A la sombra de los Umbertos en flor

Hay un señor de coleta cana y gafas de sol de aviador que nunca sale de la sombra de una sombrilla de la piscina del hotel. De vez en cuando , mira su reloj de pulsera, cierra el libro que está leyendo y un enorme cuaderno en el que dibuja y toma apuntes, y se tira al agua. Hace unos cuantos largos, sale , se seca vigorosamente con una toalla y vuelve a su sombra.

Hoy, mientras nadaba, he aprovechado que se había dejado el cuaderno entreabierto y he visto escrito en grandes letras: UMBERTO ECO  E IL UR-FASCISMO.

La verdad es que no me he sorprendido, pues desde que se murió este prolífico polígrafo italiano, más allá de las alabanzas y reconocimientos académicos e institucionales, desde puntos de vista supuestamente más críticos viene recibiendo un varapalo tras otro. Lo curioso es que la mayoría de los varapalos son ad hominem ( o sea sobre su persona o su modo de vivir) y pocos discuten su obra… dejando a salvo quizás al señor de la sombrilla.

Lo cual que la mayor parte de las supuestas críticas se van por los cerros de una envidia manifiesta y culposa. Envidia por  haber hecho de la semiótica una marca comercial y hasta una cátedra (Tratado de semiótica general) , envidia por haber jugado con los registros cultos convirtiéndolos en hazmerreir de listillos (Diario mínimo), envidia por  ser un novelista de éxito- El nombre de la rosa et alii- ( que para más inri escribía algunos de sus originales directamente en inglés y, encima, se convertían en films con  más éxito todavía),envidia por, consecuentemente,ganar mucho dinero ( y poder comprarle «collares muy caros a su mujer», sic, si cita requerida, buscar en google), envidia , en fin, por ser un » bon vivant» y no un  mero profesor enjuto y algo amargadillo por la cosa del ser en cuanto que tal.

O sea, ENVIDIA. Que es lo que se me ha ocurrido poner en el cuaderno del señor de la sombrilla, pero  que no he puesto porque el italiano, de tan parecido a esta lengua franca en la que escribo, da lugar a muchas faltas de ortografía – algo que no me puedo permitir por mor intelectual de mínimo común denominador.

Así que me he tirado en plancha a la piscina por ver si el agua licuaba mi ortografía- y de paso la del señor de la sombrilla.

De tesinas y atunes rojos

Cuando estaba preparando mi tesina sobre el fuerista navarro Arturo Campión, solía reunirme con mi director en el interior de un coche. Me explico: mi director era Goyo Monreal, a la sazón rector de la UPV, y los pocos momentos libres de que disponía – todavía no había teléfonos móviles- eran los que podía tener en los innumerables trayectos que hacía entre San Sebastián y Bilbao; así que  yo me subía a su coche y entre viaje y viaje le iba contando mis cuitas.

Y es que los coches han servido y sirven para hacer muchas y diversas actividades , y más si no se dispone de lugares alternativos para las mismas. Ahora, sin embargo, gozan de cierto desprestigio frente a las omnipresentes bicicletas o a los peatones atléticos.En realidad, se podría decir que la verdadera oposición se establecería entre el automovilista y el peatón. Y ahí nos encontraríamos al Josep Pla que se recorrió a pie todo el Ampurdán o (por poner otro ejemplo muy diferente) al Peter Handke que hizo otro tanto  por toda Austria.

No obstante, hoy  hemos hecho un paseo en coche pues nos habría sido muy difícil llegar sin cuatro ruedas a Marzamemi y contemplar las aguas claras de su costa ( y dar cuenta de una deliciosa rodaja de atún rojo a la plancha ).

Nota bene ( que no puedo evitar) : aquella tesina sobre Arturo Campión fue la primera que se defendió en la Facultad de Filosofía  y Letras de  Vitoria (ya casi también Gasteiz) y contó con un tribunal de lujo: Koldo Mitxelena, Endrike Knorr y Julio Aróstegui –   ya todos desaparecidos.

 

Scicli y el comisario Montalbano

http://www.ragusanews.com/immagini_articoli/15-02-2016/1455541201-0-palomar-ricostruisce-il-commissariato-di-montalbano-a-scicli.jpg

Mientras me tomo una granita al limone en la plaza Busacca de Scicli, recuerdo que esta es la ciudad originaria de Elio Vittorini, escritor social siciliano-italiano, que rechazó publicar El Gatopardo del aristócrata siciliano-siciliano Giuseppe Tomasi di Lampedusa.La historia de la incorporación  política, social y cultural de Sicilia a Italia es casi tan larga y complicada como la del Reyno de Navarra a la corona española.Pero de todo esto hablaré otro día.

