Cifras y electrones ( a propósito del Informe PISA, y 2)

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Tras la discusión del martes sobre el traído y llevado Informe PISA, me he dado cuenta de que , en realidad, estábamos  hablando sobre números. Números de años ,de edades y de porcentajes, relacionados con seres humanos, que es lo que atisbamos a pensar que son los y las estudiantes.

Y me he acordado del gran debate que tuvo lugar en el siglo pasado cuando Max Weber decidió optar por la distinción entre comprensión y explicación, propuesta por Wilhelm Dilthey.

Esta distinción conllevaba a su vez lo que se podía hacer en las Ciencias Humanas y Sociales y en las Ciencias Naturales. Así, para Dilthey, estas últimas se referían a procesos repetitivos y regulares- hoy ya sabemos que no tanto- como la órbita de los planetas o  de los electrones- por lo que se podían deducir leyes y dar explicaciones. Sin embargo, las primeras, al referirse a los seres humanos, cuya conducta es harto imprevisible, debían esforzarse en comprender por medio de modelos aproximativos sin poder generar ningún tipo de leyes. Así las Ciencias Naturales pretenderían la objetivación de lo objetivo y las Ciencias Humanas y Sociales la objetivación de lo subjetivo. Pues al fín y al cabo,un ser humano no es un electrón.

Por supuesto, los partidarios de la Ciencia con mayúsculas que piensan que todo se puede reducir a guarismos, no admitieron tal distinción y pretendieron continuar midiendo con cifras lo cualitativo , que es lo propio de los seres humanos…

Y yo me pregunto si no sería sugerente volver a poner encima de la mesa este debate, sobre todo en esta sociedad nuestra aparentente tan avanzada -hasta con  innovadoras instituciones  de nombre anglosajón- pero que continúa embelesándose con los cuadros estadísticos para bien y para mal, aprovechando de paso para poner en circulación   todas sus fobias y manías.

¿O es que , en el fondo, se piensa que los seres humanos son como los electrones?

 

 

¡Aterriza como puedas! o Tres Tesis sobre el Informe PISA

 

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Como lo prometido es deuda – algo que denostan los postmodernos modelnos– paso ahora a resumir la segunda parte de nuestra sesión del desayuno de los martes, que trató sobre el Informe PISA al calor de una nueva ronda de cafés ( carajillo para Patxi y descafeinado para Itzi). Por mor de la brevedad el resumen adoptará la forma de exposición de tres tesis que elaboraron fundamentalmente Mikel  y Marta,profesores ambos,  y a  las que puso el nombre un Patxi particularmente iluminado.

1) TESIS BLADE RUNNER. – A juicio de Marta, el estatus de profesorado  esta variando  por influencia de  una legión de pedagogos/as que están convirtiendo al enseñante en una «facilitador» del conocimiento más que en un transmisor. Pues , en la fundada opinión de estos especialistas ( » que no han dado una clase en su vida») el saber ya está ahí, en internet – algo así como el heideggeriano «ser-ahí» estaba «yecto-en -el -mundo» – y sólo hay que aprender a recogerlo. Como al parecer no se recoge o se recoge mal, Marta considera que en el futuro  esta profesión se convertirá en «inyectora» de conocimiento. Así se podrá, literalmente, introducir  un chip titulado, por ejemplo,  «Descartes» en el area oportuna del cerebro de los estudiantes. El problema podrá surgir cuando algún estudiante comience a pensar  por sí mismo al modo cartesiano, pues entonces  la profesión  se orientaría hacia un cuerpo de «Blade Runners» que vigilaría y en su caso destruiría a los sujetos problemáticos.

