La Versilia es la zona noroeste de la Toscana situada entre la cordillera de los Alpes Apuanos y el Mar de Liguria y en ella se asientan los territorios cruzados por el río Versilia, destacando Pietrasanta como capital, e incluyendo Camaiore y la llanura costera que se extiende hasta Viareggio.
Conocí esta preciosa región italiana en el verano de 1985 con ocasión de un Curso de Lengua y Cultura Italiana en el Collegio Cristoforo Colombo, sede de la Universitá delgli Studi di Siena en Viareggio.
Casi cuarenta años después he vuelto a estas tierras, residiendo en esta ocasión en Pietrasanta, y, todo hay que decirlo, hospedándonos en el Hotel Apuana , uno de los pocos en los que todavía se puede disfrutar de trato familiar y comida casera.
Sobre aquella primera estancia en Viareggio, escribí una nota ,inspirada en el tono de Josep Pla, que decía lo siguiente:
«En el Cristoforo Colombo, nuestro profesor de italiano nos había descubierto que la lengua de Dante era la única que se pronunciaba como se escribía, y unas risas filológicas habían recorrido el aula, salvo en los rostros de dos valkirias rubias que tan sólo habían levantado la ceja izquierda en señal reprobatoria.
Julia y Yuma, que así se llamaban las valkirias, eran de Dusseldorf, y todos admirábamos su capacidad para tomar el sol en la playa de Viareggio mientras con una sola mano sostenían el grueso manual que los demás transportábamos costosamente desde la habitación colegial hasta el aula 203.
Por otro lado, parecían ser las únicas alumnas que, al atardecer, pasaban de la sesión de maquillaje, y solían presentarse en el Viale Carducci en vaqueros y camiseta. Pero tenían tan buen tipo y eran tan altas y tan rubias que competían, probablemente sin querer, con el resto de las colegas que ajustaban sus curvas en vestidos veraniegos de Armani o Valentino.
El Colombo dependía de la Università degli Studi di Siena, así que en pleno ferragosto fuimos a conocer la casa matriz académica. Tras recorrer los pasillos sacros de la universidad, nos llevaron a comer a la Piazza del Campo.
Creo que hasta que no entré en aquel lugar no había entendido lo que era una plaza. Un amplio abanico abierto se extendía de arriba abajo en un semicírculo perfecto donde se sucedían las terrazas multicolores de bares y restaurantes. Al fondo, serio y egregio, se alzaba el Palazzo Publico acogiendo fraternalmente todas las miradas. El lugar daba una sensación fluida y lenta, pero todos sabíamos que, por aquellas fechas, era el escenario sobre el que se desarrollaban unas célebres carreras que intentaban rememorar los torneos medievales y que daban el nombre a la plaza.
Comimos una sabrosa pizza en Il Bandierino y después nos fue concedido un café solo y muy corto con un trocito de panforte (dulce muy recomendable para largas caminatas).
Julia y Yuma me miraban complacientes mientras yo daba cuenta del último sorbo de aquel ristretto. Y a mí, animado por mis parafilias filosóficas, se me ocurrió decirles que, si Martin Heidegger estuviera en aquella mesa con nosotros (en realidad dije en un torpe italiano “con nosotras”), habría descubierto la placidad de la plaza en cuanto que plaza.
Ellas no me entendieron como era de esperar, pero se asustaron un poco al oír mentar al filósofo nazi de Heidelberg, y, de hecho, pude apreciar que se les ponían de punta los pelillos de las piernas que, como buenas alemanas, no se habían depilado. Unas buenas piernas, por cierto, a pesar de todo».
Y a lo largo de estos últimos días me he recreado escribiendo estos otros apuntes que han aparecido en varios medios digitales y que espero muevan al menos a la sonrisa. Vale!
LA VERSILIA ( y Orlando Furioso)
En medio de un verano en el que he andado de aquí para allá, un tanto como Jacques Tati en su Les vacances de M.Hulot, al decir de mis circunstantes, he recalado en la Versilia, en la Toscana italiana.
El objetivo estratégico de este movimiento de nuestro pequeño – pequeñísimo- cuerpo de ejército era y es el deslumbramiento colectivo familiar ante la alegre policromía de las ya famosas Cinque Terre.