Hoy prefiero hablar de esas tierras rotas que hemos atravesado para llegar hasta  aquí, unas tierras  densamente pobladas de oscuros algarrobos y picarazas negras, y algún que otro olivo chato y reseco  a la vera de alguna casa. Ha sido también sorprendente circular por ese laberinto de carreterillas, entre pequeños y largos muros de piedra blanca, circunvalando predios tan numerosos como exiguos. Leonardo Sciascia, en un sugerente ensayo sobre el antiguo Condado de Módica, afirma que por estos lares se instaló un régimen de minifundio en enfiteusis, a instancias de una nobleza ilustrada que  prefería que el campo fuera productivo de algo más que una renta.

Pero, en fin,esta ciudad es, así mismo, uno de los escenarios de la serie «El comisario Montalbano» de Andrea Camilleri, y no hemos podido evitar la consabida fotografía frente a su supuesto commissariato di polizia- eso sí sin ver por ningún lado al ilustre calvo personalmente en persona.

Stevenson en Módica

 

Siguiendo la recomendación de un amigo, estando en tierras sicilianas, estoy leyendo algo que nada tiene que ver con el paisaje o el paisanaje que me rodea. Así podré degustar , dice mi colega, todo lo que me deparen los sentidos sin filtros ni aprioris coetáneos.

El libro elegido es En los mares del sur, un prolijo relato de los viajes de Robert Louis Stevenson por las islas Marquesas, Pomotú y Gilbert a finales del siglo XIX.Con esta lectura compenso, además, la densidad verista ( o sea , naturalista) de Los Virreyes de Federico de Roberto en la que me he empleado a fondo durante el último mes, sabiéndola precedente de El Gatopardo de Lampedusa.

La operación ha tenido éxito y he podido hacer una primera visita inocente a Módica, capital del antiguo condado aragonés del mismo nombre – ahora adscrito al ducado de Alba- y recorrer el corso Umberto I entre chocolaterías y palacios barrocos mientras mordisqueaba un brioche con helado tan típico y tópico de estos lares.

Lo mejor, sin embargo, estaba reservado para la cena. Por recomendación de Pietro,  hemos ido a la pizzería ristorante Convivio, donde elaboran una masa madre que combina excepcionalmente con cualquier condimento: una auténtica maravilla gastronómica, muy bien conjuntada, por cierto, con una oferta de cervezas artesanas de mucho calado.

(La cerveza que me he tomado también ha tenido su efecto- ¡ 7,6 graditros de nada!- y durante toda la noche me ha estado recitando sus poemas  uno tras otro, con su voz impostada de poeta  nobelizado, el amigo Salvatore Quasimodo cuya casa también hemos visitado)

 

Egunoff

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Al comentarle al taxista que nos lleva del aeropuerto de Catania a Módica que entre nosotros solemos hablar » in basco», él, que es de Chiaramonte, lo ha comparado inmediatamente con el siciliano, ciertamente muy diferente del italiano.

Como no he querido entrar en disputas filológicas – que para eso tengo señora experta – ni históricas  – lo haré más adelante – me he limitado a transmitirle algunos rudimentos lingüísticos. Así, los saludos que, como es conocido,  descartan a un nuestro congénere como enemigo inmediato, tranquilizando a la siempre hiperactiva amígdala.

Ha repetido  el ya amigo taxista con ánimo constructivo el «egun on» y con gran candor y no menos lógica ha deducido que la última locución del día, equivalente al » buona nocte», debería ser » egun off'».

Nos hemos reído, pero yo, que llevaba la voz cantante me he quedado un tanto transido no sé si por la multiculturalidad o por la transculturalidad…

¡Vacaciones en el mar!…pero

Con el  primer declive del verano, suelen aparecer en los medios de comunicación unos supuestos expertos ( el último que vi llevaba pajarita) que enuncian dos verdades apodícticas : la gente tiene ganas de volver a la normalidad ( o sea , al trabajo); y el número de separaciones y divorcios se dispara en setiembre como consecuencia de la intensidad de la convivencia estival.
Los estudios científicos al respecto ( que los hay) rebaten estas afirmaciones, pero, a pesar de ello, no dejan de operar como lo que el sociólogo Robert K. Merton denominó «profecías que  se autocumplen » y que se basan en el siguiente principio: “Si los individuos definen las situaciones como reales, son reales sus consecuencias.”