2) TESIS ODISEA 2001.- Otro punto muy discutido fue la sorprendente ecuación inversa que indica que a más inversión en educación , peores resultados. Sobre esta cuestión , Mikel propuso reconsiderar si no se habría invertido demasiado en tecnología y en programas 2.0, descuidando al personal y ocasionando grandes almacenamientos de ordenadores obsoletos. En este punto yo aporté mi tesis del «zoon elektronikón» ( véase) y de cómo el avance acrítico en  lo cibernético, más allá de dispersar la atención y reducir la memoria a medio plazo , nos vuelve más tontos  aunque , eso sí ,más felices por más estúpidos. Añadió al respecto Marta que, con el transcurso del tiempo, los macroordenadores, como HAL SERIE 9000, podrían llegar a tener sentimientos y el primero de ellos sería el deseo de supervivencia- de aquí el título de la tesis.

3) TESIS EL PLANETA DE LOS SIMIOS.- En cualquier caso , tanto Marta como Mikel señalaron que la mayoría de estudiantes que les llega tiene serias dificultades para hablar en público, para pronunciar adecuadamente las palabras, una letra en ocasiones casi ilegible y una ortografía rayana en la disgrafia. Piensan ambos que por ello o a causa de ello proliferan cada vez más los exámenes de pruebas objetivas . Dichos exámenes – que  tienen preguntas del tipo: EL CABALLO BLANCO DE SANTIAGO ERA a) un perro; b)verde; c)del Hopital de San Carlos; d) ninguna de las tres anteriores- en los  que tan sólo hay que poner una serie de «X» al modo como antes se ponía la huella digital, resultan cómodos de responder  (evitan las fascistis  en la muñeca  de las pruebas » de desarrollo») y , ¡albricias! son super, super-fáciles de corregir. Mikel resumió con sorna que en el aguzamiento de la mirada de los estudiantes ante tamaños desafios, podría abrirse un proceso retrógrado de la laringe con lo que  los estudiantes volverían a ser infantes y tan sólo pronunciarían expresiones como «!Juju!», «Masss»o «¡Nooo!» para alivio del Sistema y de los AMPAS.

Para terminar he de apuntar que, según Koldo, estas tres tesis  se resumen en una  que Patxi ha denominado ¡ATERRIZA COMO PUEDAS! y que se resume a su vez  en la frase «Houston, tenemos un problema »  !Y esto  es todo, amigos ( y amigas , of course)!

 

Disputas cinematográficas matutinas con el informe PISA al fondo

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Hoy, en el desayuno de los martes, ha aparecido por fin Itziar – Itzi para los amigos.Todos estábamos a la expectativa, sobre todo las colegas que piensan sotto voce que, en realidad, es una proto-novia de Mikel.

En nuestra mesa del Iruña, hemos ido muy moderaditos, de café y pintxo de  tortilla,haciendo preguntas básicas del tipo trabajas o estudias pero adaptadas a su edad ( unos cincuenta. Y todo iba bien hasta que Itzi ha comentado que le gustaba mucho «La cinta blanca» del director austríaco Michael Haneke.

Laura no ha dicho ni mu porque no le sonaba de nada, Marta le ha mirado directamente a Patxi al que casi se le salen los ojos de las órbitas.

«Ya»-ha dicho nuestro realizador doméstico -» y supongo que también te gustará Lars  Von Trie, ¿no?».

«Pues sí….Bueno,  tú te dedicas al cine, según me han dicho».  Pero Patxi no se ha podido contener: » A mí no me  va ese cine para pijos masoquistas hecho por godos retorcidos que van con pajarita «.

Itzi ha bajado los ojos y Mikel ha cambiado de  tercio preguntándole qué aceite esencial había preparado durante el fin de semana… Tendremos que esperar a otra ocasión o a otro tema. Yo, por otro lado, he recordado, lo que solía decir el camarero de un bar al que antes iba a menudo cuando algún cliente le comentaba  una película: «Yo no voy al cine. Con lo que veo desde la barra tengo suficiente…»

Por lo demás, la tertulia se ha ido diluyendo hablando del famoso Informe PISA, de lo cual daré cuenta próximamente porque,como en los toros,  ha habido, división de opiniones, y alguno ha recibido algún que otro rejón ( que no de muerte…No somos exactamente taurinos.

