El otoño es el tiempo de recogida de los frutos del año y también el anuncio del próximo recogimiento invernal.Y como fruto no del año sino de muchos años ha venido a ver la luz una obra singular tanto por su contenido como por las perspectivas que a partir de ella se abren.
Se trata de Inicio y éxito del acordeón en Euskal Herria: el baile de La Casilla de Bilbao, cuna de su expansión (1880-1923) de Aingeru Berguices Jausoro (Bilbao, 1957) ,publicado por la editorial Pamiela con la colaboración de Bizi-Hitza Fundazioa.
El libro se hace eco de lo fundamental de una tesis doctoral presentada en 2016 en la que el autor, maestro organero y etnomusicólogo de largo recorrido, da cuenta de los avatares de un instrumento muy presente en la vida social de finales del siglo XIX y principios del siglo XX. El estudio está centrado en Bilbao y alterna aspectos técnicos con un amplia contextualizaci´ón histórica que ubica su utilización en el ámbito de los bailes populares.
Más allá del documentado depliegue de datos, la tesis defiende la pertinencia de tener en cuenta un aspecto tan particular como lo musical- y en este caso concreto el uso de un determinado instrumento – en la mutación de los paradigmas de socialización, sobre todo en épocas de grandes transformaciones urbanas y socio-económicas como las del periodo que se analiza.
En este sentido, la investigación que muestra la obra abre asimismo una pauta metodólogica que sin duda tendrá posteriores derivas , pero que ya se ha constituido en sí misma en un clásico para los próximos cien años, como ha afirmado el catedrático de Historia Contemporánea y prologista, Joseba Aguirreazkuenaga.
Pues , al fin y al cabo, y como comentaba aquel ampurdanés universal que fue Josep Pla, “En el clos d´ una cultura, hi ha una missió obscura però indispensable: continuar». Y nada mejor para continuar que sumergirse en esta obra, profusamente ilustrada, y editada con el primor que suele ser habitual en la editorial Pamiela.
«Esa voz humilde que aburre, que cansa, que fastidia al principio, revela poco a poco los secretos que oculta entre sus notas, se clarea, se transparenta, y en ella se traslucen las miserias del vivir de los rudos marineros, de los infelices pescadores; las penalidades de los que luchan en el mar y en la tierra con la vela y con la máquina; las amarguras de todos los hombres uniformados con el traje azul sufrido y pobre del trabajo.
¡Oh modestos acordeones! ¡Simpáticos acordeones! […] Vosotros sois de nuestra época: humildes, sinceros, dulcemente plebeyos, quizá ridículamente plebeyos; pero vosotros decís de la vida lo que quizá la vida es en realidad: una melodía vulgar, monótona, ramplona ante el horizonte ilimitado…
Es una voz que dice algo monótono, como la misma vida; algo que no es gallardo, ni aristocrático, ni antiguo; algo que no es extraordinario ni grande, sino pequeño y vulgar, como los trabajos y los dolores cotidianos de la existencia.
¡Oh la extraña poesía de las cosas vulgares! »
“Elogio sentimental del acordeón” en Paradox Rey (1906) de Pío Baroja.
Milesker…Ederra, bai…