Nunca he sido partidario de las planificaciones estratégicas, pues las he visto siempre de escasa eficacia salvo para llenar los bolsillos de los gurús del momento. Lo digo con conocimiento de causa, pues en mis años de gestión universitaria he participado en varios intentos, todos fracasados y mayormente olvidados tras una breve catarsis colectiva inicial.
Por el contrario, siempre he sido partidario de tener en cuenta los desarrollos orgánicos – de las personas y las instituciones- , algo a lo que – lo sé- no es ajeno el background taoísta que me queda como post- maoísta enderezado (1).
Tener en cuenta los desarrollos orgánicos significa mantener una atención rigurosa a lo que está ocurriendo, combinando una mirada fenomenológica – con la previa epojé , dejando en suspenso creencias, prejuicios o ideas preconcebidas – con cierta distancia zen para evitar la excesiva implicación.
Y esta actitud puede mostrarse enormemente creativa en tiempos de crisis, que para la cultura occidental, tan anclada en la tragedia heróica, suelen ser horas de «no enmedalla»,pero que para el mundo oriental, más próximo al curso fluido de la naturaleza, resultan ocasiones para el cambio.
Digo todo esto porque la crisis sanitaria generada por el COVID-19, que ha desencadenado una multiplicación económica, social,política y hasta cultural, puede ser una buena oportunidad para observar el comienzo de unos cambios que, de hecho,ya se están produciendo.
Así, mientras tirios y troyanos no cesan de reclamar la vuelta a la normalidad productiva anterior, algunas empresas dedicadas antes a la locomoción o a los electrodomésticos han emprendido un nuevo rumbo fabricando mascarillas ,equipos de protección individual o respiradores. Asimismo, el sector primario, casi siempre considerado como un resto de formas de vida periclitadas, ha remontado abasteciendo desde el kilometro cero, a través de una red comercial de proximidad que también va tomando un protagonismo esencial. Tampoco hay que olvidar el hecho de que muchos hoteles se estén reconvirtiendo en centros de atención sanitaria, como si se estuviera desplegando una pancarta con el lema : ¡Más hospitales, menos hoteles!…Y poco hay que decir sobre la industria del entretenimiento , porque a la vista está que ha entrado en una nueva fase de producción y distribución masiva, independientemente de su nivel de calidad.
Entre tanto, el sentimiento comunitario se ha extendido hasta unos límites hasta hace poco tiempo impensables, articulándose en ritos de mantenimiento como la salva de aplausos a las ocho de la tarde que están permitiendo conocer y reconocerse en los barrios; o esas disciplinadas colas que , salvo, excepciones, muestran un respeto hacia los demás también muy novedoso así como una regulación ordenada del consumo. En este sentido parece que están conjugándose nuevas formas de organización social que apuntan hacia una redefinición de lo político.
Por fin, el desarrollo estrella del siglo XXI, la digitalización de las comunicaciones por medio de las redes electrónicas y de los diferentes softwares, está sufriendo una prueba de fuego, en la que , por un lado, se están evaluando todas sus virtualidades, sobresaliendo las educativas, pero también sus limitaciones, y no tanto técnicas o tecnológicas , sino de su mero uso , hasta tal punto que el abuso está siendo corregido por la desafección de mucho usuarios saturados de tanta «información», o incluso por las limitaciones de algunas plataformas que, como por ejemplo,Whatsapp, no quieren colaborar en la difusión de fake-news o de bulos infundados.
Todos estos fenómenos , y otros más que se podrían citar,están dado muchas pistas sobre lo que nos espera en un futuro mediato y se corresponden a lo que anteriormente apuntaba en la linea del desarrollo orgánico, un desarrollo que no se va a ajustar a planificaciones previas diseñadas desde el pasado inmediato, y ante el que convendría, insisto, prestar mucha atención…
(1) Huici, V. 2010. “La crisis: perspectivas desde el pensamiento chino tradicional”, en Davila Legeren, Andrés (coord.) La idea de crisis revisitada: variaciones e interferencias, UPV/EHU, Bilbao, pp: 223-230[ ISBN: 978-84-9860-547-1]
«el sentimiento comunitario se ha extendido hasta unos límites hasta hace poco tiempo impensables» No sé don Vicente, no sé. El «futuro» es ese señor al que no he sentido presentado y que, por ende, me es desconocido
«Time present and time past are both perhaps present in time future…» que decía T. S. Eliot. El futuro, mon ami, ya está aquí, como el fruto en la plantita que crece casi invisiblemente…Gracias por el comentario.
Tus reflexiones son más bien desiderátum muy loables.
La quinta regla de San Ignacio se podría aplicar también a los razonamientos y predicciones.
Prefiero la sexta: » El que está en desolación, trabaxe de estar en paciencia, que es contraria a las vexaciones que le vienen, y piense que será presto consolado, poniendo las diligencias contra la tal desolación…» Gracias por el comentario.