Poema para Acuario de Saint Saëns

Se presenta la conciencia
como misterio traslúcido, irresoluble, trascendente, inefable, sublime, huidizo
a la mirada que transgrede lo prohibido
entre curiosa y cohibida,
por lo Otro anonadada,
de Ello contemplativa,
aguardando inquieta, esquiva,
la revelación del secreto iniciático
que le ha sido confiado por ser elegida.

Entonces,
desciende sobre ella una tenue luz violácea,
como pluma de paloma
sobre agua mercúrea,
horadando su espesura,
alquímica pureza de paz, bondad y sabiduría.
Una eclosión de alteridad,
solidaridad, altruismo y amor,
irradia cuanto alcanza
con su halo sagrado majestuoso
impregnando de suavidad
la atmósfera suntuosa y sensual
de acrisoladas briznas y barnices
diamantes destellos granadinos,
pétalos de rosa cristalinos,
desplegadas amapolas
entre revoltosas fragancias de azahar y jazmín
en un jardín de colores
silbados por colibríes
acompañados al arpa por una princesa azul turquesa,
de sabor verde esmeralda,
que canta tanta belleza
mágica, enigmática,
junto al pozo de los deseos,
en el que ilusionada por una rana dorada,
arroja moneda de plata
que tintineante desciende
entre las vetustas ranuras y rumasde las paredes
antes de caer junto a la imagen
de una luminiscente hada madrina
que la conmina a encontrar la gruta oculta,
donde una espada encantada
se halla custodiada por un dragón.

Brujas, magos, hechiceros,
duendes, gnomos, enanitos,
venidos todos del reino
de la Fantasía y el mundo de los sueños,
acuden al bosque para ayudar a rescatar
tan preciado tesoro,
con sus pócimas, conjuros, trucos y habilidades
bajo la atenta mirada de una lechuza
que desde lo alto vigila, y muy escéptica, duda.
Al ver cómo unas ninfas
a lomos de fulgurantes centellas,
iluminan con pendulante oscilación
el vestíbulo de la caverna
y cómo el fiero dragón agazapado
cae hipnotizado en un profundo sopor
ante el espectáculo brindado.
Acto seguido, con sumo sigilo,
de puntillas, le arrebatan su botín
para regocijo de todos los allí reunidos.
De súbito y de modo repentino,
todo parece desvanecerse,
esfumarse en vaporosa efervescencia, desencantado,
retrotrayendo los oníricos efluvios diseminados
en una naturaleza animada,
ahora relegada a la sombría quietud
de la positiva realidad científica, físico-matemática,
que anhela atesorarla como el dragón a la espada.
Mas en lo más profundo del racional castillo,
todavía hay un resquicio
para que un geniecillo rasgue travieso las cuerdas
del arpa creadora de la existencia
de la forma, de la materia, y la propia ciencia
que infatigable desea desengañar su enigma todavía.

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