Así muchos y muchas acaban por interpretar sus vacaciones en estos términos – como  lo que les pasó a muchos italianos que según Josep Pla estaban tan campantes hasta que llegó Mussolini y les dijo que todo iba mal, y comenzaron a sentirse muy mal ( y acabaron, por cierto,  sintiéndose peor).

De la primera afirmación, de lo tosca que es, poco se puede decir,  ya que  figuraba a la entrada de los campos de exterminio nazis : Arbeit macht frei  (el trabajo libera. Todo lo más se podría preguntar con el viejo  «cui prodest?».

En cuanto a la segunda, si salieran a la palestra otros expertos y dijeran que las vacaciones son una buena ocasión para retomar la vida familiar a fondo, para hablar y escuchar, para negociar y llegar a acuerdos, probablemente avanzaríamos y mucho en lo que luego se le pide a la escuela o a » la  sociedad’ ( ese ente tan manido que vale tanto para un barrío como para un fregao.
Pues no deja de ser paradójico que los mismos que no ensayan el consenso en sus familias, luego lo exigan a los políticos, sin darse cuenta de que  de sus hijos e hijas saldrá la clase política del futuro.

Las ciudades (y sus sótanos)

Miendras apuro mi café con leche matutino ( sin azucar por si las moscas) leo en la prensa  que  el Festival de  música y teatro de Salzburgo está utilizando la figura del escritor Thomas Bernhard como reclamo. De hecho proliferan   hasta souvenirs con imágenes del mentado volviéndolo una marca comercial.

A quienes conozcan  algo de la obra de Bernhard, esta utilización les resultara sorprendente, pues  el escritor austriaco no realizó a lo largo de sus libros sino una  crítica feroz y descarnada de  la sociedad  de Salzburgo  hasta el punto de generar una repulsa pública y general- siguiendo por cierto la estela de Stefan Zweig  y abriendo paso a su colega Peter Handke.

Este triste destino, no tanto de la obra, como de la figura  de un escritor no puede comprenderse  salvo desde la perspectiva comercial que condiciona hoy más que nunca la literatura ( y acaso el arte…), perspectiva que puede permitir que hasta lo más irritante, inconoclasta y antisistémico, pueda venderse.

«Escribir no es sabio» , decía Roland Barthes en su célebre La preparación de la novela, pues es exhibirse, y exhibirse es  ya, a estas altura de la historieta, requerir una cotización.

Cierro el periódico. Termino mi café con leche- este último sorbo es el que más me gusta. No sé si publicaré estas líneas…

Lecturas no-androcéntricas ( de verano)

Por los lares desde los que escribo hoy es un día británico, uno de esos días en los que va a ser necesario alternar el paraguas y las gafas de sol, la camisa y el suéter de algodón. Un día,por lo tanto, perfecto para leer relajadamente.

Tengo entre mis manos Los Virreyes, la obra más conocida de Federico de Roberto, un escritor siciliano que narró como pudo, alimentado por el naturalismo francés, la evolución de la aristocracia de la isla ante la irrupción de la revolución liberal, adelantándose  en unos cuantos años  al famoso Gatopardo de Giuseppe Tomasi de Lampedusa.

Esta novela da mucho que pensar analógicamente sobre la resistencia de las élites sicilianas ante los intentos de construcción de  la «nación italiana», pero sorprende a veces por  su penetración psicológica. Así, hablando en un determinado momento de las relaciones de uno de los Uzeda – de la familia de los virreyes- se dice: «Hasta entonces , había buscado la compañía de la dama Isabella porque era una de las pocas señoras con las que se podía mantener una conversación…»

Al leer este párrafo , me he detenido y he recordado que dos de los más martirizados y supuestos antifeministas históricos – Federico Nietzsche y Pío Baroja- buscaban lo mismo, señoras con conversación,y se rebelaban porque no las encontraban.

He mirado en ese momento hacia mi alrededor y he comprobado que en esta terraza veraniega  las conversaciones se  articulan, como hace tantos años, en  descarados androceos y gineceos, y   he concluído que para algunos varones ( que no hombres) seguirá siendo un problema encontrar  a una mujer con conversación sin la pretensión de  » dedicarse a conquistarla», como apunta De Roberto.

Con chanclas y a lo loco

Todo tiene su comienzo y su final, pero  para bien y para mal, retenemos el prestigio de los orígenes.

