El desayuno de los martes de esta semana se ha celebrado hoy miércoles en la terraza del Scala , de la calle Ercilla. El café , excelente, y los croissants preparados, tan colesterólicos como jugosísimos.
Por primera vez en muchos martes, se ha tratado de una reunión monográfica, pues, aconsejados por Patxi, el personal fue ayer a ver «Paterson», la película de Jim Jarmush.Lo cierto es que se ha armado la marimorena, y de las tres estrellas de Patxi, apenas si ha quedado polvo de las susodichas.
Koldo, nuestro irónico psiquiatra, ha abierto el fuego diciendo que le había parecido un «documental muy encomiable sobre el síndrome de Asperger»(sic) padecido por el protagonista, y, de paso, una introducción de manual sobre el trastorno de personalidad obsesivo-compulsivo, encarnado en su mujer. De hecho sólo ha salvado de su clasificación psicopatológica a Marvin, el perro que convive con ellos, y que es » el único que muestra parametros normalizados de conducta» ( sic).
Mikel se había fijado en la estructura circular del film, que evoca los ciclos naturales y que «suele ser habitual en todo tipo de representaciones conservadoras que toman lo natural como modelo de lo social»(sic). Lo circular, ha añadido un exaltado Mikel , suele eludir lo temporal y lo espacial y por ello se vuelve anti-histórico por anti-lineal y, al cabo, sutilmente reaccionario. En este sentido, ha recordado una frase de Doc, el camarero negro del bar habitual al que acude Paterson : «No hay que intentar mejorar las cosas porque empeoran».
Por si lo anterior fuera poco, Marta ha dicho que salió muy irritada de la «memez buenista» de Laura, la mujer del protagonista, que «ni trabaja ni estudia» y vive a costa de su marido en una nueva versión de La casa de la pradera sin niños.
Por fin, Laura ha confesado que se durmió a la media hora y que se despertó a la altura de una de las escenas finales en la que aparece un japonés y una libreta muy mona…
Oído lo oído, y no visto lo visto porque ayer me tocaba PIN con mis sobrinos y no acompañé a mis amigos, doy fe de nuevo de todo lo anterior, sobre todo para que le conste a Patxi que hoy no ha aparecido porque se ha ido con su hermana a pasar el día a Biarritz.
Ante diem nonas iaunarias anno MMDCCLXX ad urbe condita
Bueno, siguiendo con el enfoque psiquiátrico que le habeís dado a la película, Ana, mi pareja, vio con claridad que todo lo que transcurre a lo largo de la película, en realidad solamente sucede en la mente del protagonista, que ni estaría casado, ni frecuentaría ese bar, ni mantendría «tertulia» con esos parroquianos, ni por supuesto se encuentra en realidad con aquella niña poeta ni con el japonés del final de la película, sino que absolutamente todo y todos serían invención de su mente, a excepción, quizá, de su trabajo como conductor.
Una interpretación muy interesante que correlacionaría muy bien con la pasividad receptiva del protagonista. Muchas gracias por el comentario.