CANICULARIAE 22 ( oyendo un monólogo )

Y yo he dado por concluida la cerveza, me he levantado y he continuado el paseo entre sombras , recordando una frase : «una lengua que ya nadie de la familia comprendía»…

Las tiendas han cerrado Un cielo blanquecino se ha abierto entre unas tímidas nubes tornasoladas.La turistada ha desaparecido de las calles.

Por fin encuentro una mesa en una terraza esquinada. Me siento y pido una cerveza a un camarero todavía sonriente. Mientras la degusto poco a poco ,no puedo evitar escuchar la conversación de la mesa de al lado .

Habla una mujer pequeña y menuda . Cuenta que huyó a Londres con su familia al comienzo de la guerra de Bosnia porque su doble condición de serbia y judía  no le auguraba un futuro muy prometedor.

De Londres , donde quedaron sus padres y hermanos, llegó al País Vasco y sobrevivió dando clases hasta encontrar  un trabajo estable como profesora de música en un conservatorio. Aprendió castellano y euskera, lenguas que sumó al inglés y al serbo-croata.

Luego, entre lágrimas, añade que su madre murió ayer tras haber estado internada durante los últimos años en una residencia en la capital británica y, lo más triste de todo, dice, hablando en su agonía en una lengua que ya nadie de la familia comprendía…

Cuando ha terminado ,su compañero de mesa no ha dicho nada. Y yo he dado por concluida la cerveza, me he levantado y he continuado el paseo entre sombras , recordando una frase : «una lengua que ya nadie de la familia comprendía»…

(c) by Vicente Huici Urmeneta

CANICULARIAE 21 ( escribiendo sobre lo de Rubiales)

Lo que va a ser difícil es desterrar este lamémosle «estilo de trabajo» tan chulesco y pecho-palomo que , como bien decía El Fary debe caracterizar a ese «pedazo de tío» que debe estar ahí, con sus santos cojones- añado pues resulta de lo más fácil….

El que suscribe ,mayormente hombre blandengue en clasificación de El Fary, está muy sorprendido por la polémica suscitada a raíz del llamado pico o piquito que dio el presidente de la RFEF, Luis Rubiales, a la jugadora Jenny Hermoso con ocasión del triunfo de la selección española en el Mundial Femenino de Fútbol ,competición en la que se ha podido demostrar que «nuestras mujeres están aprendiendo a jugar al fútbol tan bien como los hombres» , en palabras del inefable Josep Borrell, subrayando, por cierto, una igualdad pelín casposa.

Sin entrar en la cuestión de si el acto referido fue o no consentido y por lo tanto una agresión sexual ,o si en cualquier caso resultó improcedente por parte de una autoridad deportiva , la sorpresa sobre todo procede de la polarización extrema de los media y de la opinión pública que se ha generado ,desviando la atención acerca de un tema de cierta ,digamos ,trascendencia como acaso pueda puede ser la configuración de un nuevo gobierno para la piel de toro. Claro que como bien se dice en El hombre de Alcatraz ( Frankenheimer, 1962) «la opinión pública olvida pronto»….

Pero, bueno, apurando un poco más, se puede llegar a comprender todo el alboroto que se ha suscitado ante la insistencia un tanto cenutria de señor Rubiales en no dejar el cargo – ¡No voy a dimitir ! ¡No voy a dimitir ! ¡No voy a dimitir! – a pesar de la avalancha de peticiones ad hoc , actualizando una tradición hispánica tan antigua como el «sostenella y no enmendalla» y que constituye un retruécano exportable a muchos ámbitos de la vida, particularmente de la vida política.

De manera que aunque se vaya por su propio pie, que parece que no, o que le echen desde la RFEF, la FIFA, desde el TSD o desde la Audiencia Nacional, lo que va a ser difícil es desterrar este llamémosle «estilo de trabajo» tan chulesco y pecho-palomo que , como bien decía El Fary debe caracterizar a ese «pedazo de tío» que-debe-estar -ahí, con sus santos cojones- añado, pues resulta de lo más fácil..

