
Los domingos, de Alauda Ruiz de Azúa se alzó con la Concha de Oro del último Festival Internacional de Cine de San Sebastián y el premio ha ocasionado un debate similar, sin bien por otros motivos, al del film premiado en la anterior edición ( Tardes de soledad, de Albert Serra).
Pues si en aquella ocasión se pudo considerar que se hacía una apología de las corridas de toros, en esta se ha reprochado su aquiescencia con el mundo religioso católico.
Y si bien es cierto que ,como ha afirmado en su excente crítica Juan Zapater, «por encima de su anécdota central —el deseo de una niña de 17 años de ingresar en un convento de clausura— sobrevuelan algunos interrogantes sobre la paternidad, la religión, la manipulación y la libertad», también lo es que la trama se presenta con una ecuanimidad casi documental, respetando el fondo y las formas de los personajes y de las situaciones que se van sucediendo.
No obstante, una frase que aparece en uno de los carteles promocionales da una pista singular sobre la intencionalidad de la obra. Y esa frase es «¿Qué vas a hacer el resto de los domingos de tu vida?».
La pista puede ser relevante porque hasta hace no mucho tiempo cada domingo era la ocasión para un desarrollo ritual que comenzaba con la asistencia a misa – y sus correspondientes controles…¿De qué color era la casulla del sacerdote?…¿Qué decía hoy el evangelio?- , continuaba, a la salida del templo, con un vermú bien acompañado de rabas o fritos variados , se prolongaba frecuentemente en una comida familiar, y solía finalizar con una partida de cartas o un partido de fútbol.
Sin embargo, la progresiva laicización social ha ido despejando la fiesta dominical regulada por el ritmo religioso, y si bien ha ido siendo sustituida por prácticas rituales civiles como las carreras ciclistas, los maratones, las subidas colectivas a los montes cercanos o la asistencia a conciertos , ferias o mercados, es posible que estas nuevas ritualizaciones se queden cortas a la hora de cumplir el objetivo final que ya destacó Émile Durkheim en su Las formas elementales de la vida religiosa, y que no es otro sino vertebrar el sentimiento de pertenencia colectivo.
Así que no es de extrañar que en algunos casos haya quedado un poso de inadecuación, un vacío individual que se reclame de nuevo de los ritos anteriores y todavía más de los más próximos culturalmente, despejados también los m´ás lejanos aunque se hayan aculturizado ( ¡ Cuanto de budismo-zen hay en el mindfulness!).
Y, consecuentemente, para que el rito vuelva a tener sentido, es preciso asumir una serie de dogmas que en su condición de ideosfera (Roland Barthes) resultará irracional para quien no participe de ella y por lo tanto no pueda de ninguna manera formar parte de la correspondiente ecclesía.
Pues los domingos, ajenos a esta ritualización religiosa tradicional o civil, pueden resultar muy duros, a no ser que, como dice en uno de sus aforismos mi viejo amigo Ramón Eder, se conviertan en una oportunidad…»El carácter se forja los domingos por la tarde»…
(c) by Vicente Huici Urmeneta
Los domingos no tienen puertas pero tienen ventanas tapiadas por las rutinas, mientras que celebraciones (?) como la de ayer, la fiesta de la gran calabaza, evidencian el desorden emocional del orden neoliberal.
Pues parece que al obispo Munilla le ha parecido una peli de lo más interesante: https://www.youtube.com/watch?v=BDPfittfN0Q
Sí, es una de las posibles interpretaciones del film. Pero se inscribe en ese retorno ambiental de la mirada hacia las religiones tradicionales tras las insuficiencias comunitaristas de las religiones civiles,un componente más del caldo de cultivo iliberal…Véase también a Rosalía : https://youtu.be/6TKYd-pHo1A?si=73n1TKCn5lqSreA4
«Vertebrar el sentimiento de pertenencia colectivo» Eso es.
Decía André Malraux que el siglo XXI sería religioso o no sería…no sé, pero esta película, el disco de Rosalia, el último libro de Byung-Chul Han siguiendo la senda de Simone Weil, y en la France una peli-reportaje sobre le Sacre Coeur…¿denotan momentos de conversión?
Muchas gracias por la atención y el comentario, Iñaki. Me parece, en efecto, que estamos entrando en un periodo de re-conversión recurriendo a las religiones tradicionales, en un contexto general de iliberalismo político.