Contradictorias en si mismas, las Oenegés subvencionadas por el Gobierno, solo contribuyen a mejorar el acomodaticio modus vivendi de los cooperantes profesionales que han hecho todo un negocio de la solidaridad, como dice Su Santidad Benedicto XVI, y yo me atrevería a apostillar que en su conjunto representan la gran impostura Occidental capaz de resarcirse moralmente en el propio mal que causa sin ningún tipo de escrúpulo. De haber alguna ONG merecedora de dichas siglas, esta sería sin lugar a dudas, la indefensa currante ciudadanía que por verse necesitada de trabajar a diario en condiciones cada vez más inhumanas, a penas tiene tiempo suficiente de informarse a través del Boletín Oficial del Expolio BOE, para tomar nota de qué subvención tiene oportunidad de atrapar, si es que le dejan las empresas asociadas a la Partitocracia.
No obstante, estas Oenegés si tienen algo que enseñar a la ciudadanía, deberían empezar a revelar su más profundo secreto, para afrontar el desmantelamiento del “Estado del Bienestar”, la desaparición de los salarios dignos, la casi total precariedad laboral, la constante amenaza del desempleo, las continuas revisiones a la baja de los derechos civiles…mientras observamos como la banca reparte dividendos, las multinacionales aumentan cada año los márgenes de beneficios de sus altos ejecutivos, las grandes superficies elevan sus ventas alcanzando techos históricos, la industria del lujo va viento en popa, etc, cuál es que, la verdadera solidaridad, el auténtico amor a los demás, empieza por uno mismo, de modo que si no se desea pecar contra el prójimo más prójimo que hay, debe inmediatamente ponerse manos a la obra para construir una red civil de subsistencia por medio de miradas cómplices cuyas manos amigas faciliten la denominada Alianza Popular que posibilite la presencia invisible de una permanente cadena de favores vecinales entre consumidores afines o familiares, muy difícil de detectar si se sabe hacer por turnos.
Hartos de trabajar en empleos de mierda, mal pagados, sin perspectiva de mejora, a disposición de un jefe que te despide a la mínima, como explica Eric Schlosser en su “Fast Food Nation”, dependientes, camareros, chóferes, cajeras y otros trabajadores, suelen pagarla con el cliente escupiendo en hamburguesas, pizzas, sándwiches, cafés, creando pequeños desperfectos en los productos que se venden, cobrando de más, etc. cuando lo que se debería hacer tal y como están las cosas, sería poner hamburguesa doble en lugar de sencilla, colocar dos o tres rodajitas más de chorizo después de pesar y antes de envolver en celofán, meter en la bolsa junto al pantalón unos guantes, cobrar dos en lugar de tres cafés, hacer la vista gorda con quien desea viajar gratis en el autobús, echar un litro más de gasolina al llenarnos el depósito, olvidarte de pasar algún producto que otro por el escáner en el supermercado… ayudándonos todos un poco, haciendo bueno aquello de “hoy por ti, mañana por mi” porque a día de hoy, solo es por y para ellos.