(c) by Vicente Huici Urmeneta

CANICULARIAE 20 ( viendo «Cautivos del mal»)

Film denso y tenso que apunta al valor absoluto que para quienes se dedican a la creación artística – cinematográfica, literaria, musical o plástica- puede tener la obra, una obra a la que se sacrifica el amor, la amistad y la mera convivencia.

Según una buena amiga, en las tardes de lluvia, y más si son dominicales, solo se pueden hacer dos cosas y a ella no le gusta jugar a las cartas.

A mí , sin embargo, me gusta jugar a las cartas si bien soy tan torpe como con un black & decker, pero, si no hay ganas o compañía adecuada, veo una película clásica en blanco y negro, garantía absoluta de que no ha de estar de moda.

Ayer le tocó a The Bad and the Beautiful (Vincente Minnelli, 1952), estrenada en estos lares con el curioso título de Cautivos del mal.

El argumento es de los que se clasifican como de «cine dentro del cine» y desarrolla la historia de un manipulador productor de cine ( Kirk Douglas), que ha conseguido el éxito seduciendo sin desearla a una actriz (Lana Turner), traicionando a su mejor amigo (Barry Sullivan), y , por fin, eliminando a la mujer supuestamente frívola de un guionista (Dick Powell), actuando siempre sin el menor escrúpulo.

Film denso y tenso, con diálogos para ser enmarcados y primeros planos desafiantes, resulta al cabo, como suele ocurrir con cualquier clásico, el primer escalón para una reflexión de más altura.

Una reflexión que, en este caso, apunta al valor absoluto que para quienes se dedican a la creación artística – cinematográfica, literaria, musical o plástica- puede tener la obra, una obra a la que se sacrifica el amor, la amistad y la mera convivencia, abriendo un camino que lleva hacia la autodestrucción si la obra no es reconocida por el público o , al menos, la crítica.

Un fenómeno, en fin, que vuelve a poner de relieve aquel viejo dicho de «know the poetry, not the poet» y sobre el que acaso debieran meditar quienes perciben que solo se pueden socializar indirectamente a través de , precisamente, sus obras.

N.B.Después de ver Cautivos del mal salí inmediatamente de casa y me perdí entre calles bajo la lluvia…

(c) by Vicente Huici Urmeneta

CANICULARIAE 19 ( nadando con Julio Manegat)

Me gusta y mucho nadar en el mar, en cualquier mar, si el tiempo no lo impide y la autoridad lo permite. Lo hago siempre en paralelo a la linea de costa desde que una corriente muy fría me llevó hace unos años hacia el interior del Tirreno y lo pasé muy mal para volver a hacer pie.

Suelo nadar sin aletas, ni gafas, a braza, lentamente, metiendo la cabeza en el agua con los ojos muy abiertos y tomando y echando el aire rítmicamente ,tal y como me recomendó en su momento mi tío Julio Manegat.

Pues Julio, tío iure uxoris , fue una guía permanente desde mi adolescencia. Él me enseñó, como he dicho, a nadar en mar abierto, me inculcó el amor un tanto platónico por la navegación, y sobre todo, alimentó mi imaginario de escritor inundando de libros la casa paterna, invitándome a pasar temporadas en Barcelona en las que conocí el mundillo literario que le rodeaba, y leyendo hasta la última linea de todo lo que yo torpemente iba escribiendo. Y lo hizo hasta su muerte, en el verano de 2011.

En 1970, en pleno éxito de su carrera literaria – había obtenido el premio «Ciudad de Barcelona» por La feria vacía – me dedicó su Spanish Show, finalista del Premio Planeta, con estas palabras: «A mi querido sobrino Vicente Huici, de quien tanto espero».

