Film denso y tenso que apunta al valor absoluto que para quienes se dedican a la creación artística – cinematográfica, literaria, musical o plástica- puede tener la obra, una obra a la que se sacrifica el amor, la amistad y la mera convivencia.
Según una buena amiga, en las tardes de lluvia, y más si son dominicales, solo se pueden hacer dos cosas y a ella no le gusta jugar a las cartas.
A mí , sin embargo, me gusta jugar a las cartas si bien soy tan torpe como con un black & decker, pero, si no hay ganas o compañía adecuada, veo una película clásica en blanco y negro, garantía absoluta de que no ha de estar de moda.
Ayer le tocó a The Bad and the Beautiful (Vincente Minnelli, 1952), estrenada en estos lares con el curioso título de Cautivos del mal.
El argumento es de los que se clasifican como de «cine dentro del cine» y desarrolla la historia de un manipulador productor de cine ( Kirk Douglas), que ha conseguido el éxito seduciendo sin desearla a una actriz (Lana Turner), traicionando a su mejor amigo (Barry Sullivan), y , por fin, eliminando a la mujer supuestamente frívola de un guionista (Dick Powell), actuando siempre sin el menor escrúpulo.
Film denso y tenso, con diálogos para ser enmarcados y primeros planos desafiantes, resulta al cabo, como suele ocurrir con cualquier clásico, el primer escalón para una reflexión de más altura.
Una reflexión que, en este caso, apunta al valor absoluto que para quienes se dedican a la creación artística – cinematográfica, literaria, musical o plástica- puede tener la obra, una obra a la que se sacrifica el amor, la amistad y la mera convivencia, abriendo un camino que lleva hacia la autodestrucción si la obra no es reconocida por el público o , al menos, la crítica.
Un fenómeno, en fin, que vuelve a poner de relieve aquel viejo dicho de «know the poetry, not the poet» y sobre el que acaso debieran meditar quienes perciben que solo se pueden socializar indirectamente a través de , precisamente, sus obras.
N.B.Después de ver Cautivos del mal salí inmediatamente de casa y me perdí entre calles bajo la lluvia…
(c) by Vicente Huici Urmeneta
La pregunta obligada es si cuando salió tan urgido de casa y se perdió entre calles bajo la lluvia, buscando a la buena amiga, que no le gusta jugar a las cartas, consiguió encontrarse con ella y darle su…trofeo.
Buena pregunta, mon/ma ami/e,pero permítame mantener el suspense…Gracias por su atención.