IR AL CINE (breve divagación sobre «L´ Atalante», de Jean Vigo)

En estos ya largos tiempos pandémicos, siempre puede ser un placer abandonarse de vez en cuando a la ficción. Y si bien los medios electrónicos han facilitado y mucho estas escansiones , más allá de la lectura de un libro ,que mayormente se hace en soledad, acudir a una representación teatral o a una sala de cine – con las precauciones oportunas- añade el plus de la vivencia colectiva, algo que muchos y muchas continuamos echando en falta.

Esta inmersión en lo que Peter L. Berger y Thomas Luckmann denominaban en su célebre obra La construcción social de la realidad , «zonas limitadas de significado» que desvían la atención de la realidad de la vida cotidiana, pero que permiten luego regresar a ella como «si se volviera de un paseo» , la he experimentado de nuevo recientemente en toda su intensidad durante la proyección de la película L´ Atalante- La barcaza que pasa, de Jean Vigo, filmada en 1934, y primera del nuevo ciclo sobre CINE Y CIUDAD -PARIS, organizado por el COAVN en su sede de Bilbao.

L´ Atalante ,considerado uno de los doce mejores films de la Historia del Cine por la crítica anglosajona, según comentó el erudito a fuer de entretenido Eneko Lorente en la presentación, se articula en el viaje de una pareja de recién casados por los canales del Sena, sumido él en la navegación y ella en el ansia de conocer la Ciudad de la Luz.

A lo largo del recorrido, más allá de mostrar de un modo documental la vida cotidiana de un Paris de entreguerras, con sus nuevas construcciones y descampados, con su vida frívola de bailes y la más oscura de colas de parados, con los coches de caballos todavía circulando entre los nuevos y ligeros automóviles, la trama aparece pespunteada por sucesivas muestras de amor y de amistad, de aceptación y de reconocimiento mutuo que conmueven por su carácter directo y sencillo.

Y poder emocionarse con una obra realizada hace ya casi cien años que además da cuenta de unos modos de vida periclitados, inclina a pensar que el arte, en este caso cinematográfico, puede seguir siendo una clave relevante para la supervivencia de hogaño, en esa dinámica de abducción y devolución a la realidad de todos los días que nos propone.

Algo , por cierto que , en esta ocasión hay que agradecer al Colegio de Arquitectos Vasco Navarro que en este nuevo ciclo va a proyectar a lo largo de este curso y en su sede bilbaina, films como Milou en mayo , de Louis Malle, Los niños del paraíso, de Marcel Carné, o Los cuatrocientos golpes, de François Truffaut.

PASAPORTE COVID ( ¿ y una Cruz de Hierro?)

Esta mañana estaba leyendo en la versión digital de un periódico que en la tarde de ayer, domingo 23, hubo en Bilbao una gran manifestación contra la emisión y utilización del denominado Pasaporte COVID.

Los lemas de la marcha , no por conocidos eran menos repetidos, destacando aquellos que denunciaban el pasaporte en cuestión como una operación táctica de una estrategia general de control social que se quería imponer desde El Sistema.

Era de suponer que, mayormente , los asistentes no estaban vacunados ( ni vacunadas, of course) y que la mascarilla les sobraba a juicio de la foto que acompañaba a la información.

Por la curiosidad que siempre me informa como sociólogo en excedencia, he ampliado la foto para poder observar detenidamente el paisanaje de las primeras filas de manifestantes. Entre los portadores de la pancarta – «STOP- PASAPORTE A LA DICTADURA- DIKTADURARAKO PASAPORTEA»- de cinco , dos de ellos parecían estar más bien ocupados por sus smartfones, y de estos dos, uno llevaba una visera ribeteada que me ha parecido muy curiosa. He ampliado la foto y he podido comprobar que la gorra llevaba incorporada una Cruz Templaria, diseño básico de la Cruz de Hierro prusiana que en la cultura popular aparece vinculada a la Alemania Nazi.

El hallazgo me ha dejado un tanto anonadado, y de inmediato he recordado la manifestación de colectivos anti-vacunas que presencié en Valencia durante las navidades pasadas y en las que ondeaban banderas españolas con el aguilucho franquista y emblemas carlistas.