Julio me esperaba novelista, pero yo le salí ensayista menor y poeta mínimo , quizá porque su insistencia en que leyera a Josep Pla me apartó de la ruta prevista, encaminándome hacia Jules Renard, hacia Rousseau y hasta Montaigne.

Poco le pude devolver de todo lo que me dio, pero no pude menos que dedicarle mi última recopilación de haikus – Breve ensayo de cartografía– : «Per a Julio Manegat, que sempre ha estat darrere de tot això, en la seva última navegació cap al misteri».

Pero, aún así, cada vez que me adentro en el mar, en cualquier mar, y comienzo a nadar con los ojos muy abiertos, siento que los dos avanzamos lenta y rítmicamente hacia las islas Formigues…

(c) by Vicente Huici Urmeneta

CANICULARIAE 18 ( volviendo al Café Majestic)

Este café, antes lugar de reunión de escritores, pintores, periodistas y, en fin ,de gentes de análoga calaña, siempre discrepante y algo bullonera ,es ahora un puerto deportivo de estancias breves y selfies rápidas.

Nada más subir de la estación del metro de Bolhão, hemos sido arrasados por una multitud en pantalón corto y chancletas por la rua Santa Catarina con tan buena suerte que al pasar a la altura del portal del Grande Hotel do Porto, hemos podido hacer un quiebro y lanzarnos hacia su interior, esquivando con habilidad Fosbury flop la puerta batiente mediante.

Fichados que hemos sido, una vez depositadas las maletas en las habitaciones correspondientes, con indigno desprecio hacia el comodísimo Salão Winsord de este hotel que en su momento alojó a Eça de Queirós y a Manoel de Oliveira – y diz que otrosí a los Imperadores do Brasil – , hemos salido de nuevo a la calle y ,abducidos por la marea descendente, hemos llegado hasta la esquina de la rua de Passos Manuel, momento en el que tras una hábil maniobra a babor, hemos caído en torno a una mesa del Café Majestic.

Este café, testigo de un Oporto liberal ,lugar de reunión larga de escritores, pintores, periodistas y, en fin ,de gentes de análoga calaña, siempre discrepante y algo bullonera ,es ahora un puerto deportivo de estancias breves y selfies rápidas – y bastante caro por cierto.

De forma y manera que urgidos por la propia urgencia de una interminable cola y por las miradas asesinas de sus miembros y miembras, tras un té rápido ,nos hemos sumido de nuevo en la marea de la turistada que, según hemos escuchado ,nos llevaba ahora hacia el puente Luiz I con el objetivo de desembocarnos en la otra orilla , junto a la estación del cable rail, y desparramarnos entre el gentío que esperaba un atardecer digno de los efectos especiales de Spielberg, según todas las redes sociales.

Pero no hemos podido llegar. Un oportuno tropiezo de este que suscribe, en uno de los adoquines sueltos que festonean la Praça de Almeida Garret, se ha engorilado en esguince general básico y, consecuentemente, hemos tenido que retirarnos en metro inverso, newly hasta la estación de Bolhão.

Y en este punto he recordado el segundo de los Four Quarters de T.S.Eliot cuyo primer verso apunta «en mi principio está mi fin» para concluir en el último con «en mi fin está mi principio»…y tal. Y pues que así sea.

(c) by Vicente Huici Urmeneta

CANICULARIAE 17 ( terraceando)

«Cuando los puestos de productos delicatessen superan en número a las carnicerías y fruterías del mercado de abastos, o el bar de la esquina cambia las tostadas y montaditos por cupcakes y muffins , es que no hay vuelta atrás y que la gentrificación del barrio de turno es un hecho »

Me gusta el terraceo siempre que el vermú esté bien preparado y la conversación resulte sugerente o al menos divertida, pero no suelo llegar a cuatrear.

Ayer el comienzo de mi terraceo fue solitario, cerveza sin alcohol en ristre , sombrero y gafas de sol ante la ausencia de sombrilla, y de lectura de varios periódicos en papel, acumulados a lo largo del fin de semana.

