Platón en 90 minutos

 

Resultado de imagen

Me quedo contemplando el escaparate de un librería de cierto prestigio- vamos una que no es una mera librería-almacén y en la que hay todavía libreros/as y no sólo vendedores/as- y veo, a mi izquierda, una colección de libritos blancos, el primero de los cuales se titula Platón en 90 minutos. Se me hincha la vena (física y metafísica) recordando que yo le dediqué a Platón más de dos años de  lectura reposada – tantos como por cierto dediqué al Antiguo Testamento y sobre todo al Éxodo que tantas pistas da para luego hacer cuentas civiles por aquí- y entro en la susodicha librería con ánimo dominicano ( de los dominicos de antaño).

Abro el susodicho libro y me encuentro con la siguiente frasecita «La primera ambición de Platón fue la de consagrarse como luchador, pero no pudo llegar a los Juegos Olímpicos. Probó entonces suerte como poeta trágico, pero no ganó ninguno de los grandes certámenes. Como último recurso, fue a visitar a Sócrates.» O sea que Aristocles ( llamado Platón por la envergadura de sus omoplatos) se hizo filósofo como último recurso…Aunque la expresión me recuerda a la que ahora utilizan las empresas eléctricas – que siempre han sido las que han mandado de facto en  España ( sea España lo que sea) pienso,  que bueno, no está tan mal. Pero a continuación viene un prontuario como para contestar  en plan test de permiso de conducir sobre cuestiones tales como la anamnesis, la caverna ( de Platón of course) o el rey-filósofo, ofreciéndose al final el resumen del resumen.  Supongo que el librito está pensado para  hacer negocio con esas curiosas pruebas de selectividad que permiten  llegar a decir a alguno  que «Franco era un rey» (sic, si cita requerida enviarme un email) o para alguna de las Comunidades Autónomas en las que todavía la Filosofía es una asignatura.

Parece que el pragmatismo de la cuenta de la vieja se vuelve a imponer sobre la planificación de la cuenta de resultados, y que, una vez más, tendrán que pasar unos ( muchos ) años  para que nos demos cuenta de que  habría sido  bueno haber aprendido a pensar- y cuanto mejor comenzando  por los que pensaron como «último recurso».

Dejo el libro en el estante de donde lo he cogido y la librera me echa una mirada culposa: también ellos tienen derecho a vivir.

«Lo que no me quisiste contar»

 Resultado de imagen de cristina gutierrez meurs
Cristina es alta y espigada y  su rostro se puede resumir en una amplia sonrisa.Sin embargo ha publicado un libro- Lo que no me quisiste contar– que trata de un tema tan duro y crudo como es el robo de niños durante el franquismo.
A caballo entre la ficción y la documentación, la obra recorre, a partir de un encuentro casual, toda la deriva de una madre  a la que, como a tantas, una vez pasado el parto , le comunicaron que su hija había muerto cuando lo cierto era que ya estaba en manos de otra familia, previo pago de  «una donación» .
De que un robo es un robo y de que un robo de niños es un robo de niños no puede quedar la menor duda como tampoco de que una vez más, en estos caso, las mujeres quedaban reducidas a poco menos de la nada al no otorgarles ni siquiera la categoría de madres efectivas ( Emakume: emon ume). Pero sobre la interpretación de los hechos siempre quedará la sombra de la duda acerca de porqué aquellos médicos, enfermeras y monjas , más allá de los intereses económicos, entendieron que hacían algo correcto apartando a aquellos hijos de sus madres.
Se reían los soldados republicanos de los detentebalas colorados que llevaban cosidos en sus camisas los carlistas en la última guerra civil, pues eran fácil blanco sobre blanco, pero más allá de matarlos certeramente, no podían comprender que  sus enemigos, conjurados por Dios, la Patria y el Rey, si se lanzaban tan impunemente al combate era porque creían firmemente que defendían una causa divina y que, por supuesto, sus corazones de fieltro  rojo  (¡Detente bala , el corazón de Jesús está conmigo!) harían rebotar los proyectiles republicanos…Y que si tal no ocurría era por la voluntad soberana de aquel dios que vindicaban.
Llegar  a comprender  cómo fueron posibles algunas conductas, más allá de condenarlas moral y legalmente, es siempre una cuestión pendiente, en este tema y en tantos otros, y no supone excusarlas sino prevenirlas.
Así que de todo  esto hemos estado hablando  Cristina y yo mientras nos tomábamos  un café matutino en la Plaza del Ensanche.