Y, a pesar de que sé que un golondrina no hace verano, ni un cuervo negro invierno, no he podido evitar pensar en todos los que caminaban detrás de este individuo sin saber la Cruz que llevaban delante y que probablemente la incultura del portante sobresignificaba, escupiendo en la memoria de los Templarios.

A continuación,he recordado aquellas sabias palabras de Sigmund Freud en su El porvenir de una ilusión , que decían “calificamos de ilusión una creencia cuando aparece engendrada por el impulso a la satisfacción de un deseo, prescindiendo de su relación con la realidad” y que sin ser yo precisamente freudiano – y para nada ortodoxo freudiano- se alzaban ante mi preguntándome sobre la satisfacción de qué deseo movía a estos y a estas manifestantes, toda vez que parecía manifiesta su discrepancia radical con eso que llamamos, construcción social mediante ( Berger y Luckmann), la realidad.

Pero, ¡oh maravillas de la era electrónica!, de pronto la noticia en cuestión ha desparecido de mi pantalla y ha sido imposible recuperarla. Así que no sé si todo ha sido una fake-new ( si es así , no renovaré la suscripción a este medio) o una ilusión de la resaca del lunes , o una pesadilla en forma de Cruz de Hierro…

EL FÚTBOL Y LA DES-MEMORIA (sobre…)

Mis dos últimas entradas en este blog han resultado reveladoras de las inclinaciones del lectorado y serán sin duda buenas pistas para encauzar esta scripturire ( o manía de escribir según Roland Barthes) que padezco.

Así , la penúltima – LA SUPERCOPA ( y unos puntitos negros)-versaba, en un tono tragi-cómico, acerca de la elusión de las condiciones en las que se celebró la final de la Supercopa de España, fiándolo todo al aspecto deportivo y obviando vergonzosamente que Arabia Saudí es una monarquía autoritaria en la que las mujeres , además, carecen de los más elementales derechos.

Pues bien, esta columna ha sido una de las más leídas en los últimos años- llevo escritas cerca de 1.300- pero ha generado un mutis fori general, salvo entre los lectores militantes. La razón es obvia: estaba de por medio el Athletic Club de Bilbao y todo lo relativo a su actividad goza de un nihil obstat permanente, legitimado socialmente – «y me parece bien» diría El Gatopardo- , incluso para celebrar partidos multitudinarios en plena pandemia del COVID-19 – esto también ocurre con la Real Sociedad como bien lo destacó recientemente y entre dientes Eneko Goia, el alcalde de San Sebastián/ Donostia, al comentar las severas restricciones impuestas , por el contrario, a las tamborradas.

La columna siguiente y última- MEMORIAS (y desmemorias)– tomaba como referencia las memorias del democristiano Óscar Alzaga – bienhabiente, por cierto, del Museo de Bellas Artes de Bilbao.

De ellas se destacaba la labor documenticida de Rodolfo Martín Villa que se encargó de quemar en 1977 miles de documentos comprometedores llevados en camiones hasta la sede central de la Guardia Civil, condicionando así gravísimamente la tarea de la futura investigación histórica.

Pues bien , esta entrada apenas si ha sido leída, generando no obstante un par de certeros comentarios. En este caso la razón también está muy clara: tales asuntos no resultan interesantes y menos en la situación sanitaria en la que vivimos que requiere más bien- y es comprensible- panem et circenses.

Se quejaba hoy , día 23, Iñaki Anasagasti en este medio – «Andreotti y la desmemoria colectiva»– , de la poca atención que parece suscitar la Historia en nuestros días y sobre todo entre la juventud y avisaba de que , como decía José Saramago, la desmemoria conduce a la indiferencia. Y en este caso, coincido con él, a pesar de no hacerlo en otras cuestiones igualmente trascendentales.