El mediodía transcurría en calma interior y exterior hasta que comencé a oir un sonsonente aflautado por estribor. Al poco comprobé que se trataba de una receta de tzatziki que era escuchada en el altavoz de un teléfono móvil por una señora muy enseñorada. Y a pesar de que considero el tzatziki una de las maravillas de la civilización griega, equivalente a la Metafísica de Aristóteles – otra lectura de obligado cumplimiento- no pude por menos que solicitar a la aludida dama , con la debida educación, que bajara el volumen de su aparatillo. Lo cual que hizo tras una semisonrisa de aceptación. Pero mi gozo quedó en un pozo, pues en cinco minutos comenzó a llegarme otra receta, esta vez de marmitako de atún con el aditamento de una drástica discusión sobre si estaba permitido o no el fumet.

En estas estaba cuando por babor irrumpió una cuadrilla de seis digamos guiris semidesnudos que apestaban a alcohol y a orines y que tras varios encontronazos con las mis sillas adyacentes lograron sentarse o, mejor, derrumbarse, en torno a una mesa, señor, y sumirse al unísono en un sueño que se preveía largo y acaso pesadilloso.

Y así, escoltado estereofónicamnete por la discusión sobre el fumet de estribor y los ronquidos de la ya amura de babor, observé a una joven pareja en pantalón corto y chancletas que se aproaba con diligencia hacia mi mesa.

«Excuse me, sir, we are looking for the Cookies pastry shop, where they have the best coffee in the city…» me dijo la joven desde una rubia altura significativa y tom´ándome, sin duda, por un colega deambulante. Negué con la cabeza y con una sonrisa: «Sorry, I have no idea, but good coffee is also available in this bar…»No les convenció mi recomendación , se despidieron y volvieron a consultar su teléfono móvil, dirigiendo su mirada allá y acullá.

Armado de más valor que El Juli, volví a mis periódicos y abrí LA VANGUARDIA. «Cuando los puestos de productos delicatessen superan en número a las carnicerías y fruterías del mercado de abastos, o el bar de la esquina cambia las tostadas y montaditos por cupcakes y muffins , es que no hay vuelta atrás y que la gentrificación del barrio de turno es un hecho » , leí al comienzo de un sugerente artículo de Asier Martiarena…Y entonces, me di cuenta de que la famosa Cookies Pastri Shop por la me habían preguntado era el nuevo local que se había abierto donde antes estaban los ultramarinos del barrio.

Así que me bebí el útimo sorbo de mi 0.0 y, en levantándome, me dirigí hacia popa por una calle estrecha, sin bares pero lo suficientemente sombreada, y con el firme propósito de informarme, en cuanto llegara a casa, acerca de ese palabro que más parece pájaro de mal agüero y que se acoge al término de gentrificación

(c) by Vicente Huici Urmeneta

CANICULARIAE 16( ¿ rezando?)

Rece, pues, cada uno y cada una como quiera, en la iglesia, en el estadio, con el balón o sobre la bicicleta…Pero, por favor, sin que el rezo sea de obligatorio cumplimiento…Amén!

«Los muertos que vos matáis gozan de buena salud».

He recordado esta frase – diz que falsamente atribuida al Don Juan Tenorio de Zorrilla – en el terraceo vespertino de ayer, en escuchando dos conversaciones cruzadas en disposición NW- SE.

La proveniente de NW criticaba duramente el rezo del padrenuestro católico – en castellano – antes de los partidos por parte de la plantilla del Athletic de Bilbao según se ha evidenciado recientemente vía vídeo viralizado, denostándolo como costumbre confesional en un mundo aconfesional cual es el deportivo.

Sumábase a esta corriente de opinión, otra proveniente del SE que se sulfuraba ante la compra de futbolistas por parte de algunos equipos de ricachos árabes , siendo en este caso el motivo de la indignación «la pérdida de la identidad» bajo el imperio de los petro- dólares.