 

Elogio del «momentico»

Resultado de imagen de la duración bergson

Resulta difícil aceptar que ya no se volverá a algunos lugares que resultaron particularmente atractivos, incluso particularmente significativos, a no ser que, por fin, se haya encontrado, como le ocurrrió a Robert Louis Stevenson, una tierra, en este caso unas islas, que ya no se pueda abandonar después de haberla conocido. Claro que Stevenson era un rentista con complejo de culpa y tuberculoso – y muy listo y magnífico escritor, of course.

Pero ya que mayormente no podemos retornar en el espacio, parece que sí lo podemos hacer en el tiempo – que todo lo subsume según el amigo Kant. No por supuesto en el tiempo cronológico que se zampa todo, si no en la duración, esa forma del tiempo que se deslocaliza y se presenta como momentos – «momenticos» en mejor léxico de un amigo pamplonica.

Momentos, sí, que permanecen en la memoria y  cuya rememoración parece integrarnos o acaso disolvernos en la corriente de eso que llamamos la vida.

De las últimas semanas guardo muchos de esos momentos: un atardecer entre algarrobos volviendo hacia Módica; la luna llena sobre el barrio de Chiafura de Scicli; el baño en las limpias aguas de Vendicarí; el sabor del primer expresso en el Café Sicilia de Noto…Pero si tuviera que quedarme con uno solo, reinvindicaría el sabor largo y profundo de la limonata artisanale que tomamos en una tasca junto a  los hipogeos de Cova d´Ispica.

Y para tí, querido lector, querida lectora, mon semblable, mon frére ( y ma soeur), ¿ cuáles han sido tus últimos «momenticos»?

Las palabras y las cositas

 

Resultado de imagen de Foucault

Hoy he dado un largo paseo, de nuevo con Mikel: parece que lo de  pasear y trastear en FACEBOOK  (y viajar de vez en cuando y no precisamente a Benidorm) es la alternativa ilustrada al «ir a ver obras» de la generación jubilar anterior.

Hoy Mikel estaba particularmente trascendente y apodíctico , y , mientras sorteábamos bicicletas  por  Zorrozaurre, ha sacado un papelito y me ha leído una frase que llevaba escrita y que decía así :“La única sustitución que se produce tras la muerte del Hombre conduce al establecimiento del Sistema. Se sustituye un equívoco absoluto por una evidencia unívoca. Se desiste de empuñar una abstracta antorcha lingüística ( El Hombre) y se acepta sobre la espalda el peso de una evidencia con la que hay que pactar ( El Sistema)”. Como todavía no me había tomado el segundo café matutino me he quedado mudo. » Es del   Manifiesto subnormal,  de Vázquez Montalbán,  o sea  ¡ de 1970!» ha dicho cabeceando.

Le había dado y de hecho ha continuado a buen ritmo: «¡Qué gran verdad! Y qué estupidez retrógrada la de quienes parafraseamos “la muerte del hombre” poniéndonos al pie de los caballos del Sistema. Acaso no fuimos sino los  mamporreros de la nueva forma de poder que se iba asentando. La pregunta , una vez más , debería haber sido “Qui prodest?”, pero obnubilados por el estructuralismo y   la posmodernidad, nos sumamos a un carro que , sin saberlo, corría en la dirección contraria a la que, supuestamente, queríamos ir»

«Y, tú, querido compañero»- ha soltado deteniéndose y apuntándome con el dedo- » antiguo y solícito camarada ¿ no estarás ahora mismo haciendo algo parecido con todo ese lío que te traes con el “zoon elektronikón”? , ¿ con esa crítica del mundo  virtual, que a lo peor no hace sino señalar los caminos de su perfección? Sin duda, el saber  fortalece el poder, porque al cabo el primero es abducido por el segundo para su mayor efectividad.»

He asentido y he quedado en que me lo pensaría- y claro que me lo voy a pensar.

N.B. A la vuelta de Zorrozaurre , la Gaviota del Ensanche me ha dejado su marca en la camisa en una acción quizá premonitoria…

FAKE!

