Parece necesario mostrar la posibilidad de la construcción social de una Memoria Democrática, alejada de cualquier «batalla por el relato» y de la repetición de tesis ya obsoletas metodológicamente por mucho que reclamen la excelencia moral.
Recientemente he compartido con Sabin Egilior un interesante diálogo con ocasión de la presentación de nuestras obras – La memoria traumática, y El hilo de Ariadna ( Nuevas aproximaciones a la razón narrativa) respectivamente – en la librería Louise Michel Liburuak de Bilbao.
Y una vez más, y entre otros ,volvió a salir la el tema de lo que se ha venido en llamar «la batalla por el relato» respecto de los acontecimientos violentos vividos durante las últimas décadas. El desencadenante de este debate fue un art´ículo publicado por un grupo de conocidos y reconocidos historiadores que criticaba algunas investigaciones fundamentalmente desde el punto de vista profesional , caracterizándolas de acientíficas y éticamente reprochables por intentar blanquear el terrorismo.
Dadas las características de los libros que se presentaban- el de Egilior proporcionando una metodología complementaria y eficaz para facilitar la remisión de la memoria traumática ocasionada por la violencia, el mío intentando aquilatar el vínculo entre la investigación y el relato – la cuestión resultaba muy relevante.
Y en este sentido , resulta reseñable que ambos coincidiéramos en que lo relativo a los episodios violentos no podía circunscibirse en nuestro caso a un determinado periodo cronológico – como por ejemplo, solo a a la última Guerra Civil, o a la resistencia armada del maquis, o a la acción de ETA- sino que se debería analizarlo en conjunto, con una perpectiva amplia y global.
Y también que en este punto y como se ha establecido metodológicamente en las investigaciones realizadas en otros casos- como el de la Alemania nazi o las dictaduras suramericanas- que a la luz de la Historia ( científica , por supuesto) es muy útil añadir las aportaciones de la Sociología, la Psicología, la Antropología y hasta de la Neurolog´ía, al menos si lo que se pretende es llegar a una comprensión – Verstehen, en el sentido de Max Weber – de los hechos estudiados , objetivando la subjetividad de sus actores.
Aun así, tanto Egilior como quien esto suscribe reconocimos que el tema es sumamente difícil en su tratamiento ya que a las denotaciones emocionales correspondientes se suman connotaciones políticas no menos contrapuestas.
Es de esperar , no obstante, que como ya se apuntaba en una crónica anterior, este tipo de debates, muestren la posibilidad de la construcción social de una Memoria Democrática, alejada de cualquier «batalla por el relato» y de la repetición de tesis ya obsoletas metodológicamente por mucho que reclamen la excelencia moral.
(c) by Vicente Huici Urmeneta