¿Toda esta gente hubiera sido capaz de tragarse toda la película en ese 2D desvaído?
A lo largo de estos ocho años en los que vengo publicando estas escriturillas gracias a la generosidad de este rotativo y que van a sumar unas mil quinientas ( ¡1.500!), ha habido muchos seguidores explícitos e implícitos, a quienes aprovecho para agradecer y mucho su atención.
Entre los primeros, últimamente el más proactivo está siendo un tal SARRASKETA del que algún día tendré más datos que su seudónimo. Pues bien , el ( o la) colega en cuestión me ha recordado una columnilla que hace tiempo yo escribí pensando en mí y que no sé por qué le ha parecido que debería volver a poner en circulación.
Y así lo hago, sin más, como dicen ahora los adolescentes, si bien bajo el nuevo título que S. propone ,para fermento de rostros cariacontecidos:
«Acabo de salir del cine. De la película no voy a hablar pues, aunque recomendada, me ha parecido un bodrio más de esos que circulan entre lo que antes se consideraba engagé y una sensiblería tan de moda como infantil. En esta cuestión, como en tantas, no he podido traspasar la barrera de los años setenta- ¡Ya quisiera alguien hacer algo parecido a Tarde de perros, de Sidney Lumet!
No, voy a hablar de la sesión en cuanto que tal. Para ello, y en primer lugar, he de describir mi situación al modo del nouveau roman: sentado en el extremo de la fila 5 asiento 11, en una sala sin pasillo central, tenía por delante un grupo de veinteañeros que formaba , ya en la oscuridad, una barrera multicolor mientras tecleaban con ardor sus teléfonos móviles; por detrás, una cincuentona se abanicaba a ritmo de tendido de sol aunque yo más bien me había arropado ante el frío glacial habitual en estos recintos ; y a mi derecha , un señor bastante entrado en carnes deglutía sin cesar ( y ostentoreamente que hubiera dicho Don Jesús Gil y Gil ) más y más palomitas que sacaba sin descanso de una bolsa big-size.
Pues bien, pasados diez minutos de la proyección y teniendo en cuenta que era una película en 3D, yo no alcanzaba a ver sino un 2D desvaído por lo que se me han ocurrido tres hipótesis: a) que mi nervio óptico se había dañado repentinamente; b) que las gafas que me habían dado ad hoc ( previo pago de 1 euro) no eran las adecuadas ; y c) que había algún problema en la cabina. Descartadas las dos primeras hipótesis tras las oportunas averiguaciones, he decidido levantarme, y ante la conmoción general básica y sucesiva, atravesar doce asientos para llegar al pasillo y alcanzar la salida.
Ya fuera, me he encontrado con un acomodador somnoliento al que le he contado mis cuitas. Se ha encogido de hombros, ha dado media vuelta y ha desaparecido tras una puertecilla en la que ponía «PRIVADO». Al cabo de unos minutos ha salido y ha dicho » Ya está».
He vuelto a la sala y a mi asiento. Me he colocado las gafas y he comprobado que veía perfectamente. Por delante y por detrás, y a mi derecha todo seguía igual. Y entonces he pensado… ¿Toda esta gente hubiera sido capaz de tragarse toda la película en ese 2D desvaído? Y he recordado a tantos dirigentes (de familias, municipios y sindicatos) que con un gesto de sufrida humildad suelen decir: «Esto es lo que hay». Y me he dormido».
Any way, me ha parecido que para compensar estas lineas acaso tan delicuescentes, y visto el finde que se nos aproxima, no está de más aportar esta amplia reflexión que ha hecho al respecto Juan Ignacio Pérez Iglesias (Iñako) en su blog Conjeturas y que se títula: «Lo que nos jugamos el 9 de junio».
Vale!- que diría Quinto Horacio Flaco.
(c) by Vicente Huici Urmeneta