Nunca pude seguir La casa de la pradera, aquella serie televisiva que contaba las andanzas de la familia Ingalls en su peregrinaje por el oeste americano.
Los personajes y las situaciones me resultaban tan acaramelados que no los soportaba mi incipiente realismo tardo- franquista.
Ahora resulta que, según se ha publicado, la novela autobiográfica original sobre la que se hicieron los guiones de esta serie , escrita por Laura Ingells, la hija menor, omitía aspectos bastante sórdidos cuando no brutales ,como varios intentos de violación y palizas de un malhumorado padre que no se parecía en nada al bonachón Michael Landon.
Como se puede deducir de lo anterior, el edulcoramiento que se pretendía se correspondía intuitivamente a mi rechazo general básico
Y sin embargo, en estos días, no han cesado de llegar propuestas que pretendían sonar a un capítulo de La casa de la pradera, con sus apologías azucaradas de la familia de siempre , el municipio policial y el sindicato domado , y otro sí , con apelaciones vocingleras a la unidad de destino en lo universal bajo viejas banderas … Propuestas que a mí más bien me han recordado al laberinto tosco y oscuro de La casa de los horrores de una feria provinciana, muy , muy provinciana…