Y pues me ha venido la frasecilla in mente a cuenta de que se daba por muerto por una parte el mundo confesional tradicional y por la otra el mundo deportivo de siempre, sin reflexionar acerca de cómo para muchas gentes el deporte, y específicamente el fútbol, se ha convertido en una religión laica asumiendo todos los atributos que ya destacara Émile Durkheim, con sus dogmas, sus ritos y su ecclesía , fundamentos todos y efervescentes de cualquier identidad colectiva.

Porque aunque muchos y muchas crean que todo dios es ex machina, siempre suele haber un deus absconditus preparado para el relevo.

Y como diría el Gatopardo un vez más, rece, pues, cada uno y cada una como quiera, en la iglesia, en el estadio, con el balón o sobre la bicicleta…Pero, por favor, sin que el rezo sea de obligatorio cumplimiento…Amén!

(c) by Vicente Huici Urmeneta

CANICULARIAE 15 ( ¿añorando flâner? )

El anonimato que proporciona cualquier ciudad simplemente por el mero hecho de cambiar de barrio, un anonimato que permite degustar en un sentido polisémico sus paisajes y sus paisanajes.

Leo y releo una y otra vez La fisiología del flâneur, de Louis Huart ,una obra publicada en 1841,cuando las ciudades comenzaban a ser lugares de largos paseos gracias a sus amplias avenidas.

He de decir que lo leo a modo catártico para recordarme justamente lo que me falta en este mi pueblo costero. Y no hablo por hablar pues en un pueblo he vivido algunos años y también lo he hecho en una gran ciudad por mucho que ahora viva habitualmente en una ciudad sin más (ni menos, of course).

Y es que acostumbrado como estoy a estos largos paseos azarosos los echo en falta de vez en cuando.

Entre los obstáculos que Huart apunta uno muy relevante es aquel que convierte cualquier asociación fortuita en comunidad permanente ( que diría Ferdinand Tönnies) con todas las ventajas pero también con todos los inconvenientes que ello conlleva y ,entre estos últimos, la ausencia de anonimato que proporciona cualquier ciudad simplemente por el mero hecho de cambiar de barrio, un anonimato que permite degustar en un sentido polisémico sus paisajes y sus paisanajes.

Pues, el verdadero flâneur– y la verdadera flâneuse– camina en un sentido hasta que un semáforo, un perfume o una sombra le invitan a tomar otra dirección, yendo y viniendo intuitivamente y , por supuesto, sin ningún espíritu deportivo. Lo cual implica cierta densidad urbana que difícilmente puede darse en una pequeña localidad a pesar de su recrecimiento en apartamentos y hoteles carentes a menudo de estilo propio y de historia…

…¡Ah, pero esas mañanas frescas y luminosas caminando por arena! ¡ Y esos atardeceres lentos y rojizos contemplados desde un banco del paseo marítimo!

(c) by Vicente Huici Urmeneta

CANICULARIAE 14 ( recordando a Silvia)

Y hoy, bajando de nuevo lentamente el puerto de Lizarrusti, he recordado a Silvia, signo de sí misma y de toda una época…

No sé por qué, pero los últimos veranos se han convertido en tristes ocasiones , opacando el calor y el viento sur con las frías humedades de los tanatorios.

Y es que en esos últimos veranos he tenido que despedir a unos cuantos y buenos amigos con los que había compartido sueños de juventud y proyectos de madurez.

Y sí, ya sé que es «ley de vida» aparecer y luego desaparecer en este mundo a veces tan inmundo, pero aun así, y sin mayores pretensiones trascendentales, la muerte de gentes más cercanas tiende a dejar un vacío que por mucho que se vuelva a llenar, emerge cuando menos se lo espera.

