
Un reciente y riguroso estudio publicado en el European Journal of Epidemiology ha concluido que los beneficios de la actividad física para retrasar el envejecimiento no son tan evidentes como se pensaba. Por supuesto, de ello no se deduce que la práctica regular de ejercicio sea en modo alguno negativa, pero sí que sus efectos lo son tan solo a muy corto plazo.
Como sociólogo no dudo de los efectos psico-sociales de la actividad física, sobre todo si se realiza en compañía , en el gimnasio, en la calle o en la montaña, pues fortalece la identidad de grupo ( esto ya se sabía desde Durkheim), pero supongo que la moderación, sobre todo a partir de cierta edad, será una consigna necesaria para evitar mayormente trastornos traumatológicos cuando no, individualmente, una dependencia psicológica mediada por las endorfinas correspondientes. Vamos ,el ya conocido «virtus in medio».
Asimismo , y segun vengo comprobando, la actividad f´ísica está hoy en día muy codificada y forma parte de la dinámica de la sociedad de consumo en la que nos desenvolvemos, constituyendo un relevante nicho de negocio en manos, por lo general, de grandes multinacionales que proporcionan al calor de la moda del momento (Roland Barthes) , diferentes y novedosos equipamientos y suplementos.
Personalmente, dado que nunca he llevado una actividad física de ese tipo – lo único que puedo apuntar es mi larga y ya jubilada dedicación al karate-do y algunas singladuras ocasionales a vela- me conformo ahora con reconocerme como un flanêur urbanita sin ánimo deportivo alguno, que disfruta paseando tranquilamente y deteniéndose ante una esquina singular, un árbol poderoso, una mansarda iluminada o un horizonte perdido…
(c) by Vicente Huici Urmeneta