Hoy , al mediodía, el encuentro breve y casual con dos viejas amigas a las que no veía desde hacía muchos años, me ha producido la sensación de retormar una conversación que hubiera comenzado ayer mismo al atardecer. Después, ya en casa, intentado sobrellevar un viento sur implacable, he cogido de la biblioteca una libro que publiqué cuando ya vivía en la ciudad en la que las conocí de la mano de otro amigo común.
El libro en cuestión es Teoría del extraño movimiento, de 1985, y no por casualidad, creo, lo he abierto por la página de este poema:
Mano del otro
que rodea y
sabe ausentarse.
Y he escrito esto : » En ese haiku se habla de la amistad, un modo de estar de los humanos que, a veces, por no tener muy claramente definidos sus límites, se sustituye en amor o se precipita hacia el desamor.
» Mano del otro » . La amistad siempre implica un otro o una otra . La cacofonía del término no puede ocultar la exterioridad que supone. Se trata de algo ajeno a nosotros mismos, encerrado en una piel impenetrable – si es penetrable ya no hay amistad – , autónomo y eludible. De aquí que la expresión » ser amigo de uno mismo » no sea sino una metáfora consoladora. Pero el otro supone también , en su condición de exterioridad, la posibilidad del contacto: el otro es siempre » la mano del otro», como lo es su mirada o su palabra.
» Que rodea y » . La amistad supone aceptación y en mucho más medida que el amor – en el amor se puede no-aceptar en muchas ocasiones . Y aceptación quiere decir atención y ocupación. Es decir un seguimiento cuidadoso de la vida del otro y un acompañamiento en su transcurrir. Aceptación quiere decir también escrupuloso respeto a esa vida y a ese transcurrir. O sea la asunción de que el otro mantiene su propia deriva . Y también, y consecuentemente, su propio discurso sobre su deriva: esto es lo que más hay que respetar para no jugar el papel de padres , de madres, o de hijos. Por todo ello la amistad siempre debe tener abierta una conjunción copulativa – una » y » , en este caso – y no puede cerrar episodios con puntos, con puntos suspensivos o con puntos y a parte.
» Sabe ausentarse» . Si saber ausentarse, desaparecer , es algo importante en las relaciones humanas, en la amistad se torna imprescindible: sólo el verdadero amigo sabe cuando tiene que marcharse. Y eso aún cuando dicho marcharse sea simplemente mantenerse en silencio, escuchando o compartiendo el silencio del otro. Sólo un verdadero amigo le puede decir a otro: » Hoy no quiero hablar, sólo quiero que demos un paseo juntos » . Contra lo que pudiera parecer , saber ausentarse es la manifestación suprema de la amistad. Es la máxima aceptación del otro, una aceptación que llega hasta el límite, hasta la elusión».
Y así os lo cuento…