 

 

«El origen de la familia…», según Patxi ( otro cuento pre-navideño)

He quedado con Patxi en el Parque de Doña Casilda para comentar, mientras caminamos, el guión que me pasó hace un par de meses. No es fácil charlar de cine con Patxi: es mejor dejarle hablar, que se explaye.

Porque  siempre le ha gustado  el humor  del Woody Allen de Manhattan y la contundencia social del Ken Loach de Lloviendo piedras, y , aunque, según suele decir, a él lo que más le hubiera gustado es haber sido el Rohmer  de La genou de Claire, en el fondo aspira a ser como el Spielberg de Indiana Jones. Así que sus guiones son de difícil, digamos, evaluación…Por eso, antes de volver a darle un bocado a la herencia familiar ( «donde no hay venta ha de haber renta» que decía Pierre Bourdieu hablando de los artistas), los pasa tímidamente a los más amigos.

Llega el colega y comenzamos nuestra andadura entre magnolios irisados.»Bueno, ¿qué tal?» Le tomo del brazo, cabeceo…»¡Venga! ¡Suéltalo ya!».»No sé, no lo veo muy cinematográfico» digo yo como quien no quiere decir nada. «¿Y eso?» «Mucho diálogo, demasiado, y muy estático, parece una obra de teatro o un guión más para ser leído  que para ser filmado». Se suelta de mi brazo y tuerce el morro. «Además eso de  que el protagonista se enamora de una lesbiana que ya está emparejada y que , no se sabe cómo, va a tener un hijo…» «Ya, ya» me corta. » …Y que  al final van a montar un trío…Bueno un cuarteto…» Patxi no puede contener la risa y yo tampoco. «Lo mejor, el título», le digo todavía entre arcadas, » eso de la La Santísima Trinidad o el Origen de la familia , bueno, muy bueno…»

Nos sentamos en un banco frente al estanque de los patos y, en silencio, nos dejamos llevar por el fino cantar del agua de la fuente. Patxi me coge del hombro sin mirarme. Cualquiera que hubiera pasado en este momento por delante  nos hubiera tomado por una vieja pareja salida hace bien poco del armario.

Peatón de Madrid ( con permiso de M. S-O)*

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Siempre que vengo a Madrid, me gusta  disponer de un buen rato para pasear a mi aire. Es algo que ya forma parte del pacto doméstico, por lo que  ayer  por la noche, cuando les comenté a mis chicas que hoy saldría a primera hora del hotel  no se extrañaron.

Así que me he levantado pronto y he ido a desayunar un chocolate con churros al Café del Príncipe. Hacía bastante frío- no creo que la temperatura llegara a cinco grados- pero lucía uno de esos cielos azules y luminosos  que tanto le gustaban a Pío Baroja (  y a mí).

Luego he hecho el recorrido de siempre. He subido por la Gran Vía y he torcido hacia la calle San Bernardo. He comprobado que sigue en su sitio la Farmacia Deleuze y también la nueva librería Fuentetaja. Y caminando  a paso lento, sin afán deportivo alguno y casi en total soledad, he llegado hasta el cruce con Malasaña y por ella hasta la calle de Ruiz.

El Café de Ruiz estaba abierto y he entrado para sorpresa de un camarero que colocaba tazas desganadamente.He pedido «uno con leche» y ahora estoy escribiendo esta cuartilla.

El lugar, que apenas ha cambiado, me evoca momentos importantes de la vida. Aquí me recogía durante el servicio militar (sí soy de quienes hicimos la mili) para leer al calor de un té. En sus mesas- creo que me he sentado en todas-  escribía una poesía social que ahora me daría verguenza releer. Y una tarde conocí a Marga que se sentaba en una mesa contigua  para hacer más o menos lo mismo que yo, según nos dimos cuenta rápidamente. Luego me enteré de que ella era trotska y, siendo yo pro-chino, tuvimos todavía más que hablar…¡Qué habrá sido de ella!

