Como la tarde está fría- cosas de setiembre- me he quedado en casa y he estado viendo una película de Francesco Rosi: Excelentísimos cadáveres, de 1975. La fecha no es para menos – menores de cincuenta que miren en internet- y el título hace honor a la sorna siciliana que es un par de puntos mas alta que la propiamente italiana. Excelentísimos cadáveres está inspirada en un obra del escritor Leonardo Sciascia- El contexto– y narra la investigación del asesinato de una serie de magistrados en los que está implicada la Mafia y, por activa o por pasiva, desde la Democracia Cristiana hasta el Partido Comunista…pero que se quieren atribuir a un loco o a los jóvenes alocados herederos de mayo del 68.
De lo primero ( y algo de lo segundo y lo tercero) está saturada la saga del comisario Salvo Montalbano, tan hábilmente pergeñada por Andrea Camilleri y mejor protagonizada por Luca Zingaretti, y , a su lado, Lino Ventura o Fernando Rey parecen hasta demasiado rígidos en gestos y miradas.
Pero lo más curioso del film es ese deseo político de atribuir los asesinatos a un loco o a unos jóvenes que no son precisamente de las Brigadas Rojas sino de esa izquierda discrepante que tanto ha molestado siempre a la izquierda razonable: de hecho sólo se les ve protagonizando manifestaciones tan multitudinarias como las que había por estos lares en aquellos años.
Por otro lado, este afán político es mas viejo que maricastaña: ya cuenta Benito Pérez Galdós- en su La Fontana de Oro– que los liberales montaban clandestinamente grupúsculos radicales carlistas para luego acusar a estos últimos de todos los desmanes. Y hasta el petainista-resistente Miterrand se montó su propio atentado en 1959 para legitimar su política de guerra en Argelia.
En fin, que ,como han demostrado una y otra vez Graham Green y John Le Carré, nunca tendremos manera de saber qué hay detrás de algunas bombas.
Así que, a pesar del frío, he decidido salir a tomar el aire y a contemplar las gaviotas.
Las gaviotas, esas ratas del aire; eso sí, salen mejor en las fotos