Todo lo cual, como decía al principio, son pistas y de las buenas acerca de lo decible y lo indecible y de los límites de lo uno y de lo otro, sin tener que ampararse en aquel «así son las cosas y así se las hemos contado» con que solía terminar los noticiarios un ya provecto presentador de televisión…Y se admiten, por supuesto, comentarios…

MEMORIAS ( y desmemorias)

Óscar Alzaga (Madrid, 1942), uno de los políticos demócrata-cristianos más destacados del tardofranquismo y miembro de la Comisión Constitucional del Congreso de los Diputados por UCD, ha sorprendido a tirios y troyanos con la publicación de La conquista de la transición (1960-1978) Memorias documentadas.

En una reciente entrevista , Alzaga señalaba ,como un dato relevante , que en 1977, bajo la batuta del ministro del Interior, Rodolfo Martín Villa y con la conformidad del presidente Suárez, los expedientes de las actuaciones de la Brigada Social y otras fuerzas policiales durante los largos años del franquismo,con información de las actividades de los opositores al régimen, fueron llevados en camiones a la sede central de la Guardia Civil, donde había instalada una gran caldera para su quema. Y añadía: «Somos el único país de Europa donde se ha cometido tal barbaridad. Los informes de la policía política de la Alemania Nacional Socialista, de la Italia fascista, del Portugal salazarista o de la Grecia bajo la dictadura militar se han conservado. Nosotros constituimos la triste excepción, explicable porque muchos franquistas quisieron seguir en política durante la nueva democracia y ello solo les pareció factible si se destruían todas las pruebas de cómo habían contribuido a la represión».

Y aunque ya es necesario admitir que tanto la memoria individual ( Henri Bergson) como la memoria colectiva ( Maurice Halbwachs ) son interesadas – simple y llanamente porque defienden intereses legítimos en función del presente – en nuestra cultura ha quedado siempre la posibilidad de historiar, es decir de investigar (ἱστορεῖν ) y de conformar un relato verosímil atendiendo tan solo a la documentación y a los testimonios, como defendía Paul Veyne.

Pero difícilmente se puede llegar a hacer algún tipo de historia si ,como en el caso del franquismo, no solo las premisas ideológicas han pergeñado analógicamente una historia ad demostrandum, sino que la voluntad expresamente documenticida ha impedido en muchos casos toda constatación y todo contraste.

Y cuando la oportunidad o la labor pertinaz ha logrado al fin sacar a la luz una nueva reconsideración histórica bien documentada, los descendientes de los documenticidas ( por decir algo) han negado la mayor , como ha ocurrido recientemente con la publicación de La [des]memoria de los vencedores (Pamiela, 2019) de Fernando Mikelarena.

( Escribo lo anterior siendo muy consciente de que mis apellidos circularon tanto entre los fascistas como entre republicanos y nacionalistas vascos. Algunos y algunas, muchos creo yo, somos hijos de las dos partes que en su momento helaron los corazones.Pero, en fin… ¡ Hubo tantas décadas de silencio!… ¡Ah las memorias y las desmemorias…!)

LA SUPERCOPA ( y unos puntitos negros)

El pasado domingo estuve viendo la final de la Supercopa de España entre el Athletic de Bilbao y el Real Madrid. Como tengo por costumbre, vi el partido con el sonido apagado para así poder recrearme en el aspecto estético de las jugadas de ambos equipos -y, de paso, para no molestar a otros miembros de mi comunidad doméstica que estaban leyendo o estudiando.

No soy un experto en balompié , tampoco un aficionado al deporte-rey ,ni siquiera un seguidor de algún equipo, aunque de tener que serlo de alguno lo sería del Osasuna por mor de mi infancia pamplonica.

Aun así, a simple vista y sin más – como dicen ahora los adolescentes- ,me dio la impresión de que el Athletic se enfrentaba a una escuadra muy bien coordinada y con un tapón final imbatible en forma de Casa-Torre , un tal Courtois que, en viendo su capacidad para despejar el penalti lanzado por Raúl García , se le ha de suponer una ardua formación como dantzari de ezpata-dantza.

Y, en fin, en tanto que sociólogo en excedencia – que diría maese Pierre Bourdieu – me entretuve luego en observar detenidamente la ceremonia posterior, allá al fondo del gigantesco estadio Rey Fahd , digno de comparación con la Plaza Roja de Moscú o análoga a la china de Tiananmén o incluso a la pirámide de Keops .