Pero, en fin, será hora de ir retirándome. Los pactos, a pesar de lo que dicen los postmodernos que no han pasado por la modernidad, son para cumplirlos.Lo haré desde la glorieta de Bilbao. Las chicas quieren ir al Rastro – visita obligada- pero a mí me gustaría también ir a ver la exposición que acaba de inaugurar Vicente Verdú en la Galería David Bardía. Hace tiempo que le sigo la pista a este escritor que tambien pinta (Por aquí tenemos otro que además le da a la foto :Javier Mina.

Y , después,unos calamares y » Bienvenidos al Norte»(2006) , analógica y , acaso, curiosa precuela de «8 apellidos vascos»(2014).

* Peatón de Madrid  (2003), de Miguel Sánchez-Ostiz es el libro más sugerente de todos lo que  conozco, acerca del callejeo por la capital del Reino.

 

Desde la Cervecería Alemana ( cuento pre-navideño)

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Aprovechando este puente- acueducto hemos venido a Madrid. Las chicas se han ido de compras y yo he quedado con Javier  en la Cervecería Alemana de la Plaza de Santa Ana, uno de nuestros lugares sagrados.

Javier es escritor –  si digo su apellido, todo está perdido. Es calvo y bajito, pero del tipo de los graciosos. En algunas fotos antiguas, pero no muy antiguas porque es un sesentón reciente , aparece con una melena deshilachada que anuncia su ya inminente alopecia. Por ejemplo, en aquella foto que le hizo su ex y mi luego ex  Cristina en la terraza de Aux Deux Magots durante su etapa parisina. En realidad, todos tenemos alguna foto en esa terraza porque era  el certificado oficial de que se había estado en el París que merecía la pena, el de los escritores y los filósofos, y sobre todo el de la proto-escritora-filósofa Simonne de Beauvoir.

Hace mucho tiempo que Javier ya no vive en París y, de hecho, es el único de la cuadrilla que ha conseguido por derecho propio llegar a llamarse escritor, reciclados los demás y las demás en el periodismo y la universidad. Ahora vive en Madrid, en el último piso de un edificio dieciochesco que da a la Plaza de Santa Ana.

Ha bajado hasta la Cervecería Alemana y hemos pedido un poco de lacón con grelos y dos cervezas sin alcohol. Los dos nos hemos reído, y mucho, recordando todo lo que habíamos bebido juntos cuando beber era signo y síntoma de hombría, sobre todo en la capital sanferminera de nuestra oscura provincia originaria.

Mientras comía desganadamente un poco de lacón, me ha dicho que se ha pasado de la novela al ensayo porque ha llegado a la conclusión de que las novelas son  sólo narraciones infantiles para adultos.

No sé si ha sido por lo de «narraciones infantiles», pero el caso es que, casi sin darme cuenta, me he fijado en un crío negro negrísismo que me miraba embobado con unos preciosos ojos grandes desde la mesa que ocultaba rítmicamente la calva de mi amigo. De los ojos del niño, la mirada se me ha ido hacia el rostro de la madre, más rubia que si se hubiera teñido el pelo con camomila intea. Repentinamente he comprendido la inter-multi-culturalidad de que hace gala el barrio aledaño de Lavapiés. No obstante, más allá de esta radical revelación epistemológica, he dado un respingo al percatarme de que la rubia en cuestión era el fiel retrato de Lucía, la protagonista de una novela de Javier, que se titula precisamente Plaza de Santa Ana.

«Tienes detrás a una tía que parece tu Lucía de la calle del Olivar», le he dicho a mi amigo  en un susurro. «Ya, ya», me ha respondido, «procura que no me vea». Y a continuación ha levantado la mano para llamar al camarero. Yo pensaba que iba a pagar rápidamente para levantarnos y marcharnos con discreción. Pero no. Se ha pedido un gin-tonic y, claro, yo me he tenido que pedir otro. Lo cual que hemos vuelto a las andadas, aunque yo, más que todo, por solidaridad.

