«No aguardar a ser Sol que se pone» dice Baltasar Gracián en el aquí tantas veces comentado ( y recomendado) Oráculo manual y arte de prudencia.
He recordado estas palabras al enterarme de que Miguel Bosé ha desaparecido como por ensalmo – según se decía antes- de las redes sociales tras sus últimas apariciones tan siniestras como escatológicas.
Este Bosé había sido chico de buena familia y mejor apariencia, y desde su infancia había dado muestras de vocación por la farándula variopinta. Figuró como cantante y como actor durante muchos años, aupado sin duda , como tantos otros y otras, por sus apellidos y también, sin duda , por su saber hacer , por aquello de que «de casta le viene al galgo».
Triunfó editando veinte álbumes de música y vendiendo más de treinta millones de copias en todo el mundo,y se consagró como uno de los personajes permanentes de las revistas del corazón por motivos propios y ajenos.
A partir de 2018, Bosé llamó la atención por su demacrado estado de salud dando lugar a rumores diversos relacionados con su vida privada. Muerta su madre, Lucía Bosé, en marzo de 2020, a consecuencia del coronavirus, desde junio comenzó a manifestar opiniones negacionistas sobre la pandemia a través de las redes sociales, defendiendo una teoría conspiratoria que relacionando a Bill Gates con la vacuna para el COVID-19 y el desarrollo de la tecnología 5G, denunciaba un pretendido «plan macabro y supremacista» para conseguir el control de la población mundial.
Sus opiniones potenciaron notablemente el controvertido y ambivalente movimiento negacionista y lo que hubiera sido considerado el punto de vista de un perturbado fue tomado como referencia indiscutible para algunos, debido a su condición de figura pública.
La relevancia de su presencia en las redes sociales – como ahora su ausencia – puede dar mucho que pensar sobre lo que estas transmiten a pesar , o no, de sí mismas, pero no deja de suponer un patético final,el patético final de quien ha pretendido ser un Sol cuando ya en vez de iluminar, oscurecía.Una buena lección para muchos ( y muchas, of course).Pues …»Máxima es de cuerdos ,dexar las cosas antes de que los dexen»…
También se le puede aplicar la entrada 166 «Saber distinguir al hombre de palabras del hombre de hechos»
Sin duda, don Antonio…Siempre quedará, para quien le guste, el «amante bandido»
Los méritos artísticos de Miguel Bosé deberían ser reconocidos incluso por aquellos a quienes no nos ha gustado.
Recuerdo que hace bastantes años (no puedo recordar la fecha exacta) saltó a algunos periódicos y radios generalistas (supongo que los especializados se partirían de risa) un trabajo literario (?) de alguien que defendía la tesis de que García Lorca era un fraude de escaso valor para el mundo de la literatura. Recuerdo también que un amigo mío, muy culto pese a haber dejado sus estudios al acabar bachiller sin haber hecho COU, con asombrosa sencillez se limitó a explicar. «decir que Lorca es un genio no genera entrevistas ni vende… lo contrario sí».
Tengo la sensación de que Miguel Bosé, como Oscar Matzerath, rechaza el mundo maduro/adulto, y busca, dado su silencio artístico, el «que hablen de uno…aunque fuere bien».
Si ese afán no llevara implícita la posibilidad de generar muchas víctimas, no pasaría de otra anécdota similar al terraplanismo… pero, lamentablemente, esa posibilidad está ahí.
Un saludo
Así es, y, como se suele decir, lo cortés no quita lo valiente. Gracias por el comentario…y el seguimiento.
En el país de los ciegos Bosé es el tuerto
Usted mismo.
Más bien es el tarado.