En principio, no me percaté de nada nuevo pues la ceremonia fue tan sosa como previsible, pero de pronto pude darme cuenta, en uno de esos barridos algoritmicos de una de las cámaras de la televisión, que detrás de toda aquella parafernalia había un a modo de puntitos negros que se encargaban de traer y llevar bandejas varias. Y entonces me di cuenta de que aquellos puntitos negros eran mujeres embozadas, unas mujeres que , como es bien conocido y ha sido denunciado, no tienen apenas derechos en esta particular monarquía de Arabia Saudí.

Y a la incomprensión tácita por el lugar a donde se había traslado la final de la Supercopa ,se me unió entonces la vergüenza explícita por haber formado parte, aun como espectador lejano, de un público que, como llegué a escuchar a un hincha en un noticiario de mediodía, «no entra en cuestiones políticas».

De manera que, una vez apagado el televisor, tan solo me quedó el recuerdo de aquellos puntitos negros perdidos tras las bambalinas…

VACUNAS( y anti-)

Durante una reciente visita a Valencia – atraído por la causa final de la magnífica exposición Jorge Oteiza- Eduardo Chillida. Diálogo en los años 50 y 60, comisariada por Javier González de Durana para la Fundación Bancaja- paseando una soleada tarde por la plaza del Ayuntamiento de la capital del Turia, me topé con una concentración anti-vacunas.

En un panfleto que se estaba repartiendo pude leer que la concentración estaba convocada por colectivos bastante variopintos como Policías por la Verdad o un tal Partido del Pueblo, y comprobé que entre la turbamulta se alzaban y agitaban de vez en cuando varias banderas españolas con el aguilucho preconstitucional así como una gran enseña carlista.

Además, enseguida me di cuenta de que en torno al grupo más vociferante, entre cuyos miembros algunos parecían reprimir el saludo a la romana, había un a modo de corona circular silente constituida por varones barbados canosos y mujeres canosas de faldas floreadas, de la tipología que una buena amiga de gran perspicacia sociológica suele denominar «jipijos» y «jipijas».

Y sin profundizar más, que bien se pudiera, en esta curiosa combinación «anti ( ¿Sistema?)», y aunque la causa primera de todo el decurso COVID-19 será revelada oportunamente en el futuro y acaso en clave John le Carré ( como en su momento ocurrió con el VIH), lo cierto es que la causa formal se está manifestando como un confuso y a veces delirante conflicto político sensu stricto entre los tres poderes propuestos por el camarada Montesquieu, y los poderes , subpoderes, contrapoderes y copoderes que nos informan.

Otro sí, mientras la ciudadanía cumple mayoritariamente con lo que considera el deber cívico de vacunarse y hasta acepta estupefacta los cambios algorítmicos de protoloco epidémico disciplinadamente , asumiendo incluso , y quizá con delirio, el copago disfrazado ( en el País Vasco se han gastado 4.300.000 de euros en la compra de 867.856 test privados de antígenos durante las pasadas navidades), una minoría se resiste numantinamente al pinchazo y a la mascarilla haciendo gala de su libertad individual.

Y para más inri , esa minoría anti-vacunas acaba siendo incluida, cómo no, en el conjunto de grupos «vulnerables» señalados por la expertise, tal y como los mayores de setenta años, las mujeres embarazadas o quienes padecen una enfermedad crónica grave, en nutriendo generosamente hospitalizaciones y camas de las UCIs del denostado Sistema.

Unas prestaciones sanitarias que esta facción de illuminati coherentemente debería rechazar… O aceptar, aceptando también ese impuesto especial que ya se estudia implantar en Quebec…

N. B. Me había propuesto no hablar más del COVID-19 y sus circunstancias, pero la «ira brevis» navarra ha podido con mi «reserva mental» jesuítica.

2022,el YI JING (y tal)

Hace una larga cuarentena (¡miedo me da escribir este ya palabro!) ,estaba en trámites de divorcio político pactado con el maoísmo sesentayochista a pesar de que todavía no había salido de mi condición de «abertzale interno», escurriéndoseme la vida en un frío y luminoso Madrid, como he intentado dar cuenta en un a modo de dietario, intitulado 1978- El cuaderno rojo ,que a lo peor hasta se publica un día de estos.