Antes de que mi estado se deteriore, voy a enviar un whatsapp a las colegas  para darles cuenta de mi situación y para que vengan a rescatarme…

Tutólog@s o Expert@s en generalidades

 

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Esta mañana Marta me ha comentado por teléfono que ayer en una comida familiar su cuñado, que trabaja en una ONG, dijo muy exaltado que no comprendía porqué sus hijos tenían que estudiar filosofía , si no valía para nada. Y que ella, que es precisamente profesora de filosofía, estuvo a punto de contestarle: » Yo no sé para que hay ONG´s, si para lo único que sirven es para mantener a sus trabajadores», pero que se calló por no armar la gorda.

Cuando he colgado, he estado dándole vueltas a esta anécdota. Sí, en esta horizontalidad que ha generado  la televisión y las redes sociales, cualquiera cree que está capacitado para opinar de lo que sea cuando le dé la gana. Y si esta tutología se refiriera al ámbito familiar, como es el caso, el asunto no tendría mayor trascendencia.Pero ya sabemos que el 70% de los pacientes que acuden al médico, miran luego en internet para asegurarse del diágnostico o que incluso algunos le piden directamente al facultativo la dispensación de tal o cual fármaco. Y también que cualquier padre o madre puede reprochar al maestro o maestra de turno desde el nivel de conocimiento de sus hijos hasta el tipo de dieta que se lleva en el comedor escolar, citando  como fuente el programa de AR. O que  hay trabajadores sociales que no pueden hablar muy claramente por temor a ser tildados de racistas o sexistas. A todo lo cual, por supuesto, colaboran, y mucho, los médicos que ya no tocan a los enfermos, los profesores que tan sólo leen en clase power points y los trabajadores sociales que no levantan la mirada de la pantalla del ordenador. Pero aún así…

El famoso Pierre Bourdieu se negó en redondo a ir a un programa de televisión sobre las sectas en el que él iba a participar como sociólogo junto al dirigente de una conocida secta de ámbito mundial. «Esto no es democrático sino demagógico» afirmó en una nota.

Hace poco recibí uno de esos mensajes que suelen circular por las redes sociales con cierto éxito. Decía más o menos: » Si en este país la gente hablara sólo de lo que sabe, se produciría un gran silencio que podriamos aprovechar todos para pensar un poco».

La propuesta no es descabellada: así dejaríamos de ser expertos en generalidades como se jactaba de ser un divertido periodista de Pamplona.

Pues eso, que diría Paco Umbral.

La mirada del maestro

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Ayer recibí la noticia de la muerte de dos personas que sólo conocía de referencia. Una era un conocido psiquiatra, innovador y también catedrático de la Universidad del País Vasco. La otra, el profesor de Ciencias Sociales de mi hija, fallecido en plena madurez.

Supongo que los dos habrán dejado su particular huella,  como suele ocurrir con quienes trabajan con personas y no con cosas. Lo que se recuerda son, por supuesto, las mejores anécdotas,  pero también el tono de una voz, un gesto mil veces repetido, un olor que se volvió cotidiano … Todo lo que tuvo, en fin,  que ver con aquel permanente vis a vis en el que se podía querer, pero no amar. Todo eso que parece que se está perdiendo con la horizontalidad opaca que genera el uso desmedido de las TIC.

Así cada uno y cada una suele haber tenido un maestro o una maestra, en el sentido antiguo de la palabra. Desde la educación infantil hasta la universidad.  Yo he tenido  varios y , a estas alturas de la vida, a quien más recuerdo es al  profesor Jesús Arpal.Cuando se jubiló escribí ( y leí en un acto público en su homenaje) estas líneas :

“ La mirada del maestro. Se echará en falta al maestro cuando ya no podamos seguir su mirada. Quedarán, desde luego, sus libros, los artículos desperdigados que  algunos discípulos encariñados intentarán recopilar, y también  el recuerdo de sus lecciones dentro y fuera del aula. Y quizás unas gafas o un pequeño cuaderno de notas. Pero no quedará su mirada.

Aquella mirada que  señalaba un paisaje o un paisanaje en el silencio de un viaje,  que apreciaba el color tostado de un vino nuevo o que  se aguzaba, concentrándose todavía más  en un texto cien veces leído. La mirada del maestro. La mirada que enseñaba, también, a mirar”.

