
No me gusta ser agorero, ni nunca he participado de las denominadas «teorías de la conspiración», pero vengo comprobando que hay un fantasma que recorre las calles , las plazas , las terrazas de los bares y cafeterías, e incluso los autobuses o el metro: es el fantasma de la inseguridad.
De la inseguridad física ante la evidencia de la destrucción ocasionada por la DANA que se desató descontrolada en Valencia. De la inseguridad jurídica ante la constatación de la apertura aparentemente arbitaria y algorítmica de «casos» judiciales.De la inseguridad política ante el desprestigio de liderazgos y partidos políticos en medio de un barrizal de insultos.De la inseguridad económica ante la discriminatoria aplicación de aranceles por parte del gobierno de USA y las alteraciones consecuentes de precios y salarios.De la inseguridad internacional con sus connotaciones de rearme urgente ante la guerra en Ucrania y lo que ya se evidencia como un genocidio en Gaza.Y, por fin, en los últimos días, de la inseguridad energética con el imprevisible o imprevisto apagón eléctrico general. Por no hablar del fantasma de una inseguridad, se diría,moral, particular pero de proyección mundial ( católica) ante el relevo de un papado que puede ocasionar el mantenimiento de la linea pastoral emprendida o una regresión a los más sórdidos sótanos vaticanos
Es más que conocido que quienes aspiran a implantar un régimen autoritario, necesitan crear previamente un ambiente de inseguridad generalizada recurriendo a sabotajes (¿como el del AVE?) y a una toxicidad informativa reiterada dando cuenta de todo tipo de violencias,alimentando ese fantasma aterrador que asusta tanto individualmente como colectivamente.
Y, curiosamente ,ha sido el portavoz de la extrema derecha española quien a raíz de los últimos incidentes ha declarado :»Lo que necesitamos es seguridad» .
Será necesario mantener la atención ante estas maniobras tan perversas y ,sobre todo, ante la aparición de nuevos salvapatrias ( MAGX…) porque la seguridad que prometen solo garantiza la suya propia…
(c) by Vicente Huici Urmeneta