Ahora que muchos de mis antiguos co-legas han renegado de todo aquello más veces que San Pedro o que se han vendido por un plato de lentejas laboristas enlatadas, o que se han subido – y ya bajado- al carricoche acádemico sin haber logrado la ansiada cátedra Jean Monnet ( o el Premio Nobel…¡ los hay pretenciosos!), o han triunfado como empresarios hasta conseguir presidir una Cámara de Comercio, o simplemente, se han muerto, a mí me ha quedado , como buen post-maoísta ( ilustrado, todo hay que decirlo), el Yi Jing, el I Ching ( El libro de los Cambios de la tradición china) de cuando Mao Tsé Tung no era todavía Mao Zédong.

Pues hay un buen montón de ex-algo que no quiere ser post-algo, olvidando aquella famosa afirmación del pelirrojo impenitente Cohn- Bendit de que «lo importante no fue lo que nosotros hicimos por la Revolución sino lo que la Revolución hizo por nosotros» incitándonos a discutirlo todo,a leer los libros prohibidos, ver cine alternativo, a participar en movilizaciones populares y a viajar lejos para ver mejor lo de cerca.

Así que para rescatarme de mí mismo con algo de lo mejor que me ha quedado de aquella efervescencia juvenil y renovar mis habilidades manuales e intelectuales, he llevado a cabo durante el fin de semana una tirada del mentado Yi Ying, pensando en este año 2022.

El resultado ha sido el hexagrama I, Qian ( El Principio Activo), con un nueve en la segunda posición, por lo que el cambio se abrirá hacia el hexagrama 13 Tong Ren (La Comunidad), siendo el opuesto el hexagrama 2 Kun ( El Principio Pasivo).

Una vez consultadas las ediciones más fiables de que dispongo (1) y asumiendo la arbitrariedad de la interpretación, 2022 se presenta en conjunto como favorable con la condición de que se extienda cierta disciplina social que fomente la acción comunitaria,aunque siempre debería conducirse de una manera civilizada y bien informada, sin generar amenazas ni miedos impropios, pero , por otro lado, abandonando toda tendencia a la pasividad (incluso política).

Podría afirmarse, consecuentemente, que de manera global se alienta una recuperación de la vida proactiva individual y colectiva, y se apunta a que quienes tienen entre sus manos responsabilidades últimas no engañen ni atemoricen para conseguir fines espurios ajenos al bien común y más bien lideren con firmeza el avance general.

Y yo, simplemente, lo comento por si a alguien le pudiera interesar , o le da una pista, o le consuela.

Pues, eso – que diría Paco Umbral…

(1) – P-L- F Philastre / F. Jullien, en Libraire Générale Française (1992) ; Richard John Lynn,en Columbia University Press (1994) ; y Albert Galvany, en Atalanta (2006).

MIGUEL SÁNCHEZ-OSTIZ ,A ESCENA(o sobre «Viaje a alrededor de mi cuarto»)

Miguel Sánchez- Ostiz ( Pamplona , 1950) es un escritor de largo recorrido. Poeta, autor de casi una treintena de novelas, de varias crónicas de viajes y de unos siempre sugerentes diarios y dietarios, ha publicado recientemente Viaje alrededor de mi cuarto, una obra singular.

Editada primorosamente , como es habitual , por Pamiela, el libro recoge una setentena de entradas en las que se combinan episodios autobiográficos y un gran despliegue de referencias, fundamentalmente literarias, que articulan la formalización de vivencias y recuerdos reververados durante el reciente confinamiento ( se fecha su composición entre marzo de 2020 y julio de 2021).

Dotado de una artesanía indudable a la hora de escribir – y que ha sido reconocida también por numerosos premios- Viaje alrededor de mi cuarto se lee con gusto y se relee con regusto y no solo como un testimonio más de este annus horribilis que amenaza convertirse en un bienio negro, sino por la sincera arbitrariedad antero -retrógada de que hace gala su autor – sobre todo al desenvolverse entre paisajes y paisanajes – fruto acaso de su «humor vagabundo», y que, en opinión de quien esto suscribe, es uno de sus mayores valores explícitos.