Any way , la inmediatez táctica apuntaba a mi reconciliación con aquel Viareggio en el que, como San Pablo, caí del caballo j-c-m-l mientras estudiaba la lengua del Dante, en una de esas iluminaciones que se manifiestan de pronto, probablemente tras un largo proceso inconsciente.
De las Cinque Terre que miran al mar de Liguria, hablaré otro día, pues por ahora el mayor descubrimiento ha sido, están siendo, las bellísimas montañas de los Alpes Apuanos, esos Apeninos que se levantan desde detrás de las playas ya muy domesticadas de la Versilia.
Y hacia aquellas montañas, hacia Castelnuovo di Garfagnana , fuimos ayer, subiendo una larga carretera que haría las delicias del ciclismo todavía no infartado. Y , como casi siempre suele ocurrir cuando se tira de la intuición , resultó que llegamos en pleno ferragosto, el día que se celebraba el quinientos aniversario de la toma de posesión de Ludovico Ariosto ,el conocido autor de «Orlando Furioso» como delegado local del Duca di Ferrara.
Y no hizo falta leer los paneles informativos de La Rocca, la residencia de Ariosto, para saber que el célebre vate pulió hasta la obsesión una nueva versión del «Orlando» para combatir el pesado hartazgo del desempeño de un cargo que tuvo que aceptar a regañadientes ,arruinado como estaba.
Así que cuando al atardecer, oliendo a tormenta eléctrica, volvíamos hacia Pietrasanta, yo me quedé pensando en cuantas obras, cuantas grandes obras literarias han sido fruto del aburrimiento…
LA VERSILIA( y los perrijos)
Como vasco-navarro acostumbrado a las aguas cantábricas, los arenales de la Versilia me parecen de los más sosos del mundo mundial con la salvedad de los estanques dorados caribeños cuando no hay tifones ni daiquiris.
Aún así una atención latente siempre descubre cosas curiosas en el paisaje o el paisanaje.
Y en este caso el descubrimiento, en el borde del deslumbramiento, ha sido la constatación empírica del gran número de perrillos que acompañan a los usuarios ( y usuarias, of course) de las mentadas playas.
Se trata de perros muy pequeños, algunos pequeñísimos,mayormente transportados en cestillos o, incluso, en algunos casos, en mínimos carritos de bebé, o a pelo entre los brazos.
Este fenómeno ,ya ciertamente extendido en la piel de toro, parece haber adquirido aquí una manifestación definitiva, italiana se podría decir acudiendo al tópico,pero asaz sorprendente.
Mi colega, el sociólogo Giuseppe Versace – nada que ver con los famosos- dice que este fenómeno se debe y mucho a la necesidad de disponer de un repositorio emocional durante los pasados tiempos pandémicos en los que la relación social se volvió tan problemática y que, visto lo visto, ha quedado como una modalidad alternativa de encariñamiento escasamente conflictiva: por lo general los perros no hablan.
Y tal parece ser sin saber si esta nueva práctica – en sentido bourdieuano – que Giuseppe centra en la experiencia del perrijo ( de perro e hijo) transformará y hasta qué punto la pirámide poblacional…
LA VERSILIA ( y Pinocho)
Mientras vamos ( me llevan) hacia Collodi, leo en Il Tirreno que España ha elevado su PIB un 1,1% en el último trimestre, siendo la tasa más elevada de Europa y una de las más altas del mundo. Y yo ahí lo dejo para debate de tirios y troyanos porque el atasco en la A-12 es de órdago.
De pronto oigo voces a mi izquierda y a riesgo de tortícolis aguda, compruebo que dos jovenzuelos del coche de atrás se han bajado en medio de la autopista y en sacando unas sillas de playa están en alegre tertulia.
Tras diez minutos de jolgorio y alaridos, entre luces azules que veñen e van con sus correspondientes sirenas a todo trapo, la marcha se reanuda, los jóvenes se reagrupan y la vida sigue igual.
Llegamos a Collodi, del que tomó su nombre literario Carlo Lorenzini , el conocido autor de Las aventuras de Pinocho y proactivo militante piamontés.
Collodi es un gran complejo temático sobresaliendo a fuer de lo pinochético, un precioso jardín y un maravilloso parque en el que revolotean mariposas de todo el mundo.
Fiel a mi instinto ,revuelvo entre libros en un a modo de puesto bouquiniste y encuentro lo que buscaba – lo digo sin pretensiones psicoanalíticas ni orientalistas- : una vieja edición del Libro de Collodi que creo debería ser de lectura obligatoria, sobre todo para la estudiantina de Ciencias Políticas.