Esta frase olímpica puede aplicarse  a casi todo y , en este caso,  quiere referirse a los modos del vestir en su comienzo y final más próximo, pues es éste inacabado. Así Patxi , hace ya unos quince años, apareció  sorpresivamente con la camisa por fuera del pantalón y , hace un mes aproximadamente, el Dr. D. Ricardo X de Y (Ritxi  para los amigos) fué conminado  a que no fuera al Tribunal de una tésis doctoral en la que ejercía como Secretario con sus bermudas y sus chanclas tan habituales en verano.

Y es que la vestimenta masculina veraniega ha variado mucho en los últimos quinquenios. Del estilo pijo , la modalidad hippy y el disfraz de » somosmalos» se ha pasado a un diseño básico consistente en  camiseta – a poder ser de tirantes- bermudas y chancletas.

El argumento fundamental para la utilización de este diseño básico es la comodidad y uno estaría dispuesto a admitirlo si no fuera porque ha sido la razón última de los cambios de vestuario de  hermanas, hijas y amigas. La depilación masculina y todo el dispositivo de cremas  for men que hoy pueden comprarse en cualquier centro comercial  no avalan  precisamente esta hipótesis.

Probablemente se trata tan sólo de una ola más de la moda que, como muy bien explicó Roland Barthes ( en su Sistema de la moda), mezcla, altera, recupera y retrasa estilos diversos con el único objetivo de vender.

Por otro lado, cuando  la encuesta alcanza su punto álgido y la respuesta se convierte en un «Me pongo esto porque  se me pone en la punta…de la nariz», nada más hay que decir.

Vivimos en una sociedad hedonista  con un desprecio manifiesto hacia la conciencia – y más  hacia la autoconciencia. Pero no sé, supongo que a un doctorando que  se ha dejado la piel en su investigación le gustará más una cierta seriedad ritual el día en que se la juega ante un tribunal…Y también que agradecerá que el médico de cabecera no le reciba como si quisiera acabar pronto para irse a la playa…Ni  que al juez que le está juzgando parezca que le pesa tanto la toga que haya decidido ponersela directamente sobre  una camiseta blanca de tirantes de la que salen todas sus pilosidades ( hecho documentado)…

En busca del fuego

 

Recuerdo ahora una anécdota del tiempo ha fallecido Josep-Vicent Marqués, ínclito representante del ecologismo ( y otras tantas cosas más ) valenciano. En una de las muchas cenas que compartimos – y en las que nos reímos sin parar- una joven de trenzas largas y mirada trascendente le preguntó cómo siendo ecologista podía comer conejo en salsa y no una ensalada. Josep-Vicent, muy serio, le respondió: » Respeto tanto  a todos los seres vivos que sólo me los puedo comer muertos. Para mí una ensalada sería lo más parecido a un genocidio de varios seres vegetales todavía vivos».

Y me viene este recuerdo porque he tenido la ocasión de ver en las redes sociales algunas secuencias de dos  documentales ( algunos siguen pensando, por cierto, que los documentales «reproducen la realidad tal cual») en  las que se ven escenas de un matadero de vacas y de una granja de pollos. Las escenas, es cierto , son muy fuertes, pues  en ellas se ve caer a la vacas en plancha tras la descarga eléctrica correspondiente o a los  pollitos machos recien salidos de los cascarones siendo triturados en cadena.

Pero algo falla en el momento en el que se superponen las imágenes que nos dejan ver  del conflicto de Siria- por ejemplo  una,  tomada desde un caza, en la que tras cuadrangular un vehículo que va por una carretera, se ve cómo es fulminado como si se tratara de un video-juego.

No pretendo retomar la polémica sobre  la agresividad consustancial al ser humano y la violencia que puede ejercer sobre otros seres humanos y sobre los animales que más se nos parecen ( y que por ello antropologizamos), pero  queramos o no,  quizás habría que seguir insistiendo en algunas diferencias para no confundirnos.

Pues como dice José Luis Arsuaga, el desarrollo de nuestro cerebro está relacionado con la ingesta de proteina animal y ya fue un gran paso – ¿civilizatorio? – que abandonáramos la antropofagia ( que por cierto no desapareció del todo en Europa hasta el siglo XVIII). Así se expone en  una película elemental, pero bastante bien fundamentada en  las cuestiones socio-rituales, linguísticas y kinesiológicas: En busca del fuego.

Somos y  hemos sido  depredadores y frente a las cifras de  pollitos muertos yo recordaría los más de cincuenta millones de humanos muertos de la Segunda Guerra Mundial ( por no recordar cifras más próximas en en espacio y el tiempo).