
Decía en los años setenta mi querido tío, a fuer de escritor y católico, Julio Manegat que las Navidades eran un invento de El Corte Inglés.
Se adelantaba así en tiempos pretéritos a la caracterización de la bacanal consumista en que se han convertido estas fiestas, iniciadas hogaño por los descuentos mid-season, el black- friday y el cyber-monday , y prolongadas en unas ya un tanto arrastradas y épicas rebajas de enero.
Lo cierto es, sin embargo, que desde una perspectiva histórica y antropológica, estas fechas siempre han sido motivo de celebración en el hemisferio norte occidental para conmemorar el solsticio de invierno, la conocida reversión de la tendencia al alargamiento de la duración de las noches y al acortamiento de las horas diurnas.
Que a la percepción de este fenómeno se la haya dado una u otra cobertura o interpretación cultural no es de extrañar pues es lo habitual entre los distintos pueblos de la Humanidad, como lo ha demostrado feacientemente la Sociología del Conocimiento desde Émile Durhkeim y Marcel Mauss.
Y si también es cierto que lo que comenzó con rituales que ahora consideramos primitivos y hasta originarios, específicos de cada lugar y cada sociedad , ha ido transformándose, siendo en nuestro caso fundamental la aculturación religiosa del judeo-cristianismo, era de prever que la evolución no se detendría por mucho que surgieran variantes acerca de la ubicación del nacimiento de Jesús en este periodo anual que ha dado origen a la Navidad o Natividad.
Pues como decía el filólogo irlandés E. R. Dodds, «el crecimiento religioso es geológico: su principio es, en conjunto y salvo excepciones, la aglomeración, no la sustitución» y » un nuevo esquema de creencias rara vez borra por completo el esquema anterior : o el antiguo sigue viviendo como un elemento del nuevo – a veces como un elemento inconfesado o inconsciente- o bien los dos persisten yustapuestos».
Consecuentemente, desde la aparición de la religión civil amparada en la Sociedad de Consumo, el nuevo tinte que enmascara estas fiestas, por otro lado tan tradicionales, es precisamente este consumismo que, ya en el contexto de la globalización y tras la crisis sanitaria de la pandemia del Covid , ha ido adoptando manifestaciones cada vez más radicales y cortoplacistas, animadas por unas redes sociales que hacen una permanente apología del narcisismo más descarado…
No es de extrañar, por lo tanto, que esta nueva fórmula navideña despierte tantas adhesiones como odios, y que , por otro lado, ya hasta el diseño inaugural de El Corte Inglés – y de Coca-Cola, no lo olvidemos-, aparezca , metafórica y empíricamente, superado por sí mismo, incluso hasta la extenuación…
(c) by Vicente Huici Urmeneta