Blanco sobre negro

blanco sobre negro

El azar ha querido que justo cuando España y media recibía como a la reina de Saba, a la Primera Dama Negra, el Gobierno de su marido Obama advirtiera a los turistas afroamericanos sobre los prejuicios racistas de nuestros cuerpos de seguridad, comentario que tras las debidas gestiones del Ministerio de exteriores, fueron suprimidas de inmediato, pero cuyo testigo ha sido recogido por la oportunista diplomacia marroquí, que no pierde ocasión.
Hace tiempo que tengo muy claro que por aquí no somos racistas, más que nada, porque nuestra propio historial genético, nos lo impide al ser la mayoría de nosotros un amasijo de culturas, ellas sí indisolubles. De ahí, que precisemos del futbol, lenguas y estandartes para hallar motivos de continua trifulca, toda vez supimos deshacernos de moros, judíos y protestantes. La mejor prueba de lo que mantengo, la tenemos en el enorme contraste de lo sucedido con las poblaciones autóctonas de la América precolombina entre las zonas donde dominaron portugueses o españoles y allá donde lo hicieron los Anglosajones. Y más cerquita todavía, la devoción casi enfermiza que se le profesa a nuestras Vírgenes Morenitas…
Los latinos, no somos racistas; esta condición está reservada para pueblos como el Hebreo, el Gitano, o el Anglosajón que desprecian al resto del mundo abiertamente. Nosotros para compensar somos mucho más clasistas y no es un chiste lo que digo, por lo comentado arriba; Dado que entre mediterráneos es imposible distinguirnos en exceso por la sangre, el cabello, la piel, etc, hemos necesitado más que nadie de las clases sociales, lo que no quita para que entre aquellos pueblos también surja el clasismo y entre nosotros el racismo. Lo que pretendo destacar, es la primacía de un componente sobre el otro en cada caso.
Para ahondar en el matiz sin tener que recurrir a las temibles definiciones de la RAE, voy a ilustrarlo con un ejemplo: un racista sería aquel padre que se opusiera a la boda de su primogénita con un guapo, apuesto, elegante joven, sano, deportista, médico de profesión, de buena familia, con altos ingresos que viviera en el barrio más chic de la ciudad, por el mero hecho de que éste fuera negro, mientras el clasista no pondría demasiados reparos al respecto. Situación retratada magistralmente por Stanley Kramer en la película “Adivina quién viene a cenar esta noche…”
Espero que no se me malinterprete, cuando diga que, me alegro de que la casta política obligue a nuestra policía a emplearse a fondo en la caza de ilegales negratas sin papeles o de sudacas de mierda por las aceras de nuestra democracia, por el mero hecho de ser pobres, en lugar de detener y repatriar a los jubilados ingleses que desde Benidorm a Fuengirola agotan sin misericordia los recursos de nuestra seguridad Social, de igual manera que me congratulo de que nuestras nuevas generaciones, prefiera dar de hostias con bates de béisbol a mendigos autóctonos que demostrar su capacidad de combate con los negros y chicanos de las bases yanquis como la de Torrejón, porque a nuestra industria turística, solo le faltaba que además de racistas, se nos acusara de xenófobos, cuando no hay necesidad de acudir a terceros para solventar nuestras más arraigadas prácticas, pues para ejercer de racistas si nos apetece, a mano tenemos los gitanos, y para la xenofobia ya sufragamos las Autonomías.

 

Un comentario en «Blanco sobre negro»

  1. La raza latina es la más prepotente de todas las razas mundiales.¿Algún país latino que funcione?

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