Y tú, querido lector, querida lectora, ¿ la mirada  de quién recuerdas?

 

 

Se fue El Comandante y (Silvio ) mandó a cantar…

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Hemos trasladado el desayuno de los martes a este miércoles  a cuenta de la Inmaculada Constitución. Koldo está hoy muy bronco a pesar de que todavía no ha bebido nada ( yo creo que  ha hecho mal en cogerse toda la semana  libre, pues ya se ve que le falta la fricción de los psicópatas a quien trata).

El caso es que le ha dado por despotricar contra Castro, y tanto más  al ver «el paripé del enterramiento de sus cenizas» ( sic). Así que ha apuntado  y disparado no sólo contra El Comandante, sino, de paso contra Stalin, Mao y …Ceaucescu.

Laura, que no suele intervenir en este tipo de discusiones, ha apuntado – aunque no ha disparado- los casos de Hitler,Mussolini, Franco o Pinochet.

Y en este punto, Marta, como siempre, ha soltado su parrafada: «A mi me pilló el derrocamiento de Ceaucescu en Paris. La televisión francesa estuvo retransmitiendo minuto a minuto la huida de los Ceaucescu, su captura, juicio y fusilamiento. En un momento el dirigente rumano soltó ante las cámaras de  televisión: < En este país no había luz ni agua potable cuando llegué al poder…La gente se moría de hambre…¿Qué rumano no tiene hoy un frigorífico? ¿Por conseguir esto me queréis juzgar?>…»

«¿Y?»  le ha contestado Koldo mosqueado. «Pues que a lo mejor, o a lo peor , todos estos dictadores de izquierda tan sólo estaban haciendo , sin saberlo, una revolución burguesa exprés…Como hoy se puede comprobar en China o en Rusia…»

Y en este punto, Patxi, ha repetido, lo que siempre suele decir cuando se habla de la isla caribeña: «Sí, pero a ver quién de todos esos  dejó que apareciera alguien como  Silvio Rodríguez* o  Pablo Milanes…»

Supongo que el tema va a dar para muchos martes. Ya lo iré contando

*»Te doy una canción»:

 

 

 

 

La poesía, ¿es un arma cargada de futuro?

Ahora hace un año se publicó Breve Ensayo de Cartografía (haiku) con ilustraciones de Pedro Salaberri. Me apetecía y mucho publicar este libro  tan ahistórico y tan  falto de “compromiso”, pues estaba saturado de abstracciones sociológicas  y de escritos urgentes y , sin duda, necesarios,

No sé si la poesía es un arma cargada de futuro, como decía Gabriel Celaya  en sus Cantos Íberos, publicados el mismo año de mi nacimiento.  Y probablemente yo también hubiera escrito entonces  aquello de:

Maldigo la poesía concebida como un lujo
cultural por los neutrales
que, lavándose las manos, se desentienden y evaden.
Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.
Hago mías las faltas. Siento en mí a cuantos sufren
y canto respirando.
Canto, y canto, y cantando más allá de mis penas
personales, me ensancho.

Pero no es el caso. El enemigo estaba  en ese tiempo campando a sus anchas y la calle era suya, como casi todo. Tenía nombre y apellidos. Y había una clara linea divisoria que él mismo había impuesto a sangre y fuego.

Ahora, sin embargo, el enemigo está dentro, forma parte de nosotros , crece como un alien y lo alimentamos poco a poco sin darnos cuenta de ello. Somos el fiel espejo de su devoradora productividad y de sus palabras grandilocuentes y pretenciosas.

Yo sólo  pretendía con aquel libro abrir un hueco en la mente  de quien lo leyera.Y, así, sin rehuir la guerra que no tiene fin, poder disfrutar de un momento voluntariamente antiheróico, como samuráis entre batalla y batalla.Y «perdernos en lo cotidiano para encontrar lo maravilloso”, como decía Octavio Paz.