El ministro de universidades, Manuel Castells, no se prodiga en los medios de comunicación pero cuando lo hace, generalmente por medio de un artículo sabatino, resulta tan claro como distinto cuando no terminante.
Y así finalizaba su último escrito – Fronteras: «Hemos provocado una globalización multidimensional que nos hace interdependientes en todo el planeta y ahora nos separamos cada uno detrás de fronteras arcaicas que no tienen sentido más que como aparatos de poder enraizados en identidades dudosas. Las fronteras que ahora levantamos marcarán los contornos de nuestras propias tumbas».
De que se ha producido una globalización multidimensional no puede haber dudas y se ha puesto de manifiesto tanto en la extensión de la pandemia del COVID-19 como en el incremento del 83% en los beneficios netos de Amazon – según sus propios datos.
En cuanto a las fronteras, un tema apasionante (1), sean o no muy arcaicas, casi todas, las realmente existentes o las ideológicamente vigentes, responden a divisiones teóricas y prácticas del siglo XIX, matizadas luego y sobre todo por las dos guerras mundiales del siglo XX.
Sobre que las fronteras sólo tienen sentido como aparatos de poder, en ello pueden coincidir desde Max Weber hasta Lenin, por citar casos extremos de legitimimación de modelos de estado muy diferentes.
Y , en relación a las identidades, ¿qué más de lo ya mucho dicho se podría añadir? Quizá tan sólo que para bien y para mal, provenientes mayormente de clasificaciones primitivas y religiones transversales, todavía se manifiestan como patrias ( o matrias) protectoras , siendo, por lo tanto , todas tan dudosas como acaso necesarias.
¿Marcarán pues estas fronteras resucitadas los contornos de nuestras tumbas? Probablemente… Si no nos recuperamos pronto del nuevo rapto de Europa…
(1)Davila Legerén, A. y V. Huici Urmeneta. 2020. “Metafiguras de la frontera: frente, fronda y frunce (Una aproximación socio-genética)”, en Roche Cárcel, J. A. (ed.) La sociedades difusas-La construcción/deconstrucción sociocultural de fronteras y márgenes, pp. 11-24. Barcelona: Ed. Anthropos.
La pandemia podría haber sido una oportunidad para eliminar todas las banderas, pegatinas y símbolos que nos dividen a los seres humanos. Un gran mal que afecta a todos por igual, que salta de un país a otro, de un pueblo a otro, y que nos mata igualmente.
Y seguiremos divididos por el lugar de nacimiento, algo que nadie elige.
Gracias por el comentario.
«…siendo tan dudosas como acaso necesarias».
El rapto de Europa al que aludes, ¿podrías desarrollarlo más?
Un saludo, Vicente, y una vez más gracias.
Castells es ese señor que ejerce de todo en el gobierno menos de lo suyo. Es un artista.
El rapto de Europa alude por supuesto al mito, pero, en este caso, a la oportunidad perdida para haber reaccionado como una comunidad – la UE- ante la pandemia del COVID-19.
Razón llevas, Huici. En lo único que ha reaccionado -la UE- como comunidad es en la compra de vacunas, y por tanto, se la han colada como a una primeriza. Cuando funciona para lo que nació realmente, es decir como «matria» protectora de corporaciones privadas, lo hace muy bien. Otra cosa es cuando pretende proteger a la gente corriente (parados, enfermos, mayores, expatriados, náufragos, gente que necesite refugio).
Esperemos que Von der Layen aprenda.
Gracias por el comentario.Parace que la presidenta ya ha hecho su autocrítica: esperemos que sirva para algo.
Hola
Yo creo que el concepto de frontera no tiene, a día de hoy, más que un significado, a pesar de que la RAE le otorgue otros, y efectivamente, ese significado es antiguo.
Como muy bien apuntas en el caso del COVID y de Amazon, a la que se les podrían añadir el que músicos latinos, africanos o coreanos ganen premios americanos, que haya restaurantes y comidas de cualquier región en cualquier ciudad y pueblo grande, que gran cantidad de religiones esten presentes en cualquier sitio, que un escritor japonés sea uno de los más leídos en el mundo…Desde luego las fronteras «culturales» se han difuminado (no emito juicio de valor sobre la bondad o ausencia de ella de este hecho). Como vemos, aunque para ello haya algún subterfugio más o menos legal, los capitales, motor del mundo actual, tampoco tienen fronteras, o se las saltan. Sólo algunos hombres, mujeres y niños tienen una frontera enfrente, aquellos hombres, mujeres y niños, que pretenden huir de la miseria o de la persecución.
En realidad las únicas fronteras que siguen existiendo son aquellas que muchos de esos que, con razón seguramente, criticaban el muro de Berlín, quieren reforzar con vallas, y muros de todas clases, mientras la Europa raptada o sin raptar, calla.
Un saludo
Y sin embargo…Europa ha sido la última utopía política. Gracias por el comentario, como siempre tan atinado.