Jesús Arpal Poblador, catedrático de Sociología de la UPV-EHU, favoreció la colaboración entre las Ciencias Sociales , las Humanidades, el Arte y la Literatura
Conocí a Jesús Arpal en las inolvidables jornadas de la «II Semana de Estudios Sexológicos de Euskadi » (1980). Por entonces ya era un investigador de referencia , sobre todo a raíz de la publicación de Una familia en un mundo tradicional. Los Garagarza de Elgoibar (1973) y de La sociedad tradicional en el País Vasco (1979) , obras en la que se adelantaba su visión plural e interdisciplinar de las Ciencias Sociales. La afinidad fue inmediata, participantes acaso de una misma hexis o disposición actitudinal que diría Pierre Bourdieu.
Poco después, ingresé como docente en el centro UNED-Bergara – una de las canteras de profesorado de la Universidad del País Vasco- Euskal Herriko Unibertsitatea – en cuya fundación Jesús había participado y en el que trabajaba su mujer Adelina Moya. Por su parte , él inició un periplo que le llevó desde la Facultad de Filosofía y Ciencias de la Educación de San Sebastián – en Zorroaga- hasta la de Ciencias Sociales y de la Comunicación de Lejona, en la que obtuvo la cátedra de Sociología. Entre tanto fue desplegando una serie de sugerentes investigaciones que se articularon en libros como Educación y sociedad en el País Vasco, en colaboración con Paulí Dávila y Begoña Asua (1982) o Las ciudades. Una visión histórica y sociológica (1983).
Más allá de colaboraciones puntuales, volvimos a coincidir en el Seminario de Sociología de la Cultura / Kultura Soziologiaren Mintegia fundado en UNED-Bergara en 2001, y en la elaboración de mi tesis doctoral que con enorme paciencia aceptó dirigir: fueron años de largas discusiones en su despacho, en los pasillos de la Facultad, en bares y cafeterías, de intercambios casi compulsivos de textos una y otra vez corregidos y el descubrimiento, de su mano, de autores como Maurice Halbwachs que iban a cambiar radicalmente mi perspectiva acerca de la temporalidad en las Ciencias Sociales, oscuro objeto de mi deseo académico.
Se jubiló en 2005 , pero fiel a sus principios, en el 2017 abrió junto a Adelina una bilioteca popular y centro cultural en el municipio riojano de Sajazarra donde vivían.
Con ocasi´on de su jubilación, participé en varios homenajes que se le dedicaron y en uno de ellos leí las siguientes palabras : “Se echará en falta al maestro cuando ya no podamos seguir su mirada. Quedarán, desde luego, sus libros, los artículos desperdigados que algunos discípulos encariñados intentarán recopilar, y también el recuerdo de sus lecciones dentro y fuera del aula. Y quizás unas gafas o un pequeño cuaderno de notas. Pero no quedará su mirada.
Jesús Arpal se ha apagado, pero hoy me doy cuenta de que no se ha apagado su mirada, aquella mirada que señalaba un paisaje o un paisanaje en el silencio de un viaje, que apreciaba el color tostado de un vino nuevo o que se aguzaba, concentrándose todavía más en un texto cien veces leído. La mirada del maestro. La mirada que enseñaba, también, a mirar…
(c) by Vicente Huici Urmeneta
Inolvidable Jesús Arpal. Sus alumnas del colegio de Bergara, creo que fue su primer trabajo, no olvidamos al profesor que nos enseñó a ver la historia desde otra dimensión. Como anécdota, nos dio una clase monográfica sobre los Beatles ( algo impensable a finales de los 60, principios de los 70 en un colegio de señoritas)
En efecto, allí donde estuvo, Jesús fue un amable innovador, y , sin duda, inolvidable por la sabia combinación de erudición y capacidad pedagógica. Un modelo. Un maestro.Muchas gracias por el comentario y por rememorar aquella anécdota tan significativa.
Me suena su nombre pero no leí nada de él. Me imagino que eso me he perdido.
Siempre se puede echar una ojeada en alguna biblioteca…Gracias por el comentario.