas conspiratorias intestinas a la que tan proclive es la vida universitaria, procurando siempre estar «atento a los estudiantes, a sus miradas y a sus preguntas» , como solía decirme en los momentos bajos una solidaria compañera

Y tambi´én porque me han recordado el periodo en el que estuve vinculado a mi muy querida Escuela de Magisterio Begoñako Andra Mari (Universidad de Deusto), que hogaño tiene un incierto futuro, tras haber sido arrancada junto a las dos hermosas palmeras que alegraban el barrio de Abando y donde ahora no hay sino un agujero infecto y vergonzante.

Hay, lo sé , mucho ensayo pedagógico y mucha buena narrativa sobre la experiencia de este mundo de la enseñanza, y también continúan accesibles obras cinematográficas muy relevantes al respecto, desde el clásico Rebelión en las aulas (J. Clavell, 1967 ) hasta La clase (L.Cantet, 2008) pasando por El club de los poetas muertos (P. Weir, 1989) o también el muy oportuno Hoy empieza todo (B.Tavernier,1999).

Pero quería que este mensaje, manteniendo su anonimato, pasara de mi intimidad a la extimidad, compartiendo así una experiencia más de transmisión crítica en una coyuntura iliberal en la que la enseñanza, en ocasiones bajo la indiferencia de la Administración cuando no su sordo consentimiento, se está convirtiendo en un negocio más en el que los y las estudiantes ya se contemplan como meros clientes y clientas…

(Con mi agradecimiento a Koldo Mitxelena, Julio Arostégui, Goyo Monreal , Jesús Arpal y José Carlos Bermejo Barrera que tanto me ayudaron en este empeño)

(c) by Vicente Huici Urmeneta

Publicado por

Vicente Huici

Sociólogo, neuropsicólogo y escritor.

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