Resultado de imagen de fake filmaffinity

Hoy,  mi vuelta cotidiana ha transcurrido por el Paseo de Abandoibarra. Al llegar a la altura del museo Guggenheim  casi nunca paso por debajo de la llamada  «araña» de Louise Bourgeois, porque  por lo general está ocupada por gentes diversas, haciéndose fotos de familia, comprobando con pequeños golpes  la solidez de las patas  o exclamando «¡Oh! y/o ¡Ah! ante el tamaño de los huevos  que en una bolsa ad hoc penden de  la susodicha.

Siempre me ha extrañado el carácter festivo que rodea  a esta escultura que en realidad tiene por nombre «Maman» ( «Mamá») y que según el catálogo  fue construida  «en homenaje a su madre, capaz de tejer la tela de los afectos y también quedar atrapada en ellos» en un contexto de «reflexión plástica sobre temas profundos y dolorosos de la naturaleza humana», que era el contexto habitual de Bourgeois según se puede percibir claramente en la exposición ahora vigente en el interior del museo.

La distancia entre la recepción festiva y la intención dramática solo puede  comprenderse en un medio en el que el arte se ha convertido en un  mero espectáculo de masas – casi televisivo por su buenismo-  y en el que se ha obviado la Historia del Arte. Otro ejemplo al respecto es la percepción que se puede observar en la mayoría del público que  acude a la exposición sobre  el Hiperrealismo  sita en el Museo de Bellas Artes: sin Historia del Arte el Hiperrealismo se convierte en un Realismo Tonto que también provoca  sus correspondientes ¡Oh! y/o ¡Ah! ante la verosimilitud del vello púbico de algunas de las esculturas ( ¡ y mira que hay que mirar!).

Si viviéramos en  tiempos en los que la crítica del arte ( y de la literatura) no respondiera a encajes endogámicos, alguien podría alzar su voz y gritar con todas sus fuerzas FAKE!  , ¡FALSO!, pero no dirigido a la amargada ( y con razón) Louise Bourgeois sino a quienes se toman a chirigota todo lo que le ha costado ordenar su dolor ( 22 toneladas de  bronce, acero inoxidable y mármol) .

«Smoke on the water»

Resultado de imagen de manifestaciones en los setenta bilbao

La insistencia de Mikel en quedar en el Iruña siempre ha tenido su sentido. Aquí nos conocimos en los años setenta y  él continúa viviendo en aquellos años por mucho que  se acabe de jubilar. Regresar a  estas mesas – como a las de La Concordia , si fuera posible- es regresar una y otra vez a una situación originaria y por ello hipersignificativa. Sin duda aquellos años fueron muy importantes porque fueron los años del descubrimiento de la política, de la sexualidad, del sentimiento generacional, de la música…pero ¿tan importantes? Luego ha transcurrido mucho tiempo , casi cuatro décadas. Pero Mikel continúa escuchando música de aquellos años, le siguen gustando los films de la época y todavía le parece sentir la fuerza  que acompañaba  a aquellos conciertos multitudinarios o a aquellas manifestaciones radicales.

Puede ser que todo obedezca a una nostalgia de la juventud,  con todo lo que ello conlleva: cierto adamismo, primeras sensaciones, descubrimientos iniciales e iniciáticos…Pero, ¿por qué esta vuelta de la mirada casi sistemática y obsesiva hacia aquellos años?

No sé, quizá le pesen los muertos, nuestros  muertos. El Oso, el Grampo, La Rubia, Cuchillito, etc. Y cierto deseo de “decir” de ellos como comenta Roland Barthes. Pero los muertos suelen pesar como culpa, están vivos como culpa. Entonces ,¿ es culpa lo que mueve  esta insistencia? Pero, ¿qué culpa? ¿La de haberles “traicionado”? ¿La de haber comprendido que aquello que defendíamos era algo imposible estratégicamente y que obedecía más a un instinto táctico cruelmente  dirigido por fuerzas ajenas a nosotros mismos?

Por ejemplo, saber que que los servicios secretos potenciaron  a la ultra-izquierda para combatir la infuencia del Partido Comunista. O que los conciertos multitudinarios  terminaron por ser un gran negocio. O que los hippies adelantaron las pautas narcisistas de la sociedad de consumo.

La bala que mató a Germán Rodríguez en julio de 1978, y que  tanto le ha obsesionado a Mikel como imagen de un enfrentamiento final, no sería,  a estas alturas sino la bala de plata del  ajuste que el poder decidió establecer en plena transición entre la izquierda política y los movimientos sociales. Algo así como: “Este es el límite de lo que podéis hacer. Más allá os encontaréis con la violencia legítima del Estado”.

