Me ha llegado un libro con una cariñosa dedicatoria. Lo he leído con cierta expectación, y luego he escrito esto:
«Algunos de los antiguos militantes de la izquierda marxista han intentado explicar y explicarse los años finales del franquismo. Y lo han hecho recurriendo a la narración. Han continuado así una breve tradición, iniciada por quienes hicieron lo propio con el duro franquismo de los años cuarenta y cincuenta.
En la mayoría de ambos casos, la forma literaria a que se han acogido estos ex – militantes recibidos de escritores, ha sido la de la novela de formación ( el bildungsRoman que dicen los alemanes), que, según Pierre Bourdieu, actualiza, al operar con la invariante estructural del “adolescente”, una tradición literaria que favorece la identificación entre el/la lector/a y el personaje.
Sin embargo, al calor de la crítica, tras la expresión “ novela de formación” se esconde una forma particular de narrar los años decisivos de la juventud de cualquier burgués o pequeño-burgués al uso. Y, según esa misma perspectiva, la naturalidad y el regusto que se podría experimentar ante semejante tipo de narraciones estaría en proporción directa a la condición burguesa correspondiente. Pero, dicen – desde Sombart hasta el mismo Bourdieu-, que esta es una de las maravillas de la ideología burguesa, la de presentar como universal y de sentido común aquello que es tan sólo propio de su clase.
Reflexione ahora, pues, el lector o la lectora, si disfruta con estas novelas de formación y, si se atreve o llega, intente también deducir el porqué , mon semblable, mon frére , ma soeur!
Por otro lado, no es tan fácil apartarse del modelo de novela de formación si , partiendo de la condición burguesa, se tiene o se desea tener alguna relación con la escritura, escribiendo o leyendo. Basta releer algunas páginas del Werther de Goethe , de Las ilusiones perdidas de Balzac, de La educación sentimental de Flaubert o, por fin, de Las tribulaciones del joven Törless de Musil para darse cuenta de ello: esta clase social que se presenta como la única clase razonable, necesita dar cuenta de cómo, en cada momento histórico, ha llegado a ser razonable, apartándose de los titubeos y la confusión propios de la juventud. Y ello aun cuando ( o precisamente) “ la juventud” se haya mantenido psico-socialmente más allá del registro biológico. Y esta necesidad de justificación, de legitimación, aflora incluso en obras que se han presentado como “anti novelas de aprendizaje”, tal que la tetralogía ad hoc del escritor austriaco Peter Handke.
Justificación disfrazada de explicación, esta es la clave de todas estas escrituras. Un a modo de “ así fuimos” que oculta un, por lo general, avergonzado/vergonzoso “ así somos” disfrazado de neutralidad o , mejor, de la supuesta neutralidad que proporciona la madurez: es difícil hacer encajar al empresario inmobiliario de hoy con el joven extremo – izquierdista de ayer. Lo mejor de todo – ¿ lo más divertido? – es que lo que para un obrero cualquiera ( de la construcción, del metal, de la mina) fue un mero episodio revoltoso de su vida, con un fin en sí mismo en la medida en que tenía que ver con reivindicaciones propias de su clase, un episodio olvidado y , si acaso, recordado con cierta alegría nostálgica, en el pequeño- burgués se convierte en un motivo de purga y de murga – de murria que se diría por aquí – que no cesa de retroalimentarse a través de esas escrituras de formación.
Pocos, de hecho, han conseguido en nuestros lares que la murga haya acabado teniendo un sentido por sí misma, que haya adquirido el estatus de lo literario, dotándose de una nueva naturaleza más allá de su catártico sello originario. Algunos, incluso, no han cesado de dar la murga hasta hoy en día, pensando , probablemente, que todavía no se han justificado suficientemente…»
No diré el título del libro ni nada de su autoría.
Se agradece la profunda reflexión…y que no mentes al libro ni la autoría, dado que se trata de un fenómeno generalizado. Vicente, gracias. Esto no lo escribe cualquier profesor, hace falta una actitud vital muy determinada. De nuevo gracias.
Gracias a ti, amable lector.