Hace ya muchos años, una buena amiga que trabajaba supervisando las exposiciones de una sala institucional me comentó que, al finalizar una de ellas , se comprobó que había desaparecido una pieza. Hechas las correspondientes indagaciones, un obrero que participaba en el montaje confesó que se la había llevado a casa para utilizarla como perchero.
Esta anécdota puede ser muy similar a otras muchas, como ,por ejemplo, la de quienes se hacen sonrientes fotografías junto a la «araña» (Maman) de Louise Bourgeois , ubicada en el exterior del Museo Guggenheim Bilbao, sin percatarse de la profunda tragedia bajo la que se amparan.
Tal incomprensión entre la obra y el público, solo puede acaso entenderse teniendo en cuenta la crisis del realismo y la aparición de las vanguardias durante el siglo pasado. Una crisis multifactorial que , por un lado, recuperó la impronta del artista frente al artesano ,desenvolviéndose en el ámbito del juego, y que, por otra parte ,generó un nuevo espacio artístico capitalista y especulativo, equivalente al ámbito de la arbitrariedad de los antiguos mecenas.
La última vuelta de tuerca de estas tendencias está siendo probablemente la aparición de las obras digitales en NFT ( Non Fungible Tokens ),de particular reproducción codificada y rápida obsolescencia, objetos al cabo perfectos para el ámbito del arte en la edad de la virtualización generalizada, tan acelerada durante la pandemia. Una pequeña muestra de ello es la obra » Io sono» del artista italiano Salvatore Garau, que ha conseguido vender una escultura intangible e invisible por 15.000 euros. Pero en el «mercado» de los NFT se mueven ya millones de divisas.
Y si, como tantas veces se ha comentado, el arte adelanta en sus nuevas formalizaciones estéticas las futuras configuraciones interpersonales y sociales, este nuevo paso debería dar mucho que pensar, sin recurrir necesariamente a la antigua fábula de El traje nuevo del emperador , de H. C. Andersen…
Vicente:
Una vez más nos ofreces un magnífico motivo de reflexión.
Sin embargo, yo veo un puntito de discrepancia. Y es el siguiente:
No creo que sea una diferencia entre “la crisis del realismo y la aparición de las vanguardias durante el siglo pasado”, sino de la apropiación de la altas clases sociales del denominado “arte”.
Todos sabemos que en un momento fue la Iglesia, luego la Burguesía, luego fueron las monarquías….si alguno de ellos compraba una obra de arte o valoraba a un artista, eso era “palabra de Dios”, hasta que nos enteramos que un tal Modigliani pagaba sus consumiciones en un bar con sus obras (lo que al nieto del tabernero le vino de perlas, cuando las descubrió llenas de polvo en un rincón del sótano).
Hoy son los burgueses cibernéticos (muchos de ellos menores de edad y residentes en Andorra) quienes nos explican lo que es el arte. La gente con “posibles” compra obras de arte que les hagan juego con el color de sus cortinas, o compra “una escultura intangible e invisible por 15.000 euros”. Es otra forma de invertir, porque el “ladrillo” está muy visto.
El ARTE, así, con mayúsculas, es una muestra de nuevos universos, y no creo que, como dicen algunos, tenga que ser algo que “adelanta en sus nuevas formalizaciones estéticas las futuras configuraciones interpersonales y sociales”, podría, perfectamente, descubrir mundos a los que la sociedad ya ha dejado atrás.
Creo que fue Luis Racionero quien dijo que en el presente no se puede hablar de “obras de arte” sino de “propuestas artísticas” que ya se verá si llegan a ser aceptadas por la sociedad, a pesar de que muchos, siguiendo con “el traje nuevo del emperador” sigan premiando obras musicales que, 40 años después, cuando alguien las oye en la radio cambia inmediatamente de dial ( creo que también es de Luis Racionero refiriéndose a las llamadas “músicas abiertas”)
Parta terminar, estimado Vicente, unos gastan 15000 euros en “una escultura intangible e invisible” como otros gastan 200000 euros en un coche que jamás utilizarán o 5000 euros en cocaína porque tienen una fiesta próxima…. Sólo es dinero. No es Arte, ni mecánica, ni….
Un saludo.
Acertadísimas reflexiones, como siempre. Muchas gracias por tu aportación.