Andan las autoridades con mando en plaza muy entusiasmadas con la llegada masiva de turistas y el repunte del hospedaje y la hostelería , pero no parece que la vida cotidiana ( y el descanso nocturno) de sus habitantes les importe tanto como para cuidarla y protegerla… Quousque tandem abutere patientia nostra?
En aquel tiempo, yo escribí pensando en ti, mi hermano, mi hermana :
«Varios pies más abajo de mi dormitorio han abierto un «Club» de mesopotámico nombre que ocupa el lugar de un «Pub» bilbaíno de larga duración y reconocido prestigio, ya extinto.
El mentado Club se presenta a sí mismo como lo más de lo más pues resulta ser un nuevo cocktailbar »vestido» ( sic) por una supuesta prestigiosa firma «que vuelve a sorprender creando interiores con carácter y con cosas que contar».
Y yo no pongo en duda lo anterior, pero da toda la impresión de que en la premura de la apertura ( ¡ toma ya rima en consonante!) se olvidaron de aquello de «Vísteme despacio que tengo prisa» y no calcularon bien la insonorización del local, lo cual que me trae loco al tener que escuchar hasta altas horas de la madrugada unos tam-tames sumerios entre alaridos de júbilo nocturno ( lo cual que , a su vez, indica que el palurdismo vernáculo no está todavía preparado para finezas de «cocktailbar» y tal.
He pasado por el establecimiento en horario diurno y he manifestado civilizadamente mi queja; también he llamado reiteradamente al filo de las tres y media de la madrugada a un teléfono que nadie ha descolgado ,y el administrador de mi comunidad más allá de invocar la actuación de los pm´´ s , me ha sugerido que me presencialice mismamente en bata y zapatillas en la oscura noche, y con expresion severa… Ibant oscuri sola sub nocte«
Pues bien, como decía Julio Iglesias… La vida sigue igual. Bueno, en realidad no, sino más bien, más peor ,como suelen decir en la Ribera, pues el local se ha hecho glocal y al estereofónico tam-tam interior en expansión se ha unido un griterío exterior y nocturno de modalidad multilingüe.
Por lo demás, la pm no aparece ni se le espera- recibe, como es lógico, órdenes- , los servicios técnicos ad hoc miden los decibelios en horas insólitas y, según me ha comentado un vecino (le han dicho que:) el problema reside en que quienes vivimos encima del «cocktailbar» tenemos una agudeza auricular excesiva y que quizá – sugerencia ( diz) de la defensora del ciudadano – lo mejor sería… ¡que nos cambiarámos de casa!
Andan las autoridades con mando en plaza muy entusiasmadas con la llegada masiva de turistas – ya no siendo solo recipiendarios sino también emisores de gigantescos cruisers – y por el repunte del hospedaje y la hostelería – esa que tras la pandemia se arrodillaba pidiendo que ocuparámos las mesas y ahora nos echa a las siete de la tarde para colocar los manteles de las cenas- pero no parece que la vida cotidiana ( y el descanso nocturno) de sus habitantes les importe tanto como para cuidarla y protegerla – Serve & Protetc ?
Y ante esto , ¿qué queda sino Marco Tulio Cicerón y su Quousque tandem abutere patientia nostra? …Una pregunta que probablemente, entre tam-tames sumerios, se estará haciendo mucha gente en muchos otros barrios de otras tantas ciudades del mundo mundial…
(c) by Vicente Huici Urmeneta