En los ya lejanos tiempos del apogeo profesional, cuando a uno le invitaban a hablar y dar que hablar en universidades extranjeras, el viaje a Estados Unidos de América se hacía muy condicionado por la promesa de que, a la vuelta, se traerían unos cuantos Levi’s 501 y varios números de zapatillas Converse.
Desde entonces todo ha cambiado y mucho – y está cambiando-: «The -Times-They -A- changin'» – pues ahora ya no hay ningún problema para conseguir los mentados blue jeans y de diferentes numeraciones, y aquellas zapatillas históricas se han diluído en un mar de marcas de nombres tan significativos como Nike, ( o sea, Victoria en griego) o, por poner otro ejemplo, ASICS ( es decir «anima sana in corpore sano», en latín).
Y los tiempos han cambiado tanto que si los Levi´s eran muy working class en su origen,y luego hicieron furor entre el pijerío progre, la zapatilla, como arma cargada de futuro, se ha soltado la melena hasta el zapatillismo.
Pues, tal que micro-sociólogo ( burgués) en excedencia, varias aproximaciones empíricas de carácter cuantitativo pseudo-estadístico, no han dejado de confirmarme la prevalencia del uso de la zapatilla deportiva floreada entre todo tipo de gentes, desde los palacios más altos hasta las cabañas más bajas, y desde la juventud multicultural y polícroma hasta la vejez tan ridícula por proactiva.
De manera que, desde aquí, hago un llamamiento a profundizar en este fenómeno tan singular que sobrepasa la moda por su connotación «sportif»,que al mismísimo Roland Barthes ( el de El sistema de la moda ) hubiera dejado en orsay – como se decía antes- y que a la vista de la post-pandemia puede constituirse en trend topic social.
Pero, entre tanto, y aunque como decía el buen y desaparecido amigo Aitor Mazo, «del deporte también se sale»…por si acaso… ¡ ponte las zapatillas ya !
Digamos que todo se corresponde con la « democratización del gusto » , que le vamos a hacer.
«Del deporte también se sale» Me recuerda al comensal que al ofrecerle el maitre agua para la comida, levantando las manos hasta la altura de la cara exclamó comedidamente ¡No, gracias, lo estoy dejando!
Acabo de ver un capítulo de la serie «Get Shorty» (en HBO, muy buena y divertida) en el que aparece una escena: un pobre diablo mafiosillo joven y negro lleva unas zapatillas Snikers ciertamente espectaculares; llega otro mafiosillo latino y le dice lo mucho que le alucinan; el de las zapas le dice, como sin darse importancia, «son una edición limitada» y esto le hace sentirse sumamente importante ante el otro, quien quiere unas iguales, siendo advertido nuevamente de que son «edición limitada» y que le costará conseguirlas, hay que hacer una cola de horas y el suministrador local sólo vende unas pocas al día, aunque si las consigue podría venderlas de segunda mano por cuatro o cinco veces su precio, pues son muy deseadas… En fin, la importancia de las zapatillas…
Excelente anécdota y muy bien relatada…¡ Ah las zapatillas!