Se celebra hoy un nuevo aniversario de la proclamación de la II República Española, último intento, también frustrado, de despegar de la piel de toro los liquenes verdosos del Antiguo Régimen, muy antiguo y muy régimen.
La conciencia ( histórica o lo que sea) al respecto parece mostrarse muy vaporosa sobre todo para las nuevas generaciones de milenials, salvo en los casos en los que haya habido alguna anécdota familiar, revestida de ejecuciones o exilios: no hace tanto que un alumno mío de primero de carrera – cuando ya comenzaba a denominarse «Grado»- mencionó a Franco como «un Rey» y otro tal preguntó «quiénes eran los carlistas», por no mencionar el apelativo de «rojos» utilizado por otro más en una exposición temática.
Y , desde luego y mayormente en mi familia ha habido de todo, predominando el toque nacionalista ( vasco, por supuesto ) aunque siempre con un toque liberal, como el de mi abuelo Ataulfo Urmeneta, padre de Miguel Javier Urmeneta, un vasquista poliédrico.
Pero también hubo republicanos, y particularnente una republicana , Matilde Huici, lejana pariente recuperada al cabo de los años por la indagación histórica, por ejemplo de la mano de Mª Nieves San Martín Montilla , o Ángel García Sanz.
Esta señora, que ya insistía en firmar tambien con su segundo apellido -«Matilde Huici Navaz» ,ha salido en estas columnillas más de una vez , pero no me resisto a volver a publicar «lo que un día escribí , pensando en ti…»:
«Matilde Huici nació en Pamplona en 1890. Estudió Magisterio en Bilbao y Leyes en la Universidad Complutense de Madrid. Gracias a una beca de la Junta de Ampliación de Estudios, pudo desplazarse a Vermont (USA) donde se especializó en Pedagogía.
Militante socialista, fue miembro de una generación de mujeres cultas, comprometidas y feministas, siendo compañera de Clara Campoamor, María de Maeztu y Victoria Kent con las que fundó la Asociación de Mujeres Españolas Universitarias. Viajó a la URSS y volvió entusiasmada y radicalizada. Desempeñó varios cargos políticos durante el periodo republicano y, cuando estalló el levantamiento militar, trabajó en la Sociedad de Naciones (hoy ONU) y posteriomente se exiló en Chile, mientras sus más próximos eran fusilados.
En Chile, creó una red educativa dirigida a la primera infancia de la que todavía quedan algunos centros y , por fin, murió en Santiago de Chile en 1965.
Sabían muy bien los franquistas a quién quitaban de en medio. La cuestión era “limpiar la patria” y a algunas,como a Matilde Huici, les tocó un castigo doble por ser mujeres y además cultas…»