
En el debate de la presentación de mi libro 1978 en Pamplona, el compañero de lucha antifranquista y actual investigador social Javier Colomo hizo alusión a lo en aquellos años se llamaban «unidades de acción».
Estas «unidades de acción» eran reuniones en las que representantes de diferentes partidos y organizaciones políticas de ideologías varias acordaban acciones puntuales sobre aspectos muy concretos.
Y meditando sobre esta cuestión, se me ha ocurrido que quizá sea ahora un buen momento para recuperar esta metodología de trabajo, toda vez que lo que se está poniendo en cuestión es ni más ni menos que el sistema de gobierno democrático que, a pesar de sus manifiestas insuficiencias, es el garante y punto de partida de lo que hemos conocido como Estado de Bienestar.
Pues lo que ya avanza desde el decadente Imperio americano es una ola iliberal, dirigida por una beligerante nueva casta oligárquica que, con el apoyo de una imponente tecnocracia, recoge la frustración que ella misma ha generado, volcándola , en ocasiones violentamente, contra las instituciones que ha privatizado, y haciendo de los iguales los enemigos, sean inmigrantes o simplemente gentes empobrecidas.
Y si bien quedaron lejos aquellos tiempos en los que, como señaló Manuel Vázquez Montalbán, muchos y muchas descubrieron que eran más anti-fascistas que revolucionarios, no está de más recordar, como ya he comentado en alguna otra ocasión, que en una conyuntura histórica en algunos aspectos similar a la actual, Antonio Gramsci afirmó: «El programa liberal integral se ha convertido en el programa mínimo del Partido Socialista».
Un programa mínimo que quizás en estos momentos debería agrupar desde los restos de la democracia cristiana hasta las nuevas fuerzas de la izquierda alternativa surgidas al calor de la crisis de 2008…¡Unidad de acción!
(c) by Vicente Huici Urmeneta
Veo, huici, que hoy te ha dado por la política en sentido estricto. Bien. Pero citando a MVM, una cita de su «Asesinato en el Comité Central»: » Los dioses han muerto, pero los sacerdotes hemos quedado.Nosotros respondemos sacerdotalmente al sacerdocio agresivo de la contrarrevolución a la defensiva y tal vez no es manera de responder, tal vez la única manera de responder es perder nuestro sacerdocio, dejar en evidencia los sacerdocios ajenos»