Y para redondear la jugada, compro, previo permiso de mis legítimas, un pequeño Pinocho articulado de madera que voy a colocar junto a mí, tras el ordenata, para procurar escribir menos mentirijillas…
LA VERSILIA ( las playas…y los carlistas)
No sabe bien el personal que se acoge a la nacionalidad española – aunque sea por imperativo legal – el chollo que tiene en la larga cinta de playas que rodea la piel de toro y que dispone por lo general de un acceso libre y fácil, de duchas y servicios, y,lo que suele ser más importante, de socorristas y puestos de socorro.
Pues en tierras italianas la mayor parte de los arenales está privatizada bajo la figura del lido o el bagno , negocios que ofrecen todas las prestaciones ad hoc previo pago, quedando tan solo en lugares bastante inhóspitos y de difícil acceso alguna que otra spiagga libera, tan libre que carece de todo lo que no sea arena ardiente y resaca mediterránea.
Este modelo de domesticación playera alcanza su paroxismo en la Versilia, en la que poblaciones bellas y discretas como Pietrasanta o Camaiore , disponen de unas marina saturadas de establecimientos balnearios de nombres tan elocuentes como Nettuno , Paradiso o Sirena..
A fuer de lo diga la Sociología, la Historia o la Economía, parece estar claro que este modelo de explotación turística del litoral marino se acuñó en los años veinte del siglo pasado de manos de la nueva burguesía triunfante- que , por otro lado, financió edificios modernistas tan espléndidos como los de la passeggiatta de Viareggio- y que, con el paso del tiempo , se ha democratizado.
Porque la aristocracia de siempre, la que ha tenido a bien no trabajar y vivir de las rentas, y deleitarse con su blanca palidez, nunca ha frecuentado las playas, prefiriendo permanecer en sus grandes mansiones recibiendo a sus análogos ( y análogas, of course), como, por ejemplo, Margarita de Borbón y Parma, esposa del pretendiente Carlos VII, en su magnífica villa de la pineta de, precisamente, Viareggio…
LA VERSILIA ( ya de vuelta…y media)
La despedida ha sido correcta, ni demasiado formal ni muy emotiva, debido probablemente a que connotamos cierto frío espíritu nórdico – de tan rubios nos confunden muchas veces.
Aún así ha sido una despedida personalizada,consecuente con el trato familiar y la comida casera – hablo, no puedo evitarlo, del Hotel Apuana de Pietrasanta.
Todo lo contrario a lo que ha venido a continuación. Pues, nada más ir a repostar gasolina, nos ha sorprendido un complicado sistema de toma y daca, a base de una fianza previa de 150 euros vía VISA porsiaca, echar lo deseado, y descontarlo on time. No había ningún humanoide por los alrededores y, más adelante, hemos comprobado que, de haberlo y solicitar sus servicios, el precio del litro subía un 15 %.Supongo que este procés comenzó el día en que aceptamos el autoservicio sin descuento alguno.
Tampoco ha habido humanoides en los peajes de las sucesivas autopistas – la verdad, podían acordar un sistema de compensación para evitar tantas paradas y sus consiguientes retenciones – aunque un a modo de Siri nos diera siempre las gracias ( en pagando, of course).
Pero el colmo ha sido que en un área de avituallamiento, he debido programar un espresso en una pantalla que me ha solicitado nombre, primer apellido, email y número de tarjeta de crédito, para , una vez hecho todo lo cual y marcando NO a sucesivas sugerencias ,ir a un mostrador con un justificante que se podía doblar en cuatro…y que me dieran un cappuccino. Aún así el , digamos, desajuste anterior, ha tenido su colofón en un baño sucísimo …y sin papel higiénico.
No sé si los humanoides desaparecerán definitivamente de todo el Sector Terciario , toda vez que cada vez hay ya menos en los dos anteriores, ni tampoco que pensarán de todo esto los sindicatos , pero cuando veo esas nuevas titulaciones universitarias surgidas en una muy libre interpretación de las bases «de Bolonia» ,tan monas ellas y a poder ser en inglés – una lengua por cierto que ya no se habla en la Unión Europea salvo en Irlanda – incluyendo aquello de new technologies y similares, me pregunto hacia dónde vamos o , mejor, hacia dónde nos están llevando…
(c) by Vicente Huici Urmeneta