El confinamiento tuvo como efecto colateral insospechado el renacimiento de la vida de barrio.
Al principio hubo un reconocimiento sumario de rostros de ventana a ventana, sobre todo durante la cita diaria de las ocho de la tarde para aplaudir el esfuerzo de sanitarios y sanitarias.
También durante las breves salidas cotidianas para hacer las compras de primera necesidad, comenzaron los saludos de muchos reconocidos que pasaron a ser conocidos debido a los inevitables encuentros en unos itinerarios muy reducidos.
La desescalada llenó de pronto los bares y las terrazas invadieron el espacio público sin duda para permitir la reactivación económica de este sector tan golpeado por la crisis económica que se ha sumado a la sanitaria, y , a pesar de muchos peros, las gentes del barrio se fueron reencontrando y los saludos se convirtieron en algún caso en breves charlas. En algunas de ellas nos enteramos de las pequeñas solidaridades que habían ido surgiendo a lo largo de los días de encierro; cuidado de niños ajenos, repartos de comida, compras para quienes no podían salir de casa…
De todo lo dicho se podría sacar la conclusión de que durante algunos días, y con altibajos, se fue creando un sentimiento colectivo un tanto novedoso que no respondía a fines u objetivos de altos vuelos, sino a la mera supervivencia de un grupo en un tiempo y un espacio muy concretos.
Algo, en fin, que evocaba a la «comunidad» primigenia de la cual hablaba Ferdinand Tönnies en su célebre obra Comunidad y Asociación , una evocación hacia la utopía en medio de la distopía que estábamos viviendo ( y que continuamos viviendo)…Y que sería muy positivo que no se perdiera…
En mi opinión esa supuesta solidaridad no era mas que una mera apariencia, como posteriormente se pudo ver, producida por el aburrimiento de la gente. Vivíamos entre aplausos (ficticios). El buen vecino solidarios salía al balcón todas las tardes a las 20 horas a aplaudir la gran y heroíca labor, en eso sí estoy de acuerdo, de los sanitarios. Los sanitarios aplauden a esos buenos vecinos. El enfermo que sale de la UCI es aplaudido por médicos y enfermer@s. El mismo enfermo se medio levanta de la camilla y responde a ese aplauso. La policía se aplaudía a sí misma y a los sanitarios. Los sanitarios devolvían ese aplauso. Los padres del niño que cumplía años llamaba a la policía para que felicitaran a su hijo tocando la sirena del coche policial y ya si podían que le cantasen el » Zorionak zuri» (en algunos casos hasta han bailado ) luego esos padres y vecinos agradecidos les devolvían el aplauso. Algún día los bomberos aparecieron por las calles «aplaudiendo» con las sirenas. El vecino del 5º se ponía a cantar o poner música porque era un enrrollado muy solidario y le gustaba levantar la moral del barrio. En fin….y a la de menos que nos dejan cierta libertad pues lo que se ha visto; Bares abarrotados sin distancias, mascarillas por el cuello, botellones, reuniones familiares con besos y abrazos pero es que jo, es que somos tan majos y solidarios que a veces no podemos evitarlo y va con nuestro carácter, somos así, no como esos fríos y sosos pueblos del norte Europeo. A veces se confunde con egoísmo, inmadurez, infantilismo, ¡pero que va eh! ¡ni pensarlo!, es que somos así
También…Gracias por el comentario.