En una reciente entrevista, la periodista y escritora Rosa Montero decía que algunos artistas son en persona unos impresentables y ponía como ejemplos al cineasta Marco Ferreri y al novelista Orhan Pamuk.
Por supuesto, no todos los creadores ( y creadoras, of course) son así. Pero, obligados muchos de ellos a respaldar con bolos la publicitación de sus obras, algunos se lo tendrían que pensar antes de decir que sí.
Me vienen estas reflexiones a cuenta de la asistencia a la reciente presentacion de la última novela de un prohombre literario que sorprendió en 1989 con una exitosa obra.
Con voz impostada de cansado maestro de escuela, repitiendo una y otra vez que no era pensador ni psicólogo, estuvo pronunciado sin embargo frases del tipo » el hombre es un animal violento» o » el artista nunca trabaja con lo abstracto » adornadas con numerosos » ¡coño!». Y además solicitando entre bostezos, que le hicieran de nuevo cada pregunta… Impresentable, vamos.
Y es que ocurre que del hecho de que alguien destaque por sus cualidades creativas en las artes o en la literatura, no se deduce que tenga particulares habilidades sociales. Un ejemplo muy conocido era el de Manuel Vázquez Montalbán, divertidísimo en sus obras y sosísimo en el cuerpo a cuerpo. O el del mismo Eduardo Chillida, a quien recomendaban no glosar sus obras porque las tonterías que decía contrastaban drásticamente con las interpretaciones para – heideggerianas que pergeñaba la alta crítica de arte.
En fin , que el escritor escriba, que pinte el pintor y ruede el cineasta…Y que nos dejen sus obras, pero que no nos expliquen nada, sobre todo si no saben explicarse,porque a lo peor después de escucharles ya no queremos ver esa película o esa exposición, o leer esa novela…