¡Qué bien vivimos en España!

So-mos, cám-peones, en per-sonas con ganas, de trá-ba-jar...

A los de mi generación se nos enseñó en la escuela que éramos la primera potencia exportadora de naranjas con las mayores reservas mundiales en minas de mercurio. Hoy, los medios de comunicación no paran de aludir a los continuos méritos deportivos de Nadal, Alonso, Contador, para exacerbar el alicaído amor patrio, tan denostado, cuando el mismo florece al margen de la españolidad.
Mientras los sindicalianos justificaban durante los pasados días su cuadriañal liberalidad calentando la cabeza a los privilegiados que todavía quedan con capacidad de huelguear; Mientras los cuatro millones y medio de personal disponible –castrista expresión revolucionaria para referirse a los trabajadores suplentes- se debatían entre aprovechar la ocasión para ofrecerse de esquirol o hacerle el caldo gordo a los titulares de los puestos laborales; Mientras toda nuestra industria minera hace senderismo reivindicativo; Mientras el parque móvil de policía, hospitales y hasta del ejército hacen cálculos para cuadrar desplazamientos y reservas de gasóleo; Mientras los Exmos Aytos hace tiempo que se han declarado en suspensión de pagos a las PYMES; Mientras se rebaja el sueldo a funcionarios, los padres ven recortado su derecho de paternidad, los jóvenes tienen impedido el acceso a una vivienda, la banca no conceden crédito a los hogares… todos los Tontodiarios se han apresurado a dar la noticia de que España ha sido invitada a participar en el G-20 como miembro de pleno derecho, porque como expuso el próximo anfitrión de turno, Corea del Sur, nuestro país es una de las diez mayores economías del planeta. Y ¡menos mal! que se han dado prisa en publicitarlo, porque con lo peor de la crisis por llegar, es probable que ni nos hubiésemos enterado.
La idea es que, esa gente que las pasa canutas para llegar a fin de mes, que no alcanza para pagar la hipoteca, que ha redescubierto la utilidad de subastas, casas de empeño, y sabe dónde está Caritas o el Banco de Alimentos, al menos, puede sacar pecho ante esos inmigrantes sin papeles provenientes de sitios como Etiopía para prosperar, porque nosotros somos miembros del G-20 y podemos decir aquello que exclamara a comienzos del Siglo XX una anciana mendiga junto al Teatro Real de Madrid, cuando a la salida de una recepción, vio a todo el mundo vestido con sus mejores galas entrando y saliendo por la alfombra roja del luminoso umbral a los lujosos carruajes dorados de la época ¡Que bien vivimos en España! Pero es para mosquearse que Etiopía también haya sido invitada.

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