Hace ya cinco años murió Silvia Fernández Viguera, historiadora , militante feminista y muy querida amiga . Tras asistir a su despedida, escribí estas palabras :

«La ceremonia ha sido breve. Han tomado parte quienes te han acompañado hasta ese final que es la muerte inesperada ,pues la muerte siempre es de los demás  y casi siempre, inaceptable.

Han hablado, por supuesto, de tu larga trayectoria como investigadora y militante feminista y han  recordado cómo hace apenas unos días se conmemoraban los veinte años de la publicación de aquel libro fundamental titulado Ellas, las mujeres en la historia de Pamplona.

Tras el canto del  «Zutik emakumeak» ,me he marchado discretamente. Sin más.No podía quedarme. Y luego he vuelto conduciendo lentamente por las curvas de Lizarrusti. En lo alto del puerto me he detenido .Sentado a la sombra, sobre las ruinas de la vieja venta, todavía con el regusto de la txistorra que había almorzado en Arbizu- ¡esa txistorra que tanto te gustaba! – he estado recordando todo lo que me has enseñado a lo largo de tantos años y también  todo lo que nos hemos reído juntos .Y me he adormecido acunado por un suave viento sur  y el repiqueteo  lejano de unas esquilas.

Después, me he despertado de pronto, he mirado el reloj y he continuado mi camino.

Te han despedido con un alternativo «¡Nos veremos en el infierno!» – supongo que por aquello de que » las chicas malas van a todas partes»- , pero yo creo que debe haber un pedacito de cielo sólo para  tí.«

Y hoy, bajando, de nuevo lentamente, el puerto de Lizarrusti, me he acordado de ellas…Y he recordado a Silvia, signo de sí misma y de toda una época…

(c) by Vicente Huici Urmeneta

CANICULARIAE 13 ( filosofando moderadamente)

Estamos asistiendo a un progresivo deslizamiento hacia un nuevo paradigma en el que la pandemia del covid-19 y la guerra de Ucrania han ensanchado enormemente la necesidad de seguridad en detrimento de la libertad , facilitando su reconducción hacia los neofascismos que están resurgiendo globalmente.

Al filo de este ferragosto extraño, he podido leer, casi un mes después, el breve ensayo- Del sujeto neoliberal al sujeto neomitico. Con una coda postelectoral que me envió mi querido amigo Francisco José Martínez , catedrático de metafísica, y que necesita su tiempo y su espacio.

Según Martínez, estamos asistiendo en estos últimos años a un progresivo deslizamiento de la activación neoliberal – ya de casi todos y todas conocida y reconocida- a un nuevo paradigma en el que ,tanto la pandemia del covid-19 como la guerra de Ucrania «han ensanchado enormemente la necesidad de seguridad en detrimento de la libertad debido a la creciente conciencia de vulnerabilidad de los individuos», buscándose más «la inmunidad que la comunidad». 

Este deslizamiento ha potenciado la emergencia de un tipo de subjetividad – neo-mítica- que busca una zona de certidumbre en la vuelta a los atavismos tradicionales que en su integrismo fundamental facilita su reconducción hacia los neofascismos que están resurgiendo globalmente.

El profesor Martínez se muestra no obstante optimista frente a esta situación, pues considera que todavía quedan opciones individuales y colectivas que pueden frenar este deslizamiento y una buena prueba de ello- en su opinión- han sido las recientes elecciones que han detenido al menos momentáneamente esta deriva.

He leido varias veces este artículo, pues más allá de su denso y sugerente contenido , constituye un excelente activador neuronal en medio de la galvana propia de la canícula.

Tan solo se me ocurre, a fuer de alentar a su lectura, aportar un matiz, pues lo que Martínez describe quizás no sea tanto un nuevo modo de subjetivación, sino una nueva forma de individuación, susceptible de subjetivarse, tal y como precisamente apunta Michel Foucault en La hermenéutica del sujeto  , a base de autoconciencia crítica y proyección comunitaria.

(c) by Vicente Huici Urmeneta