O sea, que de alguna manera esa culpa es una culpa por no haber muerto en “los buenos momentos”, cuando la utopía , convenientemente adobada por nuestro judeocristianismo basal, todavía continuaba vigente, y así, por ejemplo, no haber tenido que ver tantas “ reconvensiones”. Reconvensiones de estudiantes troskistas, de mecánicos maoístas, de profesionales estalinistas en empresarios (muy) adinerados. Culpa por haber asumido que “ para que nada cambie todo tiene que cambiar” , aprovechando los márgenes estrechos de la movilidad social de la Transición.

Algo que ya estaba explícito el El Gatopardo, pero también  en La educación sentimental…y que probablemente ya está esta por aquí  , en alguna novela perdida aunque famosa.

Pero Mikel insiste: » Nadie podrá impedirme que escuche todas las veces que quiera «Smoke on the water» ( de Deep Purple, añado yo para los menores de sesenta)

El gozo de la sombra

Resultado de imagen de la saga-fuga de J. B.

Llevo siguiéndole un par de calles. Es un hombretón calvo y fuerte que camina ágilmente leyendo un libro mientras sortea con habilidad peatones y coches ( y bicicletas).Le sigo porque cada vez  es menos habitual ver a alguien leyendo un libro en papel ( ¡qué cosas hay que llegar a decir!) y todavía menos con tanto interés.

Por fin se ha detenido – no sé cómo- en un semáforo, y he podido ver el título del libro que tanto mantiene su atención: La saga-fuga de J.B., de Gonzalo Torrente Ballester. Y no me he extrañado, pues abrir una obra así es entrar en un mundo del que es difícil salir.

En efecto, Gonzalo Torrente Ballester, compartiendo historia con muchos y muchas de su generación, se apartó de su primigenio filo-franquismo, y poco a poco, entre excelentes crónicas periodísticas y varias derivas narrativas de cierto éxito – como Los gozos y las sombras, en su momento  serie de TVE- fue preparando esta monumental obra, Premio de la Crítica en 1972,  que permanece oculta entre la marea continua de novedades.

El lector peripatético ha continuado su camino pero yo ya no le he seguido, una vez satisfecha mi curiosidad. Aún así    queda para el misterio cómo alguien, tantos años después de su publicación, ha podido dar con este libro que es uno en los que más claramente se manifiesta esa posibilidad que da la literatura de  crear un mundo totalmente significativo desde sí mismo. Alguien que ya está   conociendo el gozo de entrar en un sombra todopoderosa, la sombra del lenguaje que aclara porque  ordena  y a la que renuncian muchos seres humanos en  favor de un realismo visual   tan tramposo como ingenuo.

 

 

Circolo di conversazione

Frente a la impresionante iglesia de San Giorgio de Ragusa Ibla, se extiende la larga Piazza del Duomo ,y en su extremo izquierdo el paseante se encuentra con un edificio  modesto y discreto , casi siempre cerrado, en el cual figura la siguiente inscripción: Circolo di conversazione.

Se supone que es el lugar en el que la aristocracia ragusana ( masculina, por supuesto) se reunía para intercambiar opiniones y llegar a posibles acuerdos en un ambiente distendido.

Para quienes no somos ni aristócratas ni ragusanos, ni vivimos en el siglo XIX, la curiosidad sobre este edificio radica en su mismo nombre pues evoca la igualdad casi geométrica de unos pocos iguales frente a muchos desiguales.

Con el tiempo los muchos desiguales fueron creando sus propios círculos ( obreros, campesinos, ciudadanos, mujeres…) y terminaron en muchos casos por enfrentarse a los hasta entonces pocos iguales, pero la marca , en su dimensión geométrica, ha continuado teniendo su vigencia como es manifiesto en los edificios públicos que todavía sirven de palestras. Y esa marca, occidental por excelencia, es la marca del «homo aequalis» frente al «homo hierarchicus» que tan bien matizara en su momento el antropólogo Louis Dumont.

