Bubisher

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Para los niños Saharauis que se ven forzados a malvivir en los campamentos de refugiados junto a sus familias, el Bubisher, además de un pájaro del desierto que trae buena suerte, es una especie de Biblioteca rodante cargada de cuentos, fábulas, leyendas, poesías, canciones, historias, aventuras y un sin fin de mundos imaginarios que les permiten con su imaginación evadirse por unos instantes del sufrimiento al que Marruecos, junto a España y la propia ONU, les tienen sometidos en castigo por no doblegarse como pueblo.
La iniciativa tuvo su origen hace más de un lustro en el solidario empeño de alumnos y profesores del colegio Pontevedrés San Narciso de Marín, por llevar libros de texto a sus iguales en el Sahara. Aunque no fue hasta 2008 que el escritor Ricardo Gómez, elevó aquella altruista empresa al rango de proyecto educativo de primer orden recabando los apoyos de distintas asociaciones y organismos oficiales, preocupadas por llevar la cultura a los pueblos oprimidos.
Desde entonces el Bibliobús ha recorrido los distintos campamentos saharauis haciendo las delicias de los más chiquis que lo reciben como a la caravana de los Reyes Magos, solo que en lugar de juguetes les traen libros. Al objeto de dar a conocer a la opinión pública la labor y logros del proyecto en estos dos años de existencia, un grupo de librerías independientes implicadas en tan saludable propuesta como Gil en Santander, Cervantes en Oviedo, Luces en Málaga, u Oletum en Valladolid, han empezado a distribuir información de mano sobre el proyecto a la vez que animan a colaborar adquiriendo la bolsa de tela ilustrada por Forges al módico precio de 3 euros cuyo importe íntegro irá destinado a la creación de una Biblioteca, esta ya en forma de edificio en Smara.
Lo que me ha encantado de esta iniciativa solidaria es que se la ve muy buenas maneras porque declara que su vocación es convertirse en una actividad primordialmente saharaui con ayuda nuestra; de ahí que desde sus inicios, el proyecto sea llevado a cabo por personal autóctono experto en la didáctica de la lectura a quienes pueden sumarse colaboradores y voluntarios externos procedentes de aquí, pero con carácter puntual.
Pero aunque esta y otras buenas ideas aportan su granito de arena, lo justo sería que nuestro Gobierno, recogiera el sentir popular del que se dice representante e impulsara, como solo lo puede hacer un Gobierno, apostando por desarrollar nuestra cultura allí dónde más hace fata, como en el Sahara, dando las órdenes pertinentes para abrir en Tinduf una sede permanente del Instituto Cervantes, como acaba de exigir la Coordinadora estatal de Asociaciones Solidarias con el Sahara el pasado Martes a la Directora Carmen Cafarel, quien se ha escudado en la crisis económica para eludir el compromiso.
Y es que la estrechez de miras de nuestros sucesivos mandatarios no tiene parangón. Los Saharauis sean independientes, ocupados, provincia separatista, región autónoma, o protectorado de la ONU, serán quienes creen allí sus empresas tarde o temprano…¿a qué se está esperando? Para cuando el Liceo francés establezca allí su sede, puede ser demasiado tarde.

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