El sacerdote oficia una misa de funeral. Cada cierto tiempo una potente voz se hace con todo el recinto y sobrevuela a los presentes. Es la voz de una mujer africana que se ve acompañada por otras tantas de otras tantas mujeres también africanas distribuidas por todo el templo.El conjunto de las voces sumado a los gestos que las acompañan parecen más propios de una celebración góspel si no fuera porque nadie baila lo que canta. Parece que estas gentes inmigrantes que, para desasosiego de las fuerzas alternativas del barrio, no acuden a los actos culturales de carácter reivindicativo, sí lo hacen a estas citas culturales más tradicionales.
A la salida de la iglesia un numeroso grupo de fieles comenta las palabras de un obispo católico que ha dicho que las promotoras de la huelga feminista del 8 de marzo están manipuladas por el «feminismo de género» y defienden el «aborto libre y gratuito», así como «las causas del lesbianismo» y del «bisexualismo» por mucho que se presenten como simples defensoras de los derechos de las mujeres. Todo lo cual, a juicio del tal obispo, más allá de ser una aberración de derecho natural,es obra del demonio que » puede meter un gol desde sus propias filas» al «feminismo femenino». (1)
Luego , el grupo se va dispersando poco a poco y se oye la voz de una mujer que dice » Como ángeles no podemos ser, parece que sólo nos queda ser diablas…» Y sus palabras se pierden en los barrios altos…
(1) Una rápida lectora añade que el cardenal -arzobispo de Madrid «comprende» la huelga del día 8 y que «hasta la propia Virgen María la haría» (sic).