Y de todo esto doy buena cuenta cuando me llevan a la última cena en el  ristorante-pizzería Convivio de Módica que  de buena gana me llevaría en la maleta ( Salvo incluído) y que durante estos días ha sido nuestro verdadero circolo di conversazione…

Tiempos geológicos

 

 

Resultado de imagen de cava d'ispica

La Cava d´Ispica, en los alrededores de Módica, es una larga cárcava de la que la autoridad museística de Sicilia permite visitar un recorrido de un par de kilómetros, ya que el resto se encuentra en diversas fases de excavación. Este recorrido, en realidad, cubre un amplio hipogeo con un sinnúmero  de tumbas  que ha sido utilizado y reutilizado en muchas ocasiones a lo largo de los siglos. Fue primero, como se ha dicho, cementerio y catacumba cuando los cristianos vivían en la clandestinidad, luego en la época tardorromana una parte se reconvirtió en gimnasium desalojando a los consiguientes muertos; en la Edad Media nuevos  desalojos fueron aprovechados para construir hasta cinco pisos de viviendas. Pasaron los años en los que , como dejó muy claro Montaigne en sus libros de viajes, la antiguedad no era referente de casi nada y llegaron los de Goethe y los románticos en los que se comenzó a excavar media Europa buscando identidades ocultas. Fue entonces cuando se comenzó a valorar todo lo que había ocurrido entre estas altas paredes.

Sin embargo, a mí lo que más me ha sorprendido ha sido esa alternancia un tanto natural entre vivos y muertos, algo que hoy hemos perdido confinando la muerte a la  profilaxis de los hospitales y las funerarias.

En el libro que continúo leyendo a trancas y barrancas, Robert Louis Stevenson cuenta el caso de un aborigen hawaiano que habiendo contraído una enfermedad mortal, cavó frente a la puerta de su choza su propia sepultura, se metió en ella y estuvo comiendo, bebiendo y durmiendo ( y fumando y charlando con todos los que por allí pasaban) hasta que definitivamente se murió.

Buena lección para quienes siempre quieren parecer jóvenes y están aterrados por el paso de un lapso de tiempo que resulta ridículo en comparación con  el tiempo geológico de, por ejemplo, esta profunda y larga Cava d’Ispica.

 

Pasolini no se detuvo en Scicli

http://www.sciclinews.com/immagini_pagine/pasolini_piazza_municipio.jpg

En la primavera de 1959 un grupo de intelectuales italianos vinculados al PCI visitaron el barrio «de las cuevas de Chiafura» de la localidad siciliana de Scicli. La misión de aquella visita fue doble: por un lado querían constatar una forma de vida troglodita en pleno siglo XX; y por otra parte deseaban solidarizarse con aquellas personas que sobrevivían sin agua corriente ni suministro eléctrico. En las fotos que han quedado de aquella visita se ve a un Pier Paolo Pasolini con un traje impecable y encorbatado charlando con unos ragazzi en camiseta, a María Antonietta Macciocchi escuchando a unas señoras oscuras vestidas de negro ,o a Carlo Levi fumando mientras toma notas en el interior de una de las cuevas. Resulta evidente que aquellas gentes vivían en el siglo XIX como también vivían en el mismo siglo quienes disfrutaban de los palacios aristocráticos que se extendían a la vuelta de la esquina- más concretamente a la vuelta de la Iglesia de la Inmaculada que cerraba el barrio.

Hoy en día, el barrio de Chiafura comparte las covachas con unas humildes casas provistas sin duda de agua corriente y electricidad ( a juzgar por el número incontable de antenas de televisión), pero el núcleo central de Scicli se ha puesto de moda. Así la calle Francesco Mormina comienza con » la comisaría de Montalbano»  y finaliza con la «Farmacia  de Montalbano» y a lo largo de ella se suceden palacios e iglesias con visita de pago, salteados por boutiques de ropa cara, restaurantes de pro y heladerías  con pie de página, concitando la atención de una buena muestra de la pijería autóctona. Por lo demás, se intenta mantener una cierta imagen de sicilianidad  al modo de un pequeño Pals, pero el deseo de hacer negocio- en este caso, «el agosto»- es tan manifiesto que provoca una cierta repulsión: está bien pagar por un servicio y hasta pagar mejor por un mejor servicio, pero sentirse carne de guiri al que darle la clavada y despedirle cuanto antes no es de recibo.

Scicli puede morir de exito – que tomen nota quienes quieren copiar el modelo en otros lares. En fin, hoy no vamos a cenar aquí, nos tomaremos tan sólo una cerveza- hoy probaré la Semedorato a ver qué tal es a fuer de siciliana. En la mesa de al lado unos yankis vociferan. Seguro que no tienen ni idea de que a no menos de un kilometro sigue existiendo Chiafura.