Hoy, para cumplir con el débito patrimonial, hemos visitado la Aldeia Mineira do Lousal, en el Alentejo Litoral.
Alejándonos de Lisboa y de las playas de viento pertinaz y aguas congeladas cuando no congelantes, hemos remontado la Sierra de Grãndola entre grandes alcornocales y ya con treinta y cinco grados de los buenos, secos y severos, hemos llegado al complejo minero.
La visita, excelentemente guiada por André Torres, ha comenzado con la proyección de un film propagandístico de la empresa belga propietaria de estas minas de pirita. En las imágenes se ve a un gran número de los mil trescientos obreros que allí trabajaban celebrando la fiesta de Santa Bárbara con carreras de sacos, cucañas y bailes ante las sonrisas comedidas de los directivos : aquel era el único día festivo junto con el 25 de diciembre .
Tras la proyección, hemos visitado la antigua Central Eléctrica , sede del Museo. Entre los grandes generadores de aire comprimido que se usaban para alimentar los pesados martillos neumáticos, nos han recordado la vida oscura y subterránea de las galerías ( por la tarde hemos tenido la oportunidad de entrar en una de ellas), las largas y duras jornadas y los limitados apoyos médicos, singularmente para combatir en lo posible – que no evitar- la silicosis, pues se trabajaba sin máscara.
Finalizado el recorrido ,hemos tenido la suerte de encontrar una mesa en el restaurante anejo situado en el antiguo Armazém Central y la resuerte de escuchar, mientras degustábamos unas migas y la deliciosa vitela a casa, antiguos cantos mineros en las voces de un grupo alentejano.
Una larga y calurosa jornada de interior, en fin, y de implosión histórica…En estos días de explosión festiva…