Y esto es así hasta tal punto de que si bien esta obra aparece subtitulada como «novela desordenada» bien podría cambiarse por ,»Miguel Sánchez-Ostiz ,a escena»…

LA COSA( apostillas al nombre de)- but, TXORI ONAK!

En deseándome otro sí unas felices fiestas, un fiel seguidor y apuntador me ha indicado que no es una buena idea terminar el año repartiendo mandobles a diestro y siniestro.

Y aunque reconozco que en su momento no se me dio nada mal el arte marcial del karate- do, de aquellos años me ha quedado la costumbre matutina de los katas de Heian , pero sobre todo el principio de «la mano vacía» ( kara 空 limpio /te 手 mano).

Así que nadie debería preocuparse -ni menos ocuparse – ni siquiera de un oi- tsuki verbal de esos que me salen automáticamente por mor del entrenamiento sistemático al que someto a mi pluma ( electrónica ya mayormente).

Pues, any way y por otro lado , mi post-maoísmo crítico – que bien me lo he currado- me ha enseñado que la democracia o es burguesa radicalmente o es otra cosa. Y que por lo tanto obedecer a las autoridades legítimamente elegidas es el primer deber ciudadano, siendo este, en paralelo de un pacto eqüe-principal ,a la crítica oportuna y razonada, pues de lo que se trata es de convencer siendo el vencer si acaso una consecuencia a medio o largo plazo. Y todo ello aun sabiendo que los argumentos expuestos serán integrados en el discurso del sistema de poder realmente existente y reforzándolo, como muy bien explicó en su momento Michel Foucault, ese tipo que tanto me gusta citar.

Por lo tanto y en relación a La Cosa ,que en estos momentos no es otra que el COVID-19 ,todo lo mío no son sino apostillas de franco tirador plumífero : sin más ,como dice ahora la juventud.

Así que olvídense ustedes del kumite en el que de vez en cuando les encierro , disfruten lo que puedan entre mascarillas guardando bien la distancia (mai), y no pierdan la oportunidad de hablar – sin gritar – de lo divino y de lo humano.

Txori onak izan ditzazuela, lagunak!

SERVICIOS (deterioro de todos los)

En mi paseo cotidiano veo una y otra vez largas colas para hacerse test de antígenos y PCR ante las puertas de la Sanidad Privada.

Es de suponer que si tal ocurre es porque los recursos de la Sanidad Pública no dan a basto para realizar esas pruebas, o que las informaciones que han llegado a la ciudadanía han generado una respuesta en el límite de la neurosis colectiva.

Pero, en cualquier caso, la responsabilidad última le corresponde a una Administración incapaz por defecto de no disponer de los recursos necesarios, o por exceso , de resultar demasiado favorable a la privatización de la sanidad. Y en conjunto , de no haber sido capaz de generar una mínima capacidad crítica durante el proceso educativo.

Y si esta es la conclusión más lógica en términos mayores, la mencionada carencia de formación, sustituida por activa y por pasiva por una información confusa y algorítmica en función de intereses pol´íticos, en términos menores , que son los que más afectan a la vida cotidiana a la par del embrollo COVID-19, no cesa de dejar un deterioro generalizado de lo que antes se consideraban «servicios»: así , por ejemplo, los horarios espartanos impuestos por las entidades bancarias para la realización de determinadas operaciones cuando no el cierre de sucursales, o, en otro tono, la lucha por la ocupación de las terrazas , en la que hay que combinar la destreza del saltimbanqui que está a la vez junto a una mesa y junto a una barra y además exhibiendo su pasaporte de vacunación, ante la constatación de que ya no hay «servicio de terraza».

Todo lo anterior, a grande y a pequeña, no nos conduce sino al estrafalario mus del «salvese quien pueda», bien adobado por ese narcisismo sistémico medioambiental hoy rampante, en la inconsciencia histórica de que solo se salvarán los de siempre, aquellos (y aquellas of course) que hacen leyes para que las cumplan los demás, sumando así un tercer deterioro, el deterioro del servicio público…