¿Qué nos llevará a confiar más en un fotolito que en el paisaje y el paisanaje que tenemos por delante? ¿Que nos hace caminar como fantasmas por la ciudad propia?
Estoy tomando un café matutino en la única terraza abierta en el barrio, pues bares ,pubs y cafeterías están cerrados a la espera del estallido festivo que sobrevendrá , como estas inopinadas olas de calor, el fin de semana que viene.
Se supone que estoy leyendo el periódico – en papel of course– pero dada mi parafilia más confesable , no dejo de mirar por encima a través de las gafas de sol y de sondear a izquierda y derecha cualquier conversación – a esto mi tío, el escritor Julio Manegat, a quien debo la inoculación del virus lletraferit, le llamaba cariñosamente «ver pasar la vida».
Y esta mi atención latente acaba por tener éxito, pues una pareja de cuarentones sentada a mi lado parece haber despertado de un largo silencio. Él ha sacado un sobre del bolsillo de su chaqueta y del sobre unos cuantos folletos. «¿Entonces , Brasil o Vietnam?» ha preguntado. Y ella ha respondido haciendo un mohín: «No sé, no sé…».
Y he recordado aquello de «todo lo distante es más estimado”, que Baltasar Gracián apunta en el aforismo 209 de esa obra prodigiosa titulada Oráculo manual y arte de prudencia. Y a partir de aquí he cerrado el periódico…
Uf…¿ Qué nos llevará a confiar más en un fotolito que en el paisaje y el paisanaje que tenemos por delante? ¿Que nos hace caminar como fantasmas por la ciudad propia?
Probablemente nada de esto ocurriría si, en nuestra infancia, no nos hubieran hablado del Paraíso y de la Tierra Prometida , confundiendo la imaginación con la fantasía, si no hubiéramos escuchado hasta el aburrimiento todos los lugares comunes de esa mitología que diluye siempre el presente vivo en un futuro mitificado.
Pero como ya es tarde para desprendernos de tanta morralla ¿ no podríamos, al menos, aprovecharnos de ella para ver las otras ciudades ocultas en nuestra ciudad cotidiana?¿Para descubrir, mirando hacia arriba, esas buhardillas perdidas? Para sorprendernos con un callejón que se abre luminoso tras una esquina?¿Para descubrir una vereda nueva en ese parque por el que pasamos todas las mañanas?
Así que he doblado el periódico, me he levantado y , sin rumbo fijo, me he dejado llevar por la linea de sombra de unos plátanos próximos…
(c) by Vicente Huici Urmeneta