Para conjurar la zafia viscosidad – ¡ Caramba que burdos se vuelven algunos periodistas cuando se les va la olla! – en la que he chapoteado durante las últimas jornadas ante un lectorado , por cierto, impertérrito, he releído algunos recortes de prensa que tenía seleccionados.
Así, me he encontrado con uno publicado por Javier Sampedro en EL PAÍS, titulado » La estupidez política: un enfoque científico «, en el que daba cuenta de ciertos estudios de las universidades de Austin y Princeton en los que , habiendo llevado a cabo un análisis científico- lingüístico de un buen número de discursos políticos, habían llegado a la conclusión de que cuantos más artículos y preposiciones, el pensamiento es más analítico; cuantos más adverbios y verbos auxiliares, es más intuitivo, y cuantos más pronombres personales, intentan mostrar más autoconfianza, influencia y poder. Además, se añadía que «en la política, el pensamiento analítico decrece continuamente desde hace un siglo, y va siendo sustituido inexorablemente por el discurso silvestre del liderazgo, la autoconfianza y el pronombre personal».
Este denominado discurso «silvestre», que evoca sin demasiadas dudas aquello que Max Weber denominaba el tipo de autoridad carismática, hoy se puede ver muy bien reflejado en algunos líderes prepotentes que recuerdan , bajo diferentes banderas y condiciones ideológicas, a aquello de «Franco, caudillo de España por la gracia de Dios» ,y que desde luego se presentan como los más alejados de la autoridad racional, basada en el consenso, la división de poderes y un adecuado sistema garantista de contrapesos y equilibrios.
Las cuentas de las universidades norteamericanas salían bastante bien en inglés y Sampedro se preguntaba cómo saldrían en castellano…Y yo, de paso, me pregunto qué resultados se obtendrían en euskera o en catalá.Las inmediatas elecciones de todo tipo que se atisban en el horizonte serán un buen test para probar la operativodad de estos análisis.
En fin, que , en medio de la berrea previsible, será cuestión de comenzar a contar verbos auxiliares, adverbios y pronombres personales, procurando, por cierto, no hacer mucho caso de tantas esdrújulas forzadas de las que tiran todos lo que se precian de rimbombantes…
Mi apoyo en tu controversia viscosa. Creo que la baba no la producías tú. Sobre la lingüística y política, creo más bien que el pensamiento analítico depende más de la formación cultural. Otra cosa es que el nivel de ésta se manifieste en el lenguaje y en el pensamiento político en forma simultánea. Pero no veo una relación causa-efecto.
Gracias por el comentario. Y creo que es muy buena sugerencia relacionar lo analítico con el nivel cultural , así como reflexionar sobre su trasvase a lo político .
¿O sea que su gran aportación de hoy es que ha leído El País?
¡Caramba!… ¿Y qué, lo ha leído en bata y pantuflas?
Menudo paseante.
Claro que es mejor eso que ir a una conferencia, salirse sin escucharla, y luego denostarla. ¡Por lo menos el diario sí lo ha leído! Pues nada, felicidades, Huici, por tan valiosa labor intelectual.
Pero como siga usted así de apoltronado y gandul, no se le conocerá como «El paseante» ni como «Torrente», sino como «El atorrante»
Estimado liróforo, bardo, vate, trovador, rapsoda, juglar, versificador, coplista, rimador, aedo, o poeta:
Le agradezco el comentario que, por el alto y matizado ingenio que destila , deduzco que le habrá costado pergeñar unas cuantas horas. Hace poco un Tal habló de viscosidad y me he acordado de una frase de un informe al que se hacía alusión en un capítulo de la serie C.S.I y que decía :»Se trata de un fluido viscoso con consistencia jabonosa». Y yo me quedo con una duda: ¿Será usted, acaso sin saberlo, un soldado- en el sentido etimológico de la palabra- de alguna minúscula organización de mayúsculas siglas, como , por ejemplo, la T.I.A